Lecturas del Lunes 25 d3 septiembre. 25ª semana del Tiempo Ordinario
Comienzo del libro de Esdras 1,1-6
El libro de Esdras, redactado hacía el año 300 a de C. narra el regreso a la patria de los exiliados en Babilonia, tras el edicto de Ciro en el 538 a. de C. y la reconstrucción civil y religiosa de la comunidad. La restauración pondrá de manifiesto los pilares de la vida judía del postexilio: la Ley, el sacerdocio y el templo, signo de la presencia divina y garantía de esperanza para el futuro.
El inicio del libro cuenta toda la historia interpretada como el cumplimiento de la promesa divina. El decreto de Ciro es expresión del plan providencial e indica los dos temas centrales de la obra, el deseo de ser pueblo de Dios de una manera visible y la reconstrucción del templo y de la ciudad, que había quedado devastada después de la ocupación y destrucción babilónicas del año 586 a de C.
La decisión de adherirse al decreto de Ciro es atribuida a la intervención del Espíritu de Dios, que suscita en los ánimos entusiasmo hacía el proyecto de retorno a la patria de los exiliados de Babilonia y de reconstrucción del templo del Señor. El Espíritu de Dios infunde además generosidad incluso en los otros judíos que no participan en el retorno, colaboran en el proyecto de reconstrucción con abundantes ayudas económicas.
Lo que sucede es revivir la experiencia del Éxodo, que figura en el centro de la confesión de la fe de Israel, por tanto, hay una analogía entre los dos acontecimientos, lo que significa que el retorno de Babilonia a Jerusalén es un segundo Éxodo, que permite confirmar la continuidad de la obra divina que vela por el cumplimiento de las promesas.
La condición previa para entrar en un diálogo profundo con Dios para acoger su plan de amor y salvación, es cuando hacemos su voluntad y salimos de nosotros mismos, de nuestras seguridades, certezas para ponernos en un nuevo camino para alcanzar nuevas metas. Es importante al iniciar este nuevo camino: la escucha de la palabra y ponerla en practica.
En el Evangelio de Lucas hay tres dichos que tiene como hilo conductor la Palabra de Dios.
Primer dicho: "Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz". Este dicho es una advertencia a los discípulos con el fin de que no tengan miedo, ni mantengan escondida la Palabra de Dios por miedo. El discípulo tiene que asumir con responsabilidad de anunciar la Palabra de Dios y hacerla visible con los actos y las obras.
Segundo dicho: "Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público". Este dicho esta conectado con el primero y en él aparece una advertencia a los discípulos de Jesús, porque mantienen encerrada la Palabra de Dios en el corazón o bien la comunican a algunos que han iniciado el camino de la conversión y este anuncio queda desatendido.
Tercer dicho: "al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener". Este dicho aclara a los anteriores. El anuncio de la Palabra, el hacerla visible, depende antes que nada de la importancia dada por el discípulo a la escucha, a la actitud interior con la que escucha: "A ver si me escucháis bien". Es preciso que la escucha sea adecuada, que corresponda a la importancia de la Palabra de Dios comunicada al discípulo, se puede escuchar, pero escuchar mal y en este caso, más que ser ocasión de crecimiento, se convierte en ocasión de juicio: "al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener". Es preciso escuchar bien, porque así se enriquece el corazón. Si se escucha mal o no se escucha, se pierde la oportunidad de crecer en la fe, sino que va camino a la perdición.
El año primero de Ciro, rey de Persia, el Señor, para cumplir lo que había anunciado por boca de Jeremías, movió a Ciro, rey de Persia, a promulgar de palabra y por escrito en todo su reino: «Ciro, rey de Persia, decreta: "El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los reinos de la tierra y me ha encargado construirle un templo en Jerusalén de Judá. Los que entre vosotros pertenezcan a ese pueblo, que su Dios los acompañe, y suban a Jerusalén de Judá para reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que habita en Jerusalén. Y a todos los supervivientes, dondequiera que residan, la gente del lugar proporcionará plata, oro, hacienda y ganado, además de las ofrendas voluntarias para el templo del Dios de Jerusalén."»
Entonces, todos los que se sintieron movidos por Dios, cabezas de familia de Judá y Benjamín, sacerdotes y levitas, se pusieron en marcha y subieron a reedificar el templo de Jerusalén. Sus vecinos les proporcionaron de todo: plata, oro, hacienda, ganado y otros muchos regalos de las ofrendas voluntarias.
Palabra de Dios
Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6
R/. El Señor ha estado grande con nosotros
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 8,16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.»
Palabra del Señor
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El inicio del libro cuenta toda la historia interpretada como el cumplimiento de la promesa divina. El decreto de Ciro es expresión del plan providencial e indica los dos temas centrales de la obra, el deseo de ser pueblo de Dios de una manera visible y la reconstrucción del templo y de la ciudad, que había quedado devastada después de la ocupación y destrucción babilónicas del año 586 a de C.
La decisión de adherirse al decreto de Ciro es atribuida a la intervención del Espíritu de Dios, que suscita en los ánimos entusiasmo hacía el proyecto de retorno a la patria de los exiliados de Babilonia y de reconstrucción del templo del Señor. El Espíritu de Dios infunde además generosidad incluso en los otros judíos que no participan en el retorno, colaboran en el proyecto de reconstrucción con abundantes ayudas económicas.
Lo que sucede es revivir la experiencia del Éxodo, que figura en el centro de la confesión de la fe de Israel, por tanto, hay una analogía entre los dos acontecimientos, lo que significa que el retorno de Babilonia a Jerusalén es un segundo Éxodo, que permite confirmar la continuidad de la obra divina que vela por el cumplimiento de las promesas.
La condición previa para entrar en un diálogo profundo con Dios para acoger su plan de amor y salvación, es cuando hacemos su voluntad y salimos de nosotros mismos, de nuestras seguridades, certezas para ponernos en un nuevo camino para alcanzar nuevas metas. Es importante al iniciar este nuevo camino: la escucha de la palabra y ponerla en practica.
En el Evangelio de Lucas hay tres dichos que tiene como hilo conductor la Palabra de Dios.
Primer dicho: "Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz". Este dicho es una advertencia a los discípulos con el fin de que no tengan miedo, ni mantengan escondida la Palabra de Dios por miedo. El discípulo tiene que asumir con responsabilidad de anunciar la Palabra de Dios y hacerla visible con los actos y las obras.
Segundo dicho: "Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público". Este dicho esta conectado con el primero y en él aparece una advertencia a los discípulos de Jesús, porque mantienen encerrada la Palabra de Dios en el corazón o bien la comunican a algunos que han iniciado el camino de la conversión y este anuncio queda desatendido.
Tercer dicho: "al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener". Este dicho aclara a los anteriores. El anuncio de la Palabra, el hacerla visible, depende antes que nada de la importancia dada por el discípulo a la escucha, a la actitud interior con la que escucha: "A ver si me escucháis bien". Es preciso que la escucha sea adecuada, que corresponda a la importancia de la Palabra de Dios comunicada al discípulo, se puede escuchar, pero escuchar mal y en este caso, más que ser ocasión de crecimiento, se convierte en ocasión de juicio: "al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener". Es preciso escuchar bien, porque así se enriquece el corazón. Si se escucha mal o no se escucha, se pierde la oportunidad de crecer en la fe, sino que va camino a la perdición.
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