Lecturas del Viernes 17 de marzo de la 2ª semana de Cuaresma. Ciclo A

Lectura del libro del Génesis 37,3-4.12-13a.17b-28

Israel amaba a José más que a todos los otros hijos, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas.
Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo.
Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José:
– «Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos».
José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos y, antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros:
– «Ahí viene el soñador. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en que paran sus sueños».
Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo:
– «No le quitemos la vida».
Y añadió:
– «No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él».
Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica, la túnica con mangas que llevaba puesta, lo cogieron y lo echaron en un pozo . El pozo estaba vacío, sin agua.
Luego se sentaron a comer y, al levantar la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos:
-«¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pongamos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra.»
Los hermanos aceptaron.
Al pasar unos mercaderes madianitas, tiraron de su hermano; y sacando a José del pozo, lo vendieron a unos ismaelitas por veinte monedas de plata . Estos se llevaron a José a Egipto.

Palabra de Dios


Sal 104,16-17.18-19.20-21

R/.
 Recordad las maravillas que hizo el Señor

R. Recordad las maravillas que hizo el Señor.

Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo. R.

Le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó. R.

El rey lo mandó desatar,
el Señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones. R.


Resultado de imagen para Mateo 21,33-43.45-46Lectura del santo evangelio según san Mateo 21,33-43.45-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

– «Escuchad otra parábola:

“Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos.

Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.

Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo.”

Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: “Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.”

Y, agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron.

Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?”»

Le contestan:

– «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempo».

Y Jesús les dice:

– «¿No habéis leído nunca en la Escritura:

“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”?

Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.»

Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.

Y, aunque intentaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

Palabra del Señor



















































José hijo preferido  de Jacob,  es un vidente sabio, que suscita envidia entre sus hermanos y lo venden a unos mercaderes, pero dos de sus hermanos quieren salvarlo Rubén y Judá, pero en realidad el que actúa es la providencia de Dios, que conduce a su elegido por caminos de muerte para salvar a todos. José está atento para hacer la voluntad de Dios y está revestido con una túnica principesca que los separa de sus hermanos, creando entre ellos una ruptura en la comunicación.

Su persecución, su sangre y la venta por 20 monedas de plata, prefigura a Jesucristo y ese es  el precio que se debe pagar para alcanzar el abrazo de la salvación.

En la parábola de los viñadores, se entiende que la viña es el pueblo de Israel y el dueño es Dios. Los enviados a cobrar los frutos fueron los profetas y los apóstoles y el hijo que es Jesús,  lo aprisionaron, lo sacaron fuera de Jerusalén y  lo mataron, vino Dios y arrendo su campo a otras naciones,  que  aceptaron hacer su voluntad, es decir, pasó sus mandatos preceptos y la salvación a otras naciones no judías.

Dios padre envía a Jesús, como a josé,  a buscar a sus hermanos, para que sean rescatados, perdonados para darles la salvación, la predilección de Dios por ellos es porque hacen su voluntad a pesar de los sufrimientos que deben  padecer, ellos participan de ese amor paterno que les permite donarse a sí mismo por amor a los demás.

Dios respeta la libertad de cada persona y no está  obligando o exigiendo lo que se debe hacer para alcanzar la salvación y constantemente envía sus mensajeros, que anuncian su palabra,  llaman la atención, corrigen, dan buenos consejos y desean acercarnos al corazón de Dios, pero muchas veces se rechazan, se ultrajan, pero Él  fiel y paciente, no se cansa de amar  y perdonar y continúa enviando sus nuevos mensajeros.

Dios  dota con dones y carismas a las personas para que se produzcan frutos de santidad para la vida eterna, por lo tanto,  cuando el Señor  encomienda una misión,  no e debe rechazar, porque está concediendo la oportunidad de servir, si no se acepta el llamado,  Él nos quita las gracias  o carismas concedidos y se los regala a otro que si está dispuesto a servir con amor.



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