Lecturas del Viernes 3 de marzo después de Ceniza

Lectura del libro de lsaías (58,1-9a):

Esto dice el Señor Dios:
«Grita a pleno pulmón, no te contengas;
alza la voz como una trompeta,
denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la casa de Jacob sus pecados.
Consultan mi oráculo a diario,
desean conocer mi voluntad.
Como si fuera un pueblo que practica la justicia
y no descuida el mandato de su Dios,
me piden sentencias justas,
quieren acercarse a Dios.
“¿Para qué ayunar, si no haces caso;
mortificarnos, si no te enteras?”
En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios
y apremiáis a vuestros servidores;
ayunáis para querellas y litigios,
y herís con furibundos puñetazos.
No ayunéis de este modo,
si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo.
¿Es ese el ayuno que deseo en el día de la penitencia:
inclinar la cabeza como un junco,
acostarse sobre saco y ceniza?
¿A eso llamáis ayuno,
día agradable al Señor?
Este es el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas injustas,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrar todos los yugos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
cubrir a quien ves desnudo
y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: “Aquí estoy”».

Palabra de Dios

Sal 50,3-4.5-6a.18-19

R/.
 Un corazón quebrantado y humillado, 
tú, Dios mío, no lo desprecias


Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,14-15)

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:


En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole «¿Por  qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebataran al esposo, y entonces ayunarán».

Palabra del Señor





REFLEXIÓN

El texto del libro de Isaías nos recuerda que el ayuno sin caridad es una práctica vacía que no conlleva a la purificación de la vida espiritual, el ayuno nos debe llevar a las verdaderas prácticas de conversión, tales como: dar con amor al necesitado, al desvalido, al que sufre, etc., dejando el individualismo, el egocentrismo y donarse totalmente al servicio de los demás.

Muchas personas, aún no reconocen a Jesús como el Mesías y salvador del mundo y se quedan con ritos que no edifican, rechazando a la perla preciosa, al tesoro escondido, que cuando se encuentra se vende todo para quedarse con Él. 

El ayuno cristiano no solo es abstenerse de los alimentos, sino que debe consistir,  en tener un encuentro personal e íntimo con el Señor, para romper los esquemas de pensamientos, actitudes y forma de actuar  para ser nuevas personas, ir dejando lo viejo y nacer de nuevo y así se logrará configurarnos con Jesús.            












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