Lecturas del Miércoles 17 de octubre. 28ª Semana del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5,18-25
Si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley. Las obras de la carne están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, envidias, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo, discordias, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que los que así obran no heredarán el reino de Dios. En cambio,
el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Contra esto no va la ley.
Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.
Palabra de Dios
Sal 1,1-2.3.4.6
R/. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,42-46
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»
Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»
Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»
Palabra del Señor
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El Espíritu Santo es el guía seguro para convertirse en nuevas creaturas, en hombres nuevos regenerados en Cristo, no sometidos ya a esa ley que no es capaz de impedir las consecuencias de esos desordenados apetitos. A esta libertad estamos llamados también nosotros. Que no reine el pecado en nuestro cuerpo mortal ( carne). Ya no estamos bajo el yugo de la Ley, sino bajo la gracia. Los frutos del Espíritu Santo se contraponen a los apetitos desordenados de la carne.
Los frutos del Espíritu Santo es el resultado de la libre adhesión del hombre al mandamiento del amor. Si nos adherimos a Cristo, nuestra fe se traducirá en servicio y caridad con los hermanos, especialmente los más necesitados.
Los fariseos, los mejores, los más comprometidos y cumplidores de la Ley mosaica. Los doctores de la Ley, encargados de enseñar y de guiar a los otros en los caminos del Señor. Jesús pronuncia dos ayes a estos dos grupos. Censuró a cuantos querían señales para creer, puso al desnudo el corazón hipócrita y ahora pronuncia las palabras más duras contra el comportamiento de aquellos que usan sus prerrogativas de cultura y de autoridad para un vano prestigio y para una odiosa opresión de los otros. Son sepulcros que no se ven, pero por dentro están lleno de huesos y podredumbre, capaces de contaminar a quien camina sobre ellos sin darse cuenta.
Las palabras de Jesús se encuentra toda la amargura y el lamento, porque esta impermeable defensa de su propia imagen les impide verse en su propia mezquina realidad y les hace perder de vista lo esencial e incluso lo más exigente, " la justicia y el amor de Dios".
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