Lecturas del Jueves 6 de julio. 13ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura del libro del Génesis 22,1-19
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán llamándole: «¡Abrahán!»
Él respondió: «Aquí me tienes.»
Dios le dijo: «Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.»
Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios. El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos.
Y Abrahán dijo a sus criados: «Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros.»
Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.
Isaac dijo a Abrahán, su padre: «Padre.»
Él respondió: «Aquí estoy, hijo mío.»
El muchacho dijo: «Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?»
Abrahán contestó: «Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.»
Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.
Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: «¡Abrahán, Abrahán!»
Él contestó: «Aquí me tienes.»
El ángel le ordenó: «No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.»
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en una maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó a aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «El monte del Señor ve.»
El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: «Juro por mí mismo –oráculo del Señor–: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.»
Abrahán volvió a sus criados, y juntos se pusieron en camino hacia Berseba. Abrahán se quedó a vivir en Berseba.
Palabra de Dios
Sal 114
R/. Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco. R/.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.» R/.
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó. R/.
Arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 9,1-8
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla.
Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.»
Algunos de los escribas se dijeron: «Éste blasfema.»
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados están perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados –dijo dirigiéndose al paralítico–: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Palabra del Señor
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Con la partida de Ismael y de su madre, debió quedar en paz la tienda de Abraham, aunque el corazón del patriarca estaría lacerado por la violenta despedida de su primer hijo. Isaac crecía rodeado de caricias de sus padres; pero Dios tenía decretado valerse de él para someter al patriarca a la más dura prueba que el corazón de padre pueda sufrir. Los dioses cananeos tenían exigencias bárbaras, pues pedían a sus adoradores el sacrificio de sus propios hijos como las víctimas más apreciadas.
Estas costumbres bárbaras han sido proscritas por el legislador hebreo. El hagiógrafo, en el caso del sacrificio de Isaac, tiene cuidado de expresar que la orden es dada por Dios, porque estaban habituado a las pruebas para aquilatar la fe y su obediencia. El patriarca sabía que los cananeos hacían sacrificios de sus hijos por exigencias de las divinidades, por eso no le pareció injusta esta petición divina. En toda su vida había sido un caminante errante por orden de su Dios, llevado de misteriosos designios y lejanas promesas. Una vez más se entrega ciegamente en manos de Dios.
La orden divina es tajante y parece que se complace en herir al patriarca en lo más íntimo de su corazón al recordarle que debe sacrificar a su hijo legítimo de su verdadera esposa, el único hijo que le quedaba después de la partida de Ismael, sin esperanza humana de tener otro, el hijo heredero de la promesa divina. Con mayor naturalidad Abraham acepta la voluntad de Dios y se dispone ofrecer a su hijo en sacrificio de holocausto, que era el más perfecto y acepto a la divinidad, pues en él se quema toda la víctima.
Abraham camina durante tres días, esto demuestra que su obediencia ha sido sobrepasada. Isaac es una prefiguración de Jesús, porque él cargó la leña para el holocausto y él era víctima. La interpretación cristiana ha visto siempre esta inmolación del hijo amado, a la figura del único y perfecto sacrificio de Cristo muriendo en la cruz.
La intervención del ángel del Señor, que sustrae a Isaac de la consumación del sacrificio, le ratifica en su papel de hijo de la fe que abre la descendencia de la promesa de que todas las naciones de la tierra alcanzarán la bendición.
En el Evangelio Jesús regresa a Cafarnaún después de su recorrido por los pueblos de los gentiles. Jesús estando en Cafarnaún su ciudad ejerce su ministerio y llevan a un paralítico, la fe sus amigos conducen al paralítico a tener un encuentro con Jesús, que transforma su vida, lo libera de la camilla y le perdona sus pecados. Esta acción produjo malestar y rivalidad con los maestros de la Ley y fue acusado de blasfemo, es decir, antagonista de Dios, porque el perdón en el pensamiento del A.T , es que acción liberadora era exclusiva de Dios. Es evidente la relación entre la enfermedad y el pecado, porque Dios le ofrece al hombre no reducir el dolor y devolverle la movilidad, sino que quiere llevarlo por el camino de la salvación que solo ofrece Jesús, no solo a él sino a todos los de su casa.
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Con la partida de Ismael y de su madre, debió quedar en paz la tienda de Abraham, aunque el corazón del patriarca estaría lacerado por la violenta despedida de su primer hijo. Isaac crecía rodeado de caricias de sus padres; pero Dios tenía decretado valerse de él para someter al patriarca a la más dura prueba que el corazón de padre pueda sufrir. Los dioses cananeos tenían exigencias bárbaras, pues pedían a sus adoradores el sacrificio de sus propios hijos como las víctimas más apreciadas.
Estas costumbres bárbaras han sido proscritas por el legislador hebreo. El hagiógrafo, en el caso del sacrificio de Isaac, tiene cuidado de expresar que la orden es dada por Dios, porque estaban habituado a las pruebas para aquilatar la fe y su obediencia. El patriarca sabía que los cananeos hacían sacrificios de sus hijos por exigencias de las divinidades, por eso no le pareció injusta esta petición divina. En toda su vida había sido un caminante errante por orden de su Dios, llevado de misteriosos designios y lejanas promesas. Una vez más se entrega ciegamente en manos de Dios.
La orden divina es tajante y parece que se complace en herir al patriarca en lo más íntimo de su corazón al recordarle que debe sacrificar a su hijo legítimo de su verdadera esposa, el único hijo que le quedaba después de la partida de Ismael, sin esperanza humana de tener otro, el hijo heredero de la promesa divina. Con mayor naturalidad Abraham acepta la voluntad de Dios y se dispone ofrecer a su hijo en sacrificio de holocausto, que era el más perfecto y acepto a la divinidad, pues en él se quema toda la víctima.
Abraham camina durante tres días, esto demuestra que su obediencia ha sido sobrepasada. Isaac es una prefiguración de Jesús, porque él cargó la leña para el holocausto y él era víctima. La interpretación cristiana ha visto siempre esta inmolación del hijo amado, a la figura del único y perfecto sacrificio de Cristo muriendo en la cruz.
La intervención del ángel del Señor, que sustrae a Isaac de la consumación del sacrificio, le ratifica en su papel de hijo de la fe que abre la descendencia de la promesa de que todas las naciones de la tierra alcanzarán la bendición.
En el Evangelio Jesús regresa a Cafarnaún después de su recorrido por los pueblos de los gentiles. Jesús estando en Cafarnaún su ciudad ejerce su ministerio y llevan a un paralítico, la fe sus amigos conducen al paralítico a tener un encuentro con Jesús, que transforma su vida, lo libera de la camilla y le perdona sus pecados. Esta acción produjo malestar y rivalidad con los maestros de la Ley y fue acusado de blasfemo, es decir, antagonista de Dios, porque el perdón en el pensamiento del A.T , es que acción liberadora era exclusiva de Dios. Es evidente la relación entre la enfermedad y el pecado, porque Dios le ofrece al hombre no reducir el dolor y devolverle la movilidad, sino que quiere llevarlo por el camino de la salvación que solo ofrece Jesús, no solo a él sino a todos los de su casa.
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