Lecturas del Domingo 5º de Cuaresma - Ciclo A
MONICIÓN DE ENTRADA
Bienvenidos hermanos a esta gran celebración Eucarística.
Hoy celebramos el quinto domingo de cuaresma, el último ante de la celebración de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén que nos encamina a la pasión muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Con devoción y entusiasmo iniciemos esta celebración
MONICIÓN DE LA PALABRA
La liturgia de la palabra nos llama a salir de la miseria del pecado y liberarnos de las vendas que nos atan, para nacer de nuevo y seguir a Jesús, El nos encomienda ser portadores de la Buena Nueva y darla a conocer a las personas que están muertas en vida por los pecados y la falta de fe.
Dispongamos el corazón a la escucha de la palabra
Lectura de la profecía de Ezequiel 37,12-14
Bienvenidos hermanos a esta gran celebración Eucarística.
Hoy celebramos el quinto domingo de cuaresma, el último ante de la celebración de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén que nos encamina a la pasión muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Con devoción y entusiasmo iniciemos esta celebración
MONICIÓN DE LA PALABRA
La liturgia de la palabra nos llama a salir de la miseria del pecado y liberarnos de las vendas que nos atan, para nacer de nuevo y seguir a Jesús, El nos encomienda ser portadores de la Buena Nueva y darla a conocer a las personas que están muertas en vida por los pecados y la falta de fe.
Dispongamos el corazón a la escucha de la palabra
Lectura de la profecía de Ezequiel 37,12-14
Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.» Oráculo del Señor.
Palabra de Dios
Sal 129,1-2.3-4ab.4c-6.7-8
R/. Del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz,
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.
Si llevas cuentas de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R/.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.
Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,8-11
Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Juan 11,3-7.17.20-27.33b-45
En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo.»
Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea.»
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron: «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
La liturgia de la palabra de este domingo nos habla de la liberación del pueblo de Israel que están en el destierro y la resurrección de Lázaro.
Dios anuncia a través del profeta que abrirá las tumbas, porque el profeta ve con sus propios ojos la situación de un pueblo que vive en tinieblas de la muerte, sin esperanza en Babilonia.
Babilonia es la tumba del pueblo de Israel, ellos han acogidos sus costumbres, idolatría olvidándose de Dios, es decir, estaban muertos espiritualmente. Pero Dios es fiel y recuerda su alianza, por tanto, sacará a su pueblo elegido de esas tumbas y lo conducirá a la tierra de los vivos, a su patria, a la tierra de la promesa de Dios.
El pueblo de Israel con un corazón desalentado se siente como muerto en tierras extranjeras, el Señor con su poder va hacer que ellos experimenten su amor y directamente su gracia vivificante, para lograr un nuevo pueblo, una nueva creación, una nueva vida en comunión con Dios.
El profeta Ezequiel no habla de la resurrección de los muertos, sino de la liberación del pueblo de Israel que se encuentra exiliado en Babilonia. El texto está lleno de esperanza y consuelo para los israelitas que viven en el destierro, lejos de su tierra.
La carta a los romanos es una actualización del oráculo del profeta Ezequiel, El Espíritu de Dios habita en los corazones para que sean fuente de amor, paz, justicia, seguridad, porque constituye la presencia real de Jesús en nuestras vidas. Si habita el poder del Espíritu Santo, no se vive bajo los criterios del mundo y de la carne, que conllevan al pecado y la paga del pecado es la muerte espiritual.
el triunfo y la victoria definitiva sobre la muerte la obtuvo Jesús en la Cruz, Él murió, resucitó, para darnos vida y vida en abundancia.
En el Evangelio nos narra la resurrección de Lázaro, este nombre significa "Dios es mi auxilio". Las hermanas de Lázaro le comentaron a Jesús sobre su enfermedad, porque confiaban en Él y era casi imposible que Jesús desampara a un amigo amado que estaba en peligro de muerte. La enfermedad de Lázaro es para que Dios se glorifique en él.
Lázaro pasa de la enfermedad a la muerte, de la sepultura a la resurrección, esta narración nos prepara para celebrar el triduo pascual, pasión muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, con el fin de se experimente el paso de Dios en nuestras vidas, el paso del pecado a la gracia, paso de las tinieblas a luz.
El dialogo de Marta con Jesús, representa a la máxima expresión de fe que un judío pueda llegar, creer en la resurrección al final de los tiempos. Jesús quería que ellos comprendiesen que hay vida después de la muerte, es decir, la vida eterna.
Lázaro no poseía la gracia de Dios, era un muerto en vida, se hallaba en pecado de mortal, en la sepultura, era alimento para los gusanos, estaba en el reino de la corrupción, en el hedor, en la putrefacción. Jesús al ver a su amigo muerto, lloró, porque es humano y amaba a su amigo, Él decide restaurarlo y proclama la resurrección y la vida, concediéndole el estado de gracia pérdida y una nueva vida.
Resucitar consiste en unirnos a Cristo y a su iglesia, para recuperar la vida de gracia vivificante perdida, a través del arrepentimiento profundo, la confesión sincera, la reparación del pecado, una vida de penitencia y oración, confiando plenamente en la misericordia de Dios, que restaura y nos hacer nacer de nuevo en el Espíritu, desatando toda atadura del pasado y del presente,Él remueve las grandes piedras del odio, el rencor, la falta de perdón que sepultan los dones recibidos por la gracia de Dios y no permiten el avance espiritual.
Hagamos la siguiente oración:
Señor reconozco que hay situaciones de muerte en mi vida, que hay piedras espirituales en mi caminar junto a ti, quitalas y con tu ayuda podre caminar libre, sin ataduras y tropiezos; no permita que muera por causa de mi pecado e ilumina las tinieblas de mi vida, yo creo en ti, porque todo lo haces nuevo. Fortalece mi poca fe y te entrego mi vida, mis pecado, todo mi ser, para que me levantes, restaures y concedas una vida llena de la plenitud de gracia. Amén
La palabra de Dios es vida para quiénes la comprenden e inician el proceso de conversión que se requiere para la salvación, es necesario la presencia viva de Jesús para que nos levanté del sepulcro y empecemos a caminar con la ayuda de aquellos que el señor coloca en nuestra vida para que nos desliguemos de las ataduras que no nos permiten vivir realmente como un bautizado.
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