Lecturas del Miércoles 30 de agosto. 21ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2,9-13

Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de lo leal, recto e irreprochable que fue nuestro proceder con vosotros, los creyentes; sabéis perfectamente que tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre con sus hijos, animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha llamado a su reino y gloria. Ésa es la razón por la que no cansarnos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes.

Palabra de Dios


Sal 138,7-8.9-10.11-12ab


R/. Señor, tú me sondeas y me conoces

¿Adónde iré lejos de tu aliento, 
adónde escaparé de tu mirada? 
Si escalo el cielo, allí estás tú; 
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R/. 

Si vuelo hasta el margen de la aurora, 
si emigro hasta el confín del mar, 
allí me alcanzará tu izquierda, 
me agarrará tu derecha. R/. 

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra, 
que la luz se haga noche en torno a mí», 
ni la tiniebla es oscura para ti, 
la noche es clara como el díaR/



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Lectura del santo evangelio según san Mateo 23,27-32

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas"! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»

Palabra del Señor

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La predicación de Pablo a los tesalonicenses se ha convertido en una experiencia de vida, en una especie de libro abierto capaz de hablar a los creyentes el lenguaje de Dios. Pablo no tiene necesidad de recurrir a argumentaciones  refinadas o demostraciones de tipo filosófico. Le basta con traer a la memoria de sus hermanos en Cristo lo que ha sufrido y trabajado entre ellos, su oficio humilde, tejedor de tienda, pero digno, que le ha permitido no tener necesidad del favor de nadie, para estar libre de todo servicio del Evangelio. La vida de Pablo se ha convertido en signo que da testimonio de la misión que ha recibido de Dios ante los hombres de su tiempo.

Como sello de la autenticidad de tal misión están en gratitud y la alabanza que brotan del corazón de Pablo: el apóstol contempla la obra del Señor que se lleva a cabo a través de su trabajo entre los hombres, restituyéndolos a la dignidad de hijos de Dios.

Los sepulcros de los que habla el Evangelio eran en realidad osarios, es decir,  lugares donde se guardan los restos mortales de los difuntos, pasados varios años después de haber sido enterrados, en esas moradas el hombre había perdido ya sus rasgos físicos y solo son montón de huesos.

La imagen recuerda a los huesos secos del profeta Ezequiel (Ez 37, 1-14), con la diferencia de que aquí los restos mortales están ocultos por la blancura de la cal de los sepulcros. Del mismo modo, el aspecto imponente de los monumentos levantados a los profetas intenta ocultar las injusticias y las abominaciones realizadas contra ellos por antepasados. Sepulcros para esconder, monumentos para recordar, para desviar la atención de algo, que sin embargo, puede ser aún palabra poderosa de Dios que llama a la conversión,la palabra de los profetas.

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