Lecturas del Viernes 18 de agosto. 19ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura del libro de Josué 24,1-13
El libro de Josué hace un reconocimiento a los patriarca y recuerda la historia del pueblo de Israel a partir de Abrahán que es su padre en la fe. En la magna asamblea de Siquen, celebrada cuando el pueblo se ha adentrado ya en la tierra prometida, se renueva de manera solemne la alianza con Yahvé. Con cierta estructura ritual y ante la renovada adhesión de fe por parte del pueblo, Josué traza las grandes líneas de la historia de Israel, presidida siempre por la presencia del Señor; transmite la memoria de las admirables obras realizadas por el Señor, en su nombre, como una historia llevada a cabo por Dios mismo con sus siervos. Se trata del relato de todo lo que Yahvé ha ido haciendo a lo largo de una peregrinación que arranca con los antepasados de Abrahán, hasta el momento presente, en el que se ven realizadas las promesas que le fueron hechas al amigo de Dios, a nuestro padre en la fe.
En una síntesis vertiginosa se pasa revista a los padres y los patriarcas de la historia del pueblo: Abrahán, Isaac, Jacob y sus hijos que bajaron de Egipto. Después se recuerda el acontecimiento maravilloso de la liberación de Egipto, presente siempre en la memoria, como acontecimiento clave de la historia de Dios con el pueblo, la entrada a la tierra prometida y las dificultades superadas contra los habitantes de esta tierra..
Todo es historia de Dios en favor del pueblo, que debe copiar siempre y en todo la gratuidad de los dones de Dios, a fin de responder también con un corazón repleto de gratitud. Con este sentimiento se concluye la profesión de fe, memoria histórica de las obras de Dios. El pueblo tiene ahora una tierra que no ha sudado, habita en ciudades que no ha edificado, come el fruto de viñas y olivos que no ha plantado. Todo es don de Dios.
En el Evangelio Jesús confronta una realidad humana, que ilumina con una nueva luz los puntos críticos de la vida del hombre.
Esta lectura se trata del matrimonio en el proyecto original del creador. El Maestro, a la luz del relato del Génesis, recuerda la dualidad y reciprocidad de la naturaleza humana creada por Dios en la pareja complementaria: varón y hembra. La pareja es un signo recíproco, manifestado en la unión conyugal, que expresa la entrega total de ambas personas, la una a la otra. Se trata de un proyecto de Dios, que no puede separar el hombre. En la práctica esta afirmación del proyecto original de un matrimonio único y indisoluble.
Jesús restablece el equilibrio de los derechos y deberes entre el hombre y la mujer en el matrimonio. Por otra parte Jesús es célibe por decisión propia, aunque no era un hecho muy regular en su cultura, Él lo hizo para dedicarse completamente a la instauración del Reino de Dios aquí en la tierra.
En aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y alguaciles, y se presentaron ante el Señor.
Josué habló al pueblo: «Así dice el Señor, Dios de Israel: "Al otro lado del río Éufrates vivieron antaño vuestros padres, Teraj, padre de Abrahán y de Najor, sirviendo a otros dioses. Tomé a Abrahán, vuestro padre, del otro lado del río, lo conduje por todo el país de Canaán y multipliqué su descendencia dándole a Isaac. A Isaac le di Jacob y Esaú. A Esaú le di en propiedad la montaña de Seír, mientras que Jacob y sus hijos bajaron a Egipto. Envié a Moisés y Aarón para castigar a Egipto con los portentos que hice, y después os saqué de allí. Saqué de Egipto a vuestros padres; y llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a vuestros padres con caballería y carros hasta el mar Rojo. Pero gritaron al Señor, y él puso una nube oscura entre vosotros y los egipcios; después desplomó sobre ellos el mar, anegándolos. Vuestros ojos vieron lo que hice en Egipto. Después vivisteis en el desierto muchos años. Os llevé al país de los amorreos, que vivían en Transjordania; os atacaron, y os los entregué. Tomasteis posesión de sus tierras, y yo los exterminé ante vosotros. Entonces Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, atacó a Israel; mandó llamar a Balaán, hijo de Beor, para que os maldijera; pero yo no quise oír a Balaán, que no tuvo más remedio que bendeciros, y os libré de sus manos. Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó. Los jefes de Jericó os atacaron: los amorreos, fereceos, cananeos, hititas, guirgaseos, heveos y jebuseos; pero yo os los entregué; sembré el pánico ante vosotros, y expulsasteis a los dos reyes amorreos, no con tu espada ni con tu arco. Y os di una tierra por la que no habíais sudado, ciudades que no habíais construido, y en las que ahora vivís, viñedos y olivares que no habíais plantado, y de los que ahora coméis."»
Palabra de Dios
Sal 135,1-3.16-18.21-22.24
R./ Porque es eterna su misericordia
Dad gracias al Señor porque es bueno. R/.
Dad gracias al Dios de los dioses. R/.
Dad gracias al Señor de los señores. R/.
Guió por el desierto a su pueblo. R/.
Él hirió a reyes famosos. R/.
Dio muerte a reyes poderosos. R/.
Les dio su tierra en heredad. R/.
En heredad a Israel, su siervo. R/.
Y nos libró de nuestros opresores. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 19,3-12
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?»
Él les respondió: «¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
Ellos insistieron: «¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?»
Él les contestó: «Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Ahora os digo yo que, si uno se divorcia de su mujer –no hablo de impureza– y se casa con otra, comete adulterio.»
Los discípulos le replicaron: «Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse.»
Pero él les dijo: «No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reino de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga.»
Palabra del Señor
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En una síntesis vertiginosa se pasa revista a los padres y los patriarcas de la historia del pueblo: Abrahán, Isaac, Jacob y sus hijos que bajaron de Egipto. Después se recuerda el acontecimiento maravilloso de la liberación de Egipto, presente siempre en la memoria, como acontecimiento clave de la historia de Dios con el pueblo, la entrada a la tierra prometida y las dificultades superadas contra los habitantes de esta tierra..
Todo es historia de Dios en favor del pueblo, que debe copiar siempre y en todo la gratuidad de los dones de Dios, a fin de responder también con un corazón repleto de gratitud. Con este sentimiento se concluye la profesión de fe, memoria histórica de las obras de Dios. El pueblo tiene ahora una tierra que no ha sudado, habita en ciudades que no ha edificado, come el fruto de viñas y olivos que no ha plantado. Todo es don de Dios.
En el Evangelio Jesús confronta una realidad humana, que ilumina con una nueva luz los puntos críticos de la vida del hombre.
Esta lectura se trata del matrimonio en el proyecto original del creador. El Maestro, a la luz del relato del Génesis, recuerda la dualidad y reciprocidad de la naturaleza humana creada por Dios en la pareja complementaria: varón y hembra. La pareja es un signo recíproco, manifestado en la unión conyugal, que expresa la entrega total de ambas personas, la una a la otra. Se trata de un proyecto de Dios, que no puede separar el hombre. En la práctica esta afirmación del proyecto original de un matrimonio único y indisoluble.
Jesús restablece el equilibrio de los derechos y deberes entre el hombre y la mujer en el matrimonio. Por otra parte Jesús es célibe por decisión propia, aunque no era un hecho muy regular en su cultura, Él lo hizo para dedicarse completamente a la instauración del Reino de Dios aquí en la tierra.
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