Lecturas del Jueves 16 marzo de la 2ª semana de Cuaresma. Ciclo A
Lectura del libro de Jeremías 17,5-10
El profeta Jeremías nos muestra dos camino, el de la maldición y el de la bendición. El hombre que pone su confianza en sus propias fuerzas, confía en los criterios del mundo y de los hombre, se aleja interiormente del Señor, porque lo desconoce, no cree en su poder ni en su fuerza restauradora y sanadora.
Todo aquel que obra mal y antepone el poder Dios al poder de los hombre, se considera un cactus en el desierto, que es espinoso, almacena agua cuando llueve para poder sobrevivir en un lugar inhóspito y árido, por tanto, no da frutos.
El hombre que confía en el Señor será plantado a la orilla de la acequia, que permanece robusto, con las hojas reverdecidas y da frutos en abundancia.
Jesús nos exhorta sobre el uso de las riquezas, que muchas veces se pone toda la confianza en ella, porque nos da comodidad y una vida de lujos, pero también una vida de perdición, porque el dinero abre las puertas del bien y la del mal.
El centro de la parábola es el suculento banquete del hombre rico que prefiere dar las sobras a los perros que a un hombre enfermo, desvalido y muerto de hambre. El rico de Epulón, no miro a Lázaro, no tuvo compasión ni misericordia de él, en cambio, los perros se acercan a él, le demuestran piedad y limpian sus llagas.
Todos los bienes materiales y espirituales los regala Dios por su infinita misericordia, para ponerlos al servicio de los demás. Todo pasará pero la palabra del Señor no pasará, ambos murieron y el relato muestra la vida después de la muerte. Cuando se obra con justicia, se sufre con humildad,se carecen de bienes materiales y se está conforme de esa situación, no se reniega de la enfermedad, se atesora en el cielo y se gozará de los bienes de la salvación.
Para el injusto los bienes materiales es su dios, es egoísta, menosprecia al necesitado y solo se vive en función del placer, de las comilonas y no se acuerda de socorrer al más necesitado, éste heredará los tormentos infernales.
La enseñanza de esta parábola es que todo aquel que no escuche la palabra de Dios, no es misericordioso, ni el milagro de la resurrección de un muerto ablanda su corazón, no heredará la vida eterna, por ejemplo, el rico se presenta ante Dios con su egoísmo, su falta de piedad, su cartera llena de dinero y su casa repleta de lujos y comodidades,sólo ofrece bienes terrenales, que son tesoros en el mundo y no para la vida eterna.
Lázaro lleva harapos, sufrimientos, su paciencia, una vida pobre y miserable, la humildad , la resignación, todo lo aceptó por amor a Dios y su recompensa fue grande en el cielo
Esto dice el Señor:
«Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor.
Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto.
Nada hay más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo conoce?
Yo, el Señor, examino el corazón, sondeo el corazón de los hombres para pagar a cada cual su conducta según el fruto de sus acciones.»
Palabra de Dios
Sal 1,1-2.3.4.6
R/. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.R/.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 16,19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
– «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:
– “Padre Abrahán, ten piedad de mi y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. ”
Pero Abrahán le dijo:
– “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros.”
Él dijo:
– “Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.
Abrahán le dice:
– “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen”.
Pero él le dijo:
– “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán.”
Abrahán le dijo:
– “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto.”»
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Todo aquel que obra mal y antepone el poder Dios al poder de los hombre, se considera un cactus en el desierto, que es espinoso, almacena agua cuando llueve para poder sobrevivir en un lugar inhóspito y árido, por tanto, no da frutos.
El hombre que confía en el Señor será plantado a la orilla de la acequia, que permanece robusto, con las hojas reverdecidas y da frutos en abundancia.
Jesús nos exhorta sobre el uso de las riquezas, que muchas veces se pone toda la confianza en ella, porque nos da comodidad y una vida de lujos, pero también una vida de perdición, porque el dinero abre las puertas del bien y la del mal.
El centro de la parábola es el suculento banquete del hombre rico que prefiere dar las sobras a los perros que a un hombre enfermo, desvalido y muerto de hambre. El rico de Epulón, no miro a Lázaro, no tuvo compasión ni misericordia de él, en cambio, los perros se acercan a él, le demuestran piedad y limpian sus llagas.
Todos los bienes materiales y espirituales los regala Dios por su infinita misericordia, para ponerlos al servicio de los demás. Todo pasará pero la palabra del Señor no pasará, ambos murieron y el relato muestra la vida después de la muerte. Cuando se obra con justicia, se sufre con humildad,se carecen de bienes materiales y se está conforme de esa situación, no se reniega de la enfermedad, se atesora en el cielo y se gozará de los bienes de la salvación.
Para el injusto los bienes materiales es su dios, es egoísta, menosprecia al necesitado y solo se vive en función del placer, de las comilonas y no se acuerda de socorrer al más necesitado, éste heredará los tormentos infernales.
La enseñanza de esta parábola es que todo aquel que no escuche la palabra de Dios, no es misericordioso, ni el milagro de la resurrección de un muerto ablanda su corazón, no heredará la vida eterna, por ejemplo, el rico se presenta ante Dios con su egoísmo, su falta de piedad, su cartera llena de dinero y su casa repleta de lujos y comodidades,sólo ofrece bienes terrenales, que son tesoros en el mundo y no para la vida eterna.
Lázaro lleva harapos, sufrimientos, su paciencia, una vida pobre y miserable, la humildad , la resignación, todo lo aceptó por amor a Dios y su recompensa fue grande en el cielo
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