Lecturas del Domingo 24º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Lectura del libro del Eclesiástico 27,33–28,9
El rencor desemboca en la venganza,actitud detestable y castigada por el Señor. El rencoroso se expone a la venganza del Señor. La actitud correcta frente a los agravios consiste en olvidar, perdonar y orar. Solo así evitaremos el castigo divino.
El recuerdo de la muerte, la urgencia de cumplir los mandamientos y la memoria de la Alianza, probablemente el seguimiento de la Ley, son los argumentos de sentido común en el texto del Eclesiástico. A luz de estas advertencias, se llama al perdón de las ofensas y la relación entre el perdón humano y divino se cultiva ya en el judaísmo antes de la era cristiana.
Pablo enfrenta un asunto espinoso; la comunidad cristiana de Roma está dividida entre quienes denomina fuertes y débiles. Es un problema delicado, los débiles se abstienen de comer carnes y guardan un determinado calendario, son vegetarianos y celosos cumplidores de un rígido ascetismo. Los fuertes, comen de todo sin ningún problema y no hacen distinciones de días. Entre ambas partes han surgidos una disputa de recíproca acusación y condena. Pablo les exhorta a la acogida mutua: " Acogeos unos a otros, como también Cristo os escogió para gloria de Dios"(Rm 15,7). Para que sea posible una acogida mutua y común, es necesario que cada uno actúe de acuerdo a su propia conciencia, nadie debe reivindicar pretensiones sobre los demás, un derecho de posesión inexistente sobre los hermanos.
Pablo distingue entre lo secundario y lo importante y el problema, el motivo de la contienda es marginal, aún sumando todos los elementos de la discusión. El punto central es el principio universal de la pertenencia a Cristo. Es fundamental que la comunidad reconozca que Cristo es el único Señor, en virtud de su muerte y resurrección. Cada uno esta llamado a comprobar su pertenencia a Cristo, la autenticidad de su fe y la acogida al hermano.
El Evangelio pertenece al discurso eclesial o comunitario de Mateo, la principal interpelada es la comunidad cristiana, la iglesia y la asamblea de los llamados. El discurso no está dirigido a extraños, sino a hermanos que viven juntos. Se trata de dar consistencia al amor fraterno. La pregunta de Pedro es clara, la cuestión es de cálculo, el límite o las fronteras del perdón...¿Siete veces siete?. Hasta cuántas veces, llegados a un punto, porque la paciencia tiene límite.
Jesús le contesta con una parábola, para quien quiera entender y los protagonistas son un rey y sus siervos.
El rey decide ajustar cuenta con sus sirvientes, se le presenta un siervo que tiene una deuda de 10.000 denarios, que es imposible de pagar, para pagar la deuda debía trabajar toda su vida y aunque el rey hubiese vendido el siervo con toda su familia y sus bienes, no se hubiese saldado totalmente la deuda. El siervo le propone que le pagará todo, aunque es una proposición absurda. Sin embargo, el rey se conmovió con la súplica del siervo y tuvo compasión de él.
El segundo acto del drama, el perdón fraterno, mutuo e ilimitado. " No t digo siete veces, sino setenta veces siete". El rey desaparece de la escena y quedan los siervos. Un segundo siervo le debe 100 denarios al primer siervo al que el rey le había perdonado la deuda, a este le tocaría tener un poco de paciencia y darle tiempo para que se pagase la deuda. El drama consiste en que el primer siervo no quiere esperar y lo trata en forma agresiva, sin acceder a prórroga de ningún tipo, rompe toda relación y lo mete a la cárcel.
El final de la parábola es la consecuencia del comportamiento mezquino del siervo. El rey muy enfadado lo actitud del primer siervo, emite un juicio y concluye formulando una pregunta ¿ " No debias haber tenido compasión de tu compañero, como yo la tuve de ti?
Furor y cólera son odiosos; el pecador los posee. Del vengativo se vengará el Señor y llevará estrecha cuenta de sus culpas. Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? No tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados? Si él, que es carne, conserva la ira, ¿quién expiará por sus pecados? Piensa en tu fin, y cesa en tu enojo; en la muerte y corrupción, y guarda los mandamientos. Recuerda los mandamientos, y no te enojes con tu prójimo; la alianza del Señor, y perdona el error.
Palabra de Dios
Sal 102,1-2.3-4.9-10.11-12
R/. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 14,7-9
Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18,21-35
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
Palabra del Señor
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El recuerdo de la muerte, la urgencia de cumplir los mandamientos y la memoria de la Alianza, probablemente el seguimiento de la Ley, son los argumentos de sentido común en el texto del Eclesiástico. A luz de estas advertencias, se llama al perdón de las ofensas y la relación entre el perdón humano y divino se cultiva ya en el judaísmo antes de la era cristiana.
Pablo enfrenta un asunto espinoso; la comunidad cristiana de Roma está dividida entre quienes denomina fuertes y débiles. Es un problema delicado, los débiles se abstienen de comer carnes y guardan un determinado calendario, son vegetarianos y celosos cumplidores de un rígido ascetismo. Los fuertes, comen de todo sin ningún problema y no hacen distinciones de días. Entre ambas partes han surgidos una disputa de recíproca acusación y condena. Pablo les exhorta a la acogida mutua: " Acogeos unos a otros, como también Cristo os escogió para gloria de Dios"(Rm 15,7). Para que sea posible una acogida mutua y común, es necesario que cada uno actúe de acuerdo a su propia conciencia, nadie debe reivindicar pretensiones sobre los demás, un derecho de posesión inexistente sobre los hermanos.
Pablo distingue entre lo secundario y lo importante y el problema, el motivo de la contienda es marginal, aún sumando todos los elementos de la discusión. El punto central es el principio universal de la pertenencia a Cristo. Es fundamental que la comunidad reconozca que Cristo es el único Señor, en virtud de su muerte y resurrección. Cada uno esta llamado a comprobar su pertenencia a Cristo, la autenticidad de su fe y la acogida al hermano.
El Evangelio pertenece al discurso eclesial o comunitario de Mateo, la principal interpelada es la comunidad cristiana, la iglesia y la asamblea de los llamados. El discurso no está dirigido a extraños, sino a hermanos que viven juntos. Se trata de dar consistencia al amor fraterno. La pregunta de Pedro es clara, la cuestión es de cálculo, el límite o las fronteras del perdón...¿Siete veces siete?. Hasta cuántas veces, llegados a un punto, porque la paciencia tiene límite.
Jesús le contesta con una parábola, para quien quiera entender y los protagonistas son un rey y sus siervos.
El rey decide ajustar cuenta con sus sirvientes, se le presenta un siervo que tiene una deuda de 10.000 denarios, que es imposible de pagar, para pagar la deuda debía trabajar toda su vida y aunque el rey hubiese vendido el siervo con toda su familia y sus bienes, no se hubiese saldado totalmente la deuda. El siervo le propone que le pagará todo, aunque es una proposición absurda. Sin embargo, el rey se conmovió con la súplica del siervo y tuvo compasión de él.
El segundo acto del drama, el perdón fraterno, mutuo e ilimitado. " No t digo siete veces, sino setenta veces siete". El rey desaparece de la escena y quedan los siervos. Un segundo siervo le debe 100 denarios al primer siervo al que el rey le había perdonado la deuda, a este le tocaría tener un poco de paciencia y darle tiempo para que se pagase la deuda. El drama consiste en que el primer siervo no quiere esperar y lo trata en forma agresiva, sin acceder a prórroga de ningún tipo, rompe toda relación y lo mete a la cárcel.
El final de la parábola es la consecuencia del comportamiento mezquino del siervo. El rey muy enfadado lo actitud del primer siervo, emite un juicio y concluye formulando una pregunta ¿ " No debias haber tenido compasión de tu compañero, como yo la tuve de ti?
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