Lecturas de Lunes 8 de octubre. 27ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 1,6-12
En su segundo viaje misionero había atravesado Pablo, a Frigia y la región de Galacia, a saber la región que se extiende en torno a la actual Ankara, había fundado allí comunidades cristianas, que visitó después en su tercer viaje. Lo que propugnaba Pablo es que el creyente se salva en virtud de la fe en Cristo crucificado y resucitado y no a causa de la sola observancia de la Ley. Esta es libertad. los cristianos judaizantes, pretendían adaptar prácticas del Evangelio a la religión judía y algunas de sus practicas, como la circuncisión y otras prescripciones. También la iglesia que estaba en Galacia padeció estas intrusiones por parte de los judaizantes, ellos pretendían ironizar sobre la autoridad y la doctrina de Pablo.
Jesús va de viaja a Jerusalén. Un judío, experto logista, durante una parada, se propone atraparlo con una pregunta de extrema importancia. Jesús siguiendo su estilo, responde con una pregunta que remite al experto legista a la Ley misma de Moisés. ¿Qué está escrito en ella?. El hombre responde recordando el precepto del amor total a Dios como aparece en el libro del Deuteronomio y que recitado diariamente por los israelitas y une este precepto el amor al prójimo, tal como aparece en el libro del Levítico.
Jesús aprueba esta síntesis, el legista le plantea otra pregunta como trampa: ¡Y quién es mi prójimo?. En el A.T solo era prójimo el israelita y más tarde los inmigrantes insertados en la comunidad israelita. En la época de Jesús el prójimo eran los miembros de la propia secta. su respuesta no es teórica, sino que se inserta al orden concreto de la vida, narrando una parábola.
El escenario es muy importante, el camino que lleva a Jerusalén a Jericó es de 740 m, bajando 350 m bajo el nivel del mar, es un recorrido con un desnivel de 1000 m, lleno de quebradas donde se escondían los salteadores.La acción animada y fuerte, le ocurre al un hombre que es agredido, lacerado y sangrante, lo encuentra por casualidad un sacerdote y un levita, dos hombres religiosas por excelencia, ven lo sucedido y pasan de largo, por último, el protagonista del relato , un samaritano mestiza, bastardo y hereje, ve la misma escena y se ocupa del herido. Jesús se complace en describir las acciones de aquel hombre con tan mala fama entre los judíos.
Jesús plantea otra pregunta: "Quién de los tres te parece que fue prójimo del que cayó en mano de los salteadores?. Aquí se encuentra el núcleo del relato. Cuando Jesús aprueba la respuesta del maestro de la Ley, le dice: "Vete y haz tú lo mismo". La cuestión no es saber quien es nuestro prójimo, se trata más bien de saber como se llega a ser prójimo para el otro.
Me sorprende que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó a la gracia de Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio. No es que haya otro evangelio, lo que pasa es que algunos os turban para volver del revés el Evangelio de Cristo. Pues bien, si alguien os predica un evangelio distinto del que os hemos predicado –seamos nosotros mismos o un ángel del cielo–, ¡sea maldito! Lo he dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡sea maldito! Cuando digo esto, ¿busco la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿Trato de agradar a los hombres? Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo. Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
Palabra de Dios
Sal 110,1-2.7-8.9.10c
R/. El Señor recuerda siempre su alianza
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R/.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud. R/.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
La alabanza del Señor dura por siempre. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10,25-37
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»
Palabra del Señor
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Jesús va de viaja a Jerusalén. Un judío, experto logista, durante una parada, se propone atraparlo con una pregunta de extrema importancia. Jesús siguiendo su estilo, responde con una pregunta que remite al experto legista a la Ley misma de Moisés. ¿Qué está escrito en ella?. El hombre responde recordando el precepto del amor total a Dios como aparece en el libro del Deuteronomio y que recitado diariamente por los israelitas y une este precepto el amor al prójimo, tal como aparece en el libro del Levítico.
Jesús aprueba esta síntesis, el legista le plantea otra pregunta como trampa: ¡Y quién es mi prójimo?. En el A.T solo era prójimo el israelita y más tarde los inmigrantes insertados en la comunidad israelita. En la época de Jesús el prójimo eran los miembros de la propia secta. su respuesta no es teórica, sino que se inserta al orden concreto de la vida, narrando una parábola.
El escenario es muy importante, el camino que lleva a Jerusalén a Jericó es de 740 m, bajando 350 m bajo el nivel del mar, es un recorrido con un desnivel de 1000 m, lleno de quebradas donde se escondían los salteadores.La acción animada y fuerte, le ocurre al un hombre que es agredido, lacerado y sangrante, lo encuentra por casualidad un sacerdote y un levita, dos hombres religiosas por excelencia, ven lo sucedido y pasan de largo, por último, el protagonista del relato , un samaritano mestiza, bastardo y hereje, ve la misma escena y se ocupa del herido. Jesús se complace en describir las acciones de aquel hombre con tan mala fama entre los judíos.
Jesús plantea otra pregunta: "Quién de los tres te parece que fue prójimo del que cayó en mano de los salteadores?. Aquí se encuentra el núcleo del relato. Cuando Jesús aprueba la respuesta del maestro de la Ley, le dice: "Vete y haz tú lo mismo". La cuestión no es saber quien es nuestro prójimo, se trata más bien de saber como se llega a ser prójimo para el otro.
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