Lecturas del Miércoles 26 de julio.16ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura del libro del Éxodo 16,1-5.9-15
Toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y Sinaí, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto.
La comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto diciendo: «¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad.»
El Señor dijo a Moisés: «Yo haré llover pan del cielo; que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba, a ver si guarda mi ley o no. el día sexto prepararán lo que hayan recogido, y será el doble de lo que recojan a diario.»
Moisés dijo a Aarón: «Di a la comunidad de los israelitas: "Acercaos al Señor, que ha escuchado vuestras murmuraciones".»
Mientras Aarón hablaba a la asamblea, ellos se volvieron hacia el desierto y vieron la gloria del Señor que aparecía en una nube.
El Señor dijo a Moisés: «He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles de mi parte: "Al atardecer comeréis carne, por la mañana os hartaréis de pan, para que sepáis que yo soy el Señor, Dios vuestro".»
Por la tarde una bandada de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana había una capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo parecido a la escarcha.
Al verlo, los israelitas se dijeron: «¿Qué es esto?»
Pues no sabían lo que era.
Moisés les dijo: «Es el pan que el Señor os da de comer.»
Palabra de Dios
Sal 77,18-19.23-24.25-26.27-28
R./ El Señor les dio pan del cielo
Tentaron a Dios en sus corazones,
pidiendo una comida a su gusto;
hablaron contra Dios: «¿Podrá Dios
preparar una mesa en el desierto?» R./
Pero dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio un trigo celeste. R./
Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Hizo soplar desde el cielo el Levante,
y dirigió con su fuerza el viento sur. R./
Hizo llover carne como una polvareda,
y volátiles como arena del mar;
los hizo caer en mitad del campamento,
alrededor de sus tiendas. R./
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,1-9
Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Acudió tanta gente, que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol. se abrasó, y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos ciento, otros sesenta, otros treinta. El que tenga oídos, que oiga.»
Palabra del Señor
COMENTARIOS
Los israelitas han llegado a la otra orilla del mar Rojo, han sido liberados y han visto derrotado a sus perseguidores egipcios. Ahora se encuentran en la parte occidental del Sinaí, frente al desierto. Han alabado al Señor por el acontecimiento de la salvación que les ha otorgado, pero les falta la perseverancia en la confianza en Dios. En cuanto llega el primer obstáculo empiezan a murmurar: echan de menos el Egipto de su esclavitud, piensan con nostalgia en el pan y en la carne con que se saciaban cuando se encontraban en aquella tierra.
La murmuración constituirá uno de los pecados capitales y más constante a lo largo de todo el trayecto del Éxodo, una murmuración que muestra la poca fe, la poca confianza en Dios, el carácter opaco de aquellas mentes que no parecían tener en cuenta todo lo que Dios hacía afectuosamente por ellos, la tacañería y la mezquindad de su corazón con respecto a Moisés.
Moisés dará a Israel la denominación de " pueblo de dura cerviz", que se repite constantemente a lo largo de la historia de Israel. En contraste de esta actitud del pueblo, Dios responde con una inesperada magnanimidad, otorgando a los israelitas dos nuevos prodigios: la abundancia del maná y las codornices, que saciaron el hambre del pueblo y le llenaron de alegría.
Pero Israel no supo agradecer al Señor aquella nueva providencia, el misterio de la ceguera, de la miseria espiritual que a duras penas se compagina con la espléndida generosidad de Dios. Este es el misterio del corazón del hombre, con sus inexplicables respuestas.
Las parábolas son una de las formas preferidas de predicación utilizadas por Jesús, para hablar del Reino de Dios. Este modelo pedagógico, no es original de Jesús, se empleaba con anterioridad por los maestros de Israel, pero el Señor le da un toque de autenticidad, las hace aparecer de acuerdo con las situaciones cotidianas que viven y experimentan sus oyentes, es decir, Jesús utilizó situaciones naturales de la vida humana, para presentar las verdades del Reino.
La parábola del sembrador evoca la vida del campo, en donde se descubre que tres partes de la semilla no producen el fruto esperado, por eso resalta el terreno donde cae la semilla. Los cuatro terrenos nos quiere dar entender, que a pesar de los obstáculos que le colocamos a Dios, su proyecto perdura y da fruto, si nos disponemos para dejarnos transformar por su palabra.
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Los israelitas han llegado a la otra orilla del mar Rojo, han sido liberados y han visto derrotado a sus perseguidores egipcios. Ahora se encuentran en la parte occidental del Sinaí, frente al desierto. Han alabado al Señor por el acontecimiento de la salvación que les ha otorgado, pero les falta la perseverancia en la confianza en Dios. En cuanto llega el primer obstáculo empiezan a murmurar: echan de menos el Egipto de su esclavitud, piensan con nostalgia en el pan y en la carne con que se saciaban cuando se encontraban en aquella tierra.
La murmuración constituirá uno de los pecados capitales y más constante a lo largo de todo el trayecto del Éxodo, una murmuración que muestra la poca fe, la poca confianza en Dios, el carácter opaco de aquellas mentes que no parecían tener en cuenta todo lo que Dios hacía afectuosamente por ellos, la tacañería y la mezquindad de su corazón con respecto a Moisés.
Moisés dará a Israel la denominación de " pueblo de dura cerviz", que se repite constantemente a lo largo de la historia de Israel. En contraste de esta actitud del pueblo, Dios responde con una inesperada magnanimidad, otorgando a los israelitas dos nuevos prodigios: la abundancia del maná y las codornices, que saciaron el hambre del pueblo y le llenaron de alegría.
Pero Israel no supo agradecer al Señor aquella nueva providencia, el misterio de la ceguera, de la miseria espiritual que a duras penas se compagina con la espléndida generosidad de Dios. Este es el misterio del corazón del hombre, con sus inexplicables respuestas.
Las parábolas son una de las formas preferidas de predicación utilizadas por Jesús, para hablar del Reino de Dios. Este modelo pedagógico, no es original de Jesús, se empleaba con anterioridad por los maestros de Israel, pero el Señor le da un toque de autenticidad, las hace aparecer de acuerdo con las situaciones cotidianas que viven y experimentan sus oyentes, es decir, Jesús utilizó situaciones naturales de la vida humana, para presentar las verdades del Reino.
La parábola del sembrador evoca la vida del campo, en donde se descubre que tres partes de la semilla no producen el fruto esperado, por eso resalta el terreno donde cae la semilla. Los cuatro terrenos nos quiere dar entender, que a pesar de los obstáculos que le colocamos a Dios, su proyecto perdura y da fruto, si nos disponemos para dejarnos transformar por su palabra.
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