Lecturas del Jueves 9 de marzo de 2017. 1ª semana de Cuaresma. Ciclo A

                                                                              j        m       p         s Lectura del libro de Ester 4,17 - 17 - 17. 17  

En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel: «Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he expuesto al peligro. Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido. Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación y dame valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. Pon en mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca con todos sus cómplices. A nosotros, líbranos con tu mano; y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo.»

Palabra de Dios

Sal 137,1-2a.2bc.3.7c-8

R/.
 Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R/.

Daré gracias a tu nombre,
por tu misericordia y tu lealtad;
cuando te invoqué, me escuchaste, 
acreciste el valor en mi alma. R/.

Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,7-12
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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.»

Palabra del Señor



REFLEXIÓN

En el capitulo 4, 17 ss es la oración de la única reina hebrea,  Esther, esposa del rey Persa Asuero, ella pide a Dios que escuche el clamor de su pueblo elegido, Israel, que en esos momentos se ha decretado su exterminio de ellos en el reino de Persia.  Ella decidida por interceder por su pueblo se expone al peligro y enfrenta a su esposo.    

Pero antes de acudir al rey Asuero, ella con una aptitud sumisión  y  una oración humilde, reconoce que el verdadero Rey es Dios,  es el único que puede salvar a su pueblo y le recuerda la elección  de Israel, sus promesas y a la vez confiesa el pecado de Israel.

Esther intercede por Israel y le pide que los libre del poder del enemigo y a ella de su temor y en la oración ella confía en: 

1. Que el poder Dios mayor que el de los enemigos
2. Dios siempre escucha las oraciones del afligido, del desesperado y desamparado.
3. Que solo en el Señor se encuentra consuelo, la justicia y la paz.

En el Evangelio Jesús nos llama a vivir en comunión con Dios padre a través de la oración sencilla, humilde, confiada, con una actitud de contemplación y adoración, teniendo fija la mirada  el Padre Bueno que escucha las súplicas de quienes lo invocan. 

Son muchas las causas porque el Señor no responde a nuestras súplicas:

1. Falta de fe. Cuando se ora hay que dar gracias como si ya se concedido lo que se le pide a  Dios en la oración.

2. Oración arrogante: Dios se llena de ternura con una oración humilde, confiada y cuando se hace de corazón limpio y sin pretensiones.

3. La oración con motivos personales y egoísta. Estas oraciones son escuchadas pero no tienen respuestas, porque se pide lo que no edifica espiritualmente,  y se ruega para que le ocurra cosas malas para las otras personas. 

Hoy estamos llamados a no dudar de la palabra de Dios, que la oración sea realizada con la ayuda del Espíritu Santo, para que se haga la voluntad del Padre y no la nuestra. 


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