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Mostrando las entradas de mayo 31, 2021

Lecturas del Viernes 4 de junio. 9ª semana del Tiempo Ordinario

  Lectura del libro de Tobías 11,5-17 En aquellos días, Ana estaba sentada, oteando el camino por donde tenía que llegar su hijo. Tuvo el presentimiento de que llegaba, y dijo al padre: «Mira, viene tu hijo con su compañero.» Rafael dijo a Tobías, antes de llegar a casa: «Estoy seguro de que tu padre recuperará la vista. Úntale los ojos con la hiel del pez; el remedio hará que las nubes de los ojos se contraigan y se le desprendan. Tu padre recobrará la vista y verá la luz.» Ana fue corriendo a arrojarse al cuello de su hijo, diciéndole: «Te veo, hijo, ya puedo morirme.» Y se echó a llorar. Tobit se puso en pie y, tropezando, salió por la puerta del patio. Tobías fue hacia él con la hiel del pez en la mano; le sopló en los ojos, le agarró la mano y le dijo: «Ánimo, padre.» Le echó el remedio, se lo aplicó y luego con las dos manos le quitó como una piel de los lagrimales. Tobit se le arrojó al cuello, llorando, mientras decía: «Te veo, hijo, luz de mis ojos.» Luego añadió: «Bendito sea

Lecturas del Jueves 3de junio. 9ª semana del Tiempo Ordinario

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  Lectura del libro de Tobías 6,10-11;7,1.9-17;8,4-9a En aquellos días, habían entrado ya en Media y estaban cerca de Ecbatana, cuando Rafael dijo al chico: «Amigo Tobías.» Él respondió: «¿Qué?» Rafael dijo: «Hoy vamos a hacer noche en casa de Ragüel. Es pariente tuyo, y tiene una hija llamada Sara.» Al llegar a Ecbatana, le dijo Tobías: «Amigo Azarías, llévame derecho a casa de nuestro pariente Ragüel.» El ángel lo llevó a casa de Ragüel. Lo encontraron sentado a la puerta del patio; se adelantaron a saludarlo, y él les contestó: «Tanto gusto, amigos; bienvenidos.» Luego los hizo entrar en casa. Ragüel los acogió cordialmente y mandó matar un carnero. Cuando se lavaron y bañaron, se pusieron a la mesa. Tobías dijo a Rafael: «Amigo Azarías, dile a Ragüel que me dé a mi pariente Sara.» Ragüel lo oyó, y dijo al muchacho: «Tú come y bebe y disfruta a gusto esta noche. Porque, amigo, sólo tú tienes derecho a casarte con mi hija Sara, y yo tampoco puedo dársela a otro, porque tú eres el par