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Mostrando las entradas de agosto 26, 2019

Lecturas del Viernes 30 de agosto. 21ª semana del Tiempo Ordinario

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Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 4,1-8 Por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús. Esto quiere Dios de vosotros: una vida sagrada, que os apartéis del desenfreno, que sepa cada cual controlar su propio cuerpo santa y respetuosamente, sin dejarse arrastrar por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Y que en este asunto nadie ofenda a su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga todo esto, como ya os dijimos y aseguramos. Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino sagrada. Por consiguiente, el que desprecia este mandato no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo. Palabra de Dios Sal 96,1.2b.5-6.10.11-12 R/ .   Alegraos, justos, con el Señor El Señor reina, la tierra goza,  se alegran las isl

Lecturas del Martirio de San Juan Bautista

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Lectura del libro de Jeremías 1,17-19 En aquellos días, recibí esta palabra del Señor: «Cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos. Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo. Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.» Oráculo del Señor. Palabra de Dios Sal 70,1-2.3-4a.5-6ab.15ab.17 R/ .   Mi boca contará tu auxilio A ti, Señor, me acojo:  no quede yo derrotado para siempre;  tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,  inclina a mí tu oído, y sálvame.  R/ .   Sé tú mi roca de refugio,  el alcázar donde me salve,  porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío, líbrame de la mano perversa.  R/.   Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza  y mi confianza, Señor, desde mi juventud. 

Lecturas del Miércoles 28 de agosto. 21ª semana del Tiempo Ordinario

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Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2,9-13 Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de lo leal, recto e irreprochable que fue nuestro proceder con vosotros, los creyentes; sabéis perfectamente que tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre con sus hijos, animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha llamado a su reino y gloria. Ésa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes. Palabra de Dios Sal 138,7-8.9-10.11-12ab R/.   Señor, tú me sondeas y me conoces ¿Adónde iré lejos de tu aliento,  adónde escaparé de tu mirada?  Si

Lecturas de Martes 27 de agosto. 21ª semana del Tiempo Ordinario

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Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2,1-8 Sabéis muy bien, hermanos, que nuestra visita no fue inútil. A pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis, tuvimos valor –apoyados en nuestro Dios– para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños, sino que Dios nos ha aprobado y nos ha confiado el Evangelio, y así lo predicamos, no para contentar a los hombres, sino a Dios, que aprueba nuestras intenciones. Como bien sabéis, nunca hemos tenido palabras de adulación ni codicia disimulada. Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado autoritariamente; por el contrario, os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestra