Lecturas del Lunes de la 8ª semana del Tiempo Ordinario
Lunes, 27 de febrero de 2017
Lectura del libro del Eclesiástico (17,20-28):
A los que se arrepienten Dios les permite volver,
y consuela a los que han perdido la esperanza,
reza ante su rostro y elimina los obstáculos.
Vuélvete al Altísimo y apártate de la injusticia
y detesta con toda el alma la abominación.
Reconoce los justos juicios de Dios,
permanece en la suerte que te ha asignado
y en la oración al Dios altísimo.
En el abismo ¿quién alabará al Altísimo
como lo hacen los vivos y quienes le dan gracias?
Para el muerto, como quien no existe, desaparece la alabanza,
solo el que está vivo y sano alaba al Señor.
¡Qué grande es la misericordia del Señor
y su perdón para los que retornan a él!
Palabra de Dios
Sal 31,1-2.5.6.7
R/. Alegraos, justos, y gozad con el Señor
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará. R/.
Tú eres mi refugio,
me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-27):
Lectura del libro del Eclesiástico (17,20-28):
A los que se arrepienten Dios les permite volver,
y consuela a los que han perdido la esperanza,
y los hace partícipes de la suerte de los justos.
Retorna al Señor y abandona el pecado,reza ante su rostro y elimina los obstáculos.
Vuélvete al Altísimo y apártate de la injusticia
y detesta con toda el alma la abominación.
Reconoce los justos juicios de Dios,
permanece en la suerte que te ha asignado
y en la oración al Dios altísimo.
En el abismo ¿quién alabará al Altísimo
como lo hacen los vivos y quienes le dan gracias?
Para el muerto, como quien no existe, desaparece la alabanza,
solo el que está vivo y sano alaba al Señor.
¡Qué grande es la misericordia del Señor
y su perdón para los que retornan a él!
Palabra de Dios
Sal 31,1-2.5.6.7
R/. Alegraos, justos, y gozad con el Señor
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará. R/.
Tú eres mi refugio,
me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-27):
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».
Jesús le contestó:
«Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».
Él replicó:
«Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».
Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo:
«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme».
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
«¿Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».
Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió:
«Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».
Ellos se espantaron y comentaban:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
El evangelio de Marcos nos muestra el diálogo de Jesús con el joven rico y nos enseña que debemos renunciar al apego de los bienes y a las posesiones para seguir al Señor. Quienes tienen un encuentro personal con Jesús se sienten amados y perdonado por él y salen de sí mismo y comienzan a servir en la instauración del reino de Dios en los corazones de los hombres y quien acepta el llamado y decide seguirlo trasciende y cambia sus prioridades, renunciando a las posesiones materiales que los esclavizan y se abre un nuevo horizonte y estilo de vida que lo conllevan a estar en comunión con la Trinidad Divina y el prójimo.
Muchas veces el hombre desprecia los tesoros del reino y al seguimiento a Jesús, porque está apegado a las riquezas materiales y siente temor de perder sus seguridades terrenales, que muchas veces nos engañan, esclavizan y no permite que Jesús habite en nuestro corazón.
Seguir a Jesús no consiste en buscarlo en hechos extraordinarios, fantásticos, ni en ritos vacíos, sino que consiste en caminar con Él, a través de la lectura de la palabra, aceptando sus enseñanzas y ponerlas en práctica, ser discípulo del maestro, para estar a sus pie y en continua intimidad con Él, imitarlo, servirle y transformando su corazón y malas actitudes.
Jesús es el que viene a nuestro encuentro, nos mira, nos ama, perdona, llama y elije para ser partícipe de una nueva vida, donde se es libres de los apegos materiales, libres del egocentrismo, libre de toda basura que no permite encontrar la piedra preciosa del Evangelio.
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