Lecturas del Martes 26 de septiembre. 25ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura del libro de Esdras 6,7-8.12b.14-20
Palabra del Señor
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A la carta de los dirigentes de Judá, que se defienden de la acusación de sediciosos y rebeldes por haber querido reconstruir el templo, responde ahora el emperador persa, Darío. Éste acepta la tesis de los ancianos y permite proseguir los trabajos de construcción del templo; más aún, pide incluso que recen en él por su persona y manda que se haga uso de fondos tomados del tesoro de la satrapía aqueménida para la reedificación del templo, además,, de la contribución económica de la próspera comunidad judía que se había quedado en tierras babilónicas.
El apoya de la autoridad y las palabras de aliento de los profetas Ageo y Zacarías, infunden confianza y perseverancia en la realización del proyecto de construcción del templo del Señor, querido por los dirigentes de Judá.
Detrás de los decretos de Darío y Artajerjes está el mandato del Dios de Israel, que actúa para dar fuerza, unidad y esperanza al pueblo que ha vuelto del exilio y debe reorganizar su propia vida social y religiosa en torno a tres realidades que serán los pilares de la comunidad en el período postexílico: el templo, el reinicio del culto legitimo y la celebración de una pascua ecuménica, indican una nueva etapa en la vida del pueblo de Dios, que experimenta así la permanente actualidad de las grandezas de Dios durante el Éxodo.
El Evangelio es un ejemplo de la escucha de la Palabra, que se pone en práctica. La venida de su madre y familiares proporciona a Jesús la ocasión para brindar una enseñanza decisiva sobre el verdadero parentesco no creado por vínculos de sangre, sino por la escucha obediente y activa de la palabra.
Es evidente, que sus parientes carnales no están excluidos de esta posibilidad, todos estamos incluidos, empezando por la Virgen María su madre. El texto resalta la importancia de la nueva familia que se reune en torno a Jesús, una familia espiritual engendrada por la Palabra. Es la Palabra de Dios que nos pone en comunión con Jesús, es la Palabra que forma comunidad..
En aquellos días, el rey Darío escribió a los gobernantes de Transeufratina: «Permitid al gobernador y al senado de Judá que trabajen reconstruyendo el templo de Dios en su antiguo sitio. En cuanto al senado de Judá y a la construcción del templo de Dios, os ordeno que se paguen a esos hombres todos los gastos puntualmente y sin interrupción, utilizando los fondos reales de los impuestos de Transeufratina. La orden es mía, y quiero que se cumpla a la letra. Darío.»
De este modo, el senado de Judá adelantó mucho la construcción, cumpliendo las instrucciones de los profetas Ageo y Zacarías, hijo de Idó, hasta que por fin la terminaron, conforme a lo mandado por el Dios de Israel y por Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia. El templo se terminó el día tres del mes de Adar, el año sexto del reinado de Darío. Los israelitas, sacerdotes, levitas y resto de los deportados, celebraron con júbilo la dedicación del templo, ofreciendo con este motivo cien toros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos y doce machos cabríos, uno por tribu, como sacrificio expiatorio por todo Israel. El culto del templo de Jerusalén se lo encomendaron a los sacerdotes, por grupos, y a los levitas, por clases, como manda la ley de Moisés. Los deportados celebraron la Pascua el día catorce del mes primero; como los levitas se habían purificado, junto con los sacerdotes, estaban puros e inmolaron la víctima pascual para todos los deportados, para los sacerdotes, sus hermanos, y para ellos mismos.
Palabra de Dios
Sal 121,1-2.3-4a.4b-5
R/. Vamos alegres a la casa del Señor
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 8,19-21
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.»
Él les contestó: «Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.»
Palabra del Señor
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A la carta de los dirigentes de Judá, que se defienden de la acusación de sediciosos y rebeldes por haber querido reconstruir el templo, responde ahora el emperador persa, Darío. Éste acepta la tesis de los ancianos y permite proseguir los trabajos de construcción del templo; más aún, pide incluso que recen en él por su persona y manda que se haga uso de fondos tomados del tesoro de la satrapía aqueménida para la reedificación del templo, además,, de la contribución económica de la próspera comunidad judía que se había quedado en tierras babilónicas.
El apoya de la autoridad y las palabras de aliento de los profetas Ageo y Zacarías, infunden confianza y perseverancia en la realización del proyecto de construcción del templo del Señor, querido por los dirigentes de Judá.
Detrás de los decretos de Darío y Artajerjes está el mandato del Dios de Israel, que actúa para dar fuerza, unidad y esperanza al pueblo que ha vuelto del exilio y debe reorganizar su propia vida social y religiosa en torno a tres realidades que serán los pilares de la comunidad en el período postexílico: el templo, el reinicio del culto legitimo y la celebración de una pascua ecuménica, indican una nueva etapa en la vida del pueblo de Dios, que experimenta así la permanente actualidad de las grandezas de Dios durante el Éxodo.
El Evangelio es un ejemplo de la escucha de la Palabra, que se pone en práctica. La venida de su madre y familiares proporciona a Jesús la ocasión para brindar una enseñanza decisiva sobre el verdadero parentesco no creado por vínculos de sangre, sino por la escucha obediente y activa de la palabra.
Es evidente, que sus parientes carnales no están excluidos de esta posibilidad, todos estamos incluidos, empezando por la Virgen María su madre. El texto resalta la importancia de la nueva familia que se reune en torno a Jesús, una familia espiritual engendrada por la Palabra. Es la Palabra de Dios que nos pone en comunión con Jesús, es la Palabra que forma comunidad..
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