Lecturas del Sábado 17 de junio de 2017. 10ª semana del Tiempo Ordinario


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5,14-21


Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo-, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no habla pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.


Palabra de Dios


Sal 102,1-2.3-4.8-9.11-12


R/. El Señor es compasivo y misericordioso

Bendice, alma mía, al Señor, 
y todo mi ser a su santo nombre. 
Bendice, alma mía, al Señor, 
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas 
y cura todas tus enfermedades; 
él rescata tu vida de la fosa 
y te colma de gracia y de ternura. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso, 
lento a la ira y rico en clemencia; 
no está siempre acusando 
ni guarda rencor perpetuo. R/. 

Como se levanta el cielo sobre la tierra, 
se levanta su bondad sobre sus fieles; 
como dista el oriente del ocaso, 
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.



Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,33-37


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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor." Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno.»

Palabra del Señor

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El pensamiento de Pablo es cristológico con implicaciones eclesiales, la conexión que existe entre Cristo y la iglesia, es la reconciliación. La convicción de Pablo es que la humanidad pecadora merece el castigo, pero Dios en su infinita misericordia no se cansa de perdonar, Dios siempre toma la iniciativa de renovar y transfiere los pecados a su Hijo amado Jesucristo. La pasión muerte y resurrección de Jesús es la única acción definitiva de los sacrificios de la antigua alianza, donde se sacrificaba un cordero para el perdón de los pecados.

La tarea de la iglesia en el mundo es la de una evangelización reconciliadora,  que anuncia la Buena Nueva, es decir, proclama a Jesús vivo y resucitado que quiere que todos los seres humanos se salven. Todo cristiano que ha sido bautizado debe sentirse ministro de la reconciliación, donde se devele el mal y con el testimonio de vida se haga un llamado a la conversión a los que han equivocado sus caminos. 

Los discípulos de Cristo deben tener un corazón abierto y disponible para que utilizar el diálogo, la tolerancia, la escucha, la solidaridad, para construir rutas de reconciliación y de paz.

Cuando se proclama la Palabra de Dios, pero no es creída por los demás, estamos frente a un grave problema de desconfianza social. Jesús enseñanza e instruye a sus discípulos, sobre el poder que tiene la Palabra y para poder anunciarla hay que orarla y comprenderla para  hacerla vida en nuestras vidas, no se debe plantear sobre supuestos , por que conlleva a la persona a desconfiar y a pedir  haciendo juramentos para que les crean, además, se coloca a Dios en una situación de no credibilidad y la palabra de Dios es veraz y eficaz.

Jurar en el nombre de Dios, es exigirle a Dios que demuestre su poder y su gloria en acontecimientos muchas veces efímeros, para quedar bien frente a los demás y no perder la fe. 
  



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