Lecturas del Martes 14 de noviembre. 32ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura del libro de la Sabiduría 2,23–3,9
El destino originario del hombre es la inmortalidad, es decir, la experiencia de una vida que no conoce la muerte, puesto que está hecho a imagen de Dios, aunque por envidia el diablo la muerte entró en el mundo.
El autor del libro con un lenguaje de la cultura helenística, está planteando la ley de la retribución ( el justo tiene su recompensa y el malvado será castigado), se habla de vida eterna, que desde los orígenes la vida y la muerte se cruzan en el camino del hombre.
Hay que confiar plenamente en el Señor, rechazando las inclinaciones de la carne, hay que ir más allá de lo que se presenta a los ojos de los necios, que solo miran la superficialidad y se aferran a ella. Hay que aceptar las pruebas, tribulaciones que se presentan a diario, porque todo hombre que confía en el Señor, espera contra toda esperanza, porque recibirán su resplandor y quedaran lleno de paz.
El Señor en su formación discipular, entiende que un aspecto fundamental para el anuncio del reino de los cielos, es el cambio de mentalidad. No se puede pensar con las antiguas leyes de la retribución, sino que el salario que el Maestro nos ofrece, no se cuantifica en un valor económico de acuerdo a nuestro rendimiento laboral diario, sino que la paga del servidor es la vida eterna, que a ejemplo de Jesucristo, no vino a ser servido sino a servir, como lo expresaba permanente con gestos y actos, como por ejemplo el lavatorio de los pies. Jesús es coherente con la forma de hablar, enseñar y las pone en práctica con sus actitudes y acciones, que le han permitido al hombre conocer el rostro paterno de Dios.
Quien es consciente que la vida es don y una gracia de Dios, se siente agradecido y en deuda de amor con Dios, que no espera ninguna gracia de aquel que presta un servicio, porque Dios ha tomado la iniciativa y ha derrochado el amor y gracia en la humanidad.
Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella. En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios, y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de si; los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocausto; a la hora de la cuenta resplandecerán como chispas que prenden por un cañaveral; gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor reinará sobre ellos eternamente. Los que confían en él comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos.
Palabra de Dios
Sal 33,2-3.16-17.18-19
R/. Bendigo al Señor en todo momento
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,7-10
En aquel tiempo, dijo el Señor: «Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa" ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú" ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»
Palabra del Señor
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El autor del libro con un lenguaje de la cultura helenística, está planteando la ley de la retribución ( el justo tiene su recompensa y el malvado será castigado), se habla de vida eterna, que desde los orígenes la vida y la muerte se cruzan en el camino del hombre.
Hay que confiar plenamente en el Señor, rechazando las inclinaciones de la carne, hay que ir más allá de lo que se presenta a los ojos de los necios, que solo miran la superficialidad y se aferran a ella. Hay que aceptar las pruebas, tribulaciones que se presentan a diario, porque todo hombre que confía en el Señor, espera contra toda esperanza, porque recibirán su resplandor y quedaran lleno de paz.
El Señor en su formación discipular, entiende que un aspecto fundamental para el anuncio del reino de los cielos, es el cambio de mentalidad. No se puede pensar con las antiguas leyes de la retribución, sino que el salario que el Maestro nos ofrece, no se cuantifica en un valor económico de acuerdo a nuestro rendimiento laboral diario, sino que la paga del servidor es la vida eterna, que a ejemplo de Jesucristo, no vino a ser servido sino a servir, como lo expresaba permanente con gestos y actos, como por ejemplo el lavatorio de los pies. Jesús es coherente con la forma de hablar, enseñar y las pone en práctica con sus actitudes y acciones, que le han permitido al hombre conocer el rostro paterno de Dios.
Quien es consciente que la vida es don y una gracia de Dios, se siente agradecido y en deuda de amor con Dios, que no espera ninguna gracia de aquel que presta un servicio, porque Dios ha tomado la iniciativa y ha derrochado el amor y gracia en la humanidad.
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