Lecturas del Miércoles 29 de marzo de 2017 de la 4ª semana de Cuaresma. Ciclo A

Lectura del libro de Isaías 49,8-15

Esto dice el Señor:
«En tiempo de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he defendido y constituido alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos: "Salid", a los que están en tinieblas: "Venid a la luz."
Aun por los caminos pastarán, tendrán praderas en todas las dunas; no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el compasivo y los guía a manantiales de agua.
Convertiré mis montes en caminos, y mis senderos se nivelarán.
Miradlos venir de lejos; miradlos, del Norte y del Poniente, y los otros del país de Sin.
Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados».
Sión decía: «Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado».
¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidará, yo no te olvidaré.

Palabra de Dios


Sal 144,8-9.13cd-14.17-18

R/.
 El Señor es clemente y misericordioso

El Señor es clemente y misericordioso, 
lento a la cólera y rico en piedad; 
el Señor es bueno con todos, 
es cariñoso con todas sus criaturas. R.

El Señor es fiel a sus palabras, 
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, 
endereza a los que ya se doblan. R.

El Señor es justo en todos sus caminos, 
es bondadoso en todas sus acciones. 
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.


Lectura del santo evangelio según san Juan 5,17-30

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En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
- «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».
Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la palabra y les dijo:
- «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro.

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio. para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.
Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».

Palabra del Señor


EXPLICACIÓN DE LAS LECTURAS

La profecía de Isaías muestra la situación espiritual de un pueblo que vive oprimido, está desesperado por sus infidelidades por que se alejado de Dios, porque puso su confianza en las seguridades que le brindaban en Babilonia, algunos exiliados estaban ansiosos para retornar a Palestina y una gran parte no querían ir a Palestina, debido a que una generación no conocía esas tierras, porque habían nacido en Babilonia, habían adoptado sus costumbres, cultura y la mayoría estaban  apegados a esas tierras por lazos matrimoniales, amistades y relaciones comerciales.

De lo anterior, se puede concluir la gran dificultad del profeta para despertar el entusiasmo para que los israelitas efectuaran su retorno a Palestina.

El profeta Isaías es quien tiene que levantar el ánimo, porque Dios sigue siendo misericordioso y fiel. Con la liberación llegará la luz, Con las amargas lagrimas por la ausencia de Dios, vendrá la presencia providente,  amorosa y tierna de Dios.

Las palabras iluminadoras del profeta se derramaron como lluvia fresca sobre aquellas almas desesperanzadas  y recordaron y afianzaron la alianza eterna de amor.

En el Evangelio Jesús se estaba revelando como Dios y Él podía realizar lo que hace Dios, esto conlleva, a que Jesús y Dios tienen una relación intima de Padre e Hijo con armonía perfecta. 

Los judíos no reconocieron a Jesús como Mesías y salvador  mucho menos como hijo de Dios, por tanto, lo perseguían y querían eliminarlo, porque había rotos los esquemas sociales y de pensamiento, Él hacía curaciones los sábados, llamaba a Dios padre y estaba por encima de la Ley.

La total unidad entre el Padre y el Hijo es fruto de la obediencia de Jesús que quiere hacer la voluntad de su Padre. Ambos son fieles y comparten su inmenso amor por los pecadores, oprimidos, débiles y los desechados por el mundo. Dios ha realizado la alianza definitiva con su pueblo a través de su Hijo para restaurar a la humanidad, levantarla y resucitarla de entre los muertos. Nadie está excluido de la promesa de la vida eterna, nadie puede sentirse abandonado y olvidado por Dios, el único abandonado es Jesús que por amor asumió la cruz para librarnos de la muerte eterna.

Todo aquel que escucha la palabra de Dios con fe, la guarda en el corazón  y la pone en practica,  tienen intimidad con el Padre y el Hijo y así se obtendrá la vida eterna y serán recibido por un padre y a un hermano amoroso, lleno de ternura y con los brazos abiertos para concederles la felicidad eterna.


ORACIÓN

Señor Jesús, tú fuiste obediente hasta la muerte en la cruz, te pedimos que derrame tu gracia santificante sobre mi,  para  escuchar tus palabras con un corazón humilde y obediente,  para configurarme contigo  en la forma de actuar, pensar y dar testimonio de ese gran amor misericordioso y compasivo a has tenido conmigo a pesar de mis infidelidades y falta de fe. 

Señor, Tú que tienes el poder sobre la vida y la muerte y todo lo haces nuevo, infunde tu Espíritu y me hagas una nueva persona, obediente a tus preceptos y vivir en comunión contigo y hacer Tu voluntad y la de Dios padre, para adquirir la sabiduría asistente de su trono. Ayúdame en mi proceso de conversión y así lograr la alegría de tu presencia en mi vida. Amén.




       






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