Lecturas de hoy Lunes de la 7ª semana del Tiempo Ordinario
Comienzo del libro del Eclesiástico (1,1-10):
Toda sabiduría viene del Señor
y está con él por siempre.
La arena de los mares, las gotas de la lluvia
y los días del mundo, ¿quién los contará?
La altura de los cielos, la anchura de la tierra
y la profundidad del abismo, ¿quién las escrutará?
¿Quién ha escrutado la sabiduría de Dios, que es anterior a todo?
Antes que todo fue creada la sabiduría,
y la inteligencia prudente desde la eternidad.
La fuente de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas
y sus canales son mandamientos eternos.
La raíz de la sabiduría, ¿a quién fue revelada?
y sus recursos, ¿quién los conoció?
La ciencia de la sabiduría, ¿a quién fue revelada?
y su mucha experiencia, ¿quién la conoció?
Uno es el Altísimo, creador todopoderoso.
Uno solo es sabio, temible en extremo:
el que está sentado en su trono.
El Señor mismo creó la sabiduría, la vio, la midió
y la derramó sobre todas sus obras.
Se la concedió a todos los vivientes
y se la regaló a quienes lo aman.
Palabra de Dios
Toda sabiduría viene del Señor
y está con él por siempre.
La arena de los mares, las gotas de la lluvia
y los días del mundo, ¿quién los contará?
La altura de los cielos, la anchura de la tierra
y la profundidad del abismo, ¿quién las escrutará?
¿Quién ha escrutado la sabiduría de Dios, que es anterior a todo?
Antes que todo fue creada la sabiduría,
y la inteligencia prudente desde la eternidad.
La fuente de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas
y sus canales son mandamientos eternos.
La raíz de la sabiduría, ¿a quién fue revelada?
y sus recursos, ¿quién los conoció?
La ciencia de la sabiduría, ¿a quién fue revelada?
y su mucha experiencia, ¿quién la conoció?
Uno es el Altísimo, creador todopoderoso.
Uno solo es sabio, temible en extremo:
el que está sentado en su trono.
El Señor mismo creó la sabiduría, la vio, la midió
y la derramó sobre todas sus obras.
Se la concedió a todos los vivientes
y se la regaló a quienes lo aman.
Palabra de Dios
Sal 92,1ab.1c-2.5
R/. El Señor reina, vestido de majestad
El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.
R/. El Señor reina, vestido de majestad
El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,14-29):
Palabra del Señor
En aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor y a unos escribas discutiendo con ellos.
Al ver a Jesús, la gente se sorprendió y corrió a saludarlo. El les preguntó:
«¡De qué discutís?».
Uno de la gente le contestó:
«Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces».
Él, tomando la palabra, les dice:
«Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo».
Se lo llevaron.
El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre:
«Cuánto tiempo hace que le pasa esto?».
Contestó él:
«Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos».
Jesús replicó:
«Si puedo? Todo es posible al que tiene fe».
Entonces el padre del muchacho se puso a gritar:
«Creo, pero ayuda mi falta de fe».
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo:
«Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él».
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.
El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto.
Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas:
«Por qué no pudimos echarlo nosotros?».
El les respondió:
«Esta especie solo puede salir con oración».
REFLEXIÓN
Nuestro Señor Jesucristo siempre está atento a nuestras suplicas, pero espera que confiemos en Él y se tenga una fe madura y un corazón abierto, para que el poder de su palabra, sane, libere, transforme las situaciones de ataduras, egoísmos, falta de fe que aquejan a las personas. No se debe poner en duda el poder de Jesús, sino que debemos acercarnos con humildad y repetirle "Señor creo, pero aumenta mi fe".
En la lectura, el Señor se enfurece cuando se percata, que sus enseñanza, predicaciones y milagros no han acrecentado la fe de los discípulos, ni de quienes lo siguen, sino que ponen en duda su poder, El nos recuerda, que aunque esté cansado, agobiado, enojado, jamás desampara a la gente, siempre está dispuesto ayudar y a restablecer todas las enfermedades y miserias de la humanidad.
El evangelio nos relata el fracaso de los discípulos para sacar un demonio a un muchacho poseído de un espíritu mudo y esto trajo como consecuencia una fuerte discusión entre los discípulos y los maestros de la ley, Jesús al observar la situación presentada, se siente frustrado por la poca fe de los discípulos y la actitud del padre del muchacho, que manifiesta una confianza desmedida a su propio juicio sobre la enfermedad de su hijo y solo piensa en si mismo y está apegado en una forma egoísta a su hijo, dudando del poder de Jesús.
Por tanto, el eje central del evangelio es la falta de fe y confianza en Jesús y solo con la oración perseverante, humilde, llena de fe y de confianza se alejarán los malos espíritus que nos conducen al pecado y solo así se podrán realizar milagros, expulsar demonios, porque la oración es el medio para evocar el poder de Jesús.
En la lectura, el Señor se enfurece cuando se percata, que sus enseñanza, predicaciones y milagros no han acrecentado la fe de los discípulos, ni de quienes lo siguen, sino que ponen en duda su poder, El nos recuerda, que aunque esté cansado, agobiado, enojado, jamás desampara a la gente, siempre está dispuesto ayudar y a restablecer todas las enfermedades y miserias de la humanidad.
El evangelio nos relata el fracaso de los discípulos para sacar un demonio a un muchacho poseído de un espíritu mudo y esto trajo como consecuencia una fuerte discusión entre los discípulos y los maestros de la ley, Jesús al observar la situación presentada, se siente frustrado por la poca fe de los discípulos y la actitud del padre del muchacho, que manifiesta una confianza desmedida a su propio juicio sobre la enfermedad de su hijo y solo piensa en si mismo y está apegado en una forma egoísta a su hijo, dudando del poder de Jesús.
Por tanto, el eje central del evangelio es la falta de fe y confianza en Jesús y solo con la oración perseverante, humilde, llena de fe y de confianza se alejarán los malos espíritus que nos conducen al pecado y solo así se podrán realizar milagros, expulsar demonios, porque la oración es el medio para evocar el poder de Jesús.
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