Martes, 25 de julio de 2017. Lecturas del Santiago apóstol


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4,33;5,12.27-33;12,2

En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los condujeron a presencia del Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.» 
Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.

Palabra de Dios



Sal 66

R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R/.



Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4,7-15

Este tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios. 

Palabra de Dios



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Lectura del santo evangelio según san Mateo 20,20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?» 
Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» 
Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»
Contestaron: «Lo somos.» 
Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.» 
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.» 

Palabra del Señor

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La resurrección ( anastasis) de Jesús, el Señor, designa el punto central de la enseñanza cristiana, pero no la reduce a esta sola afirmación de fe. La gracia de Dios, viene a todos los creyentes como consecuencia de toda la enseñanza de Jesús, que trae la redención para todos.

Pedro sigue curando en Jerusalén y actuando en contra de las prohibiciones de hablar de Jesús y la comunidad sigue reuniéndose, también en contra de la prohibición, en el atrio del templo, en el pórtico oriental.

El sumo sacerdote es quien dirige el proceso y comienza planteando las preguntas sobre las que debe versar el proceso. La primera pregunta, relativa al desconocimiento de la prohibición, no tiene importancia. Si la responden afirmativamente, el castigo será 40 azotes menos uno, como sucede al final, se trata no solo de la violación de una exigencia de la policía

Más grave es la segunda pregunta, que, contra el derecho procesal, se formula ya como acusación. Hacer recaer sobre alguien  la sangre de un hombre, se mezclan aquí dos exigencia distintas de un proceso: la purificación de un homicidio cometido por un reo, desconocido mediante el sacrificio de una vaca y la maldición sobre    un  asesino a sueldo. Los sumos sacerdotes culpan a apóstoles de maldecir a los miembros del Sanedrín como asesinos pagados secretamente. 

La petición que viene de la madre de Santiago y de Juan, nos lleva a pedirle a Dios que nos conceda todo lo que pidamos, de acuerdo a nuestra voluntad, lo que significa que nuestras oraciones queremos que Dios haga lo que nosotros pidamos, en lugar, de pedirle que podamos hacer lo que Él quiere. 

Esta mujer adora y pide. Una oración devota y amable en su forma puede ser perversa en su contenido. El exterior de la religiosidad puede ocultar algo poco divino y muy humano, incluso diabólico. Un intento de reducir a Dios a ser mediador de nuestros fines egoístas. Esto sucede cuando no estamos dispuestos a cuestionar nuestras ideas y nuestras expectativas sobre todo del carácter religioso.







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