Lecturas del Martes 5 de septiembre. 22ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5,1-6.9-11
Lo cristianos de Tesalónica tenían ante ellos el ejemplo de los que se encandilaban con la bienaventuranza de un mundo vano, se abandonan al ocio, a las habladurías, a los vicios de la vida nocturna, estaban convencidos de que nada podría perturbar su seguridad, seguros de que se habían construido una paz duradera. Tal esos pertenecían a la misma comunidad creyente, aunque, a buen seguro, su estilo de vida era semejante al de los paganos, que no creían en la llegada del juicio de Dios.
Eso es lo que distingue a los hijos de la luz de los hijos de las tinieblas: la fe en el día del juicio, en su carácter ineludible. Es seguro que vendrá y lo hará como un ladrón, que actúa por sorpresa cuando la noche ya está avanzada, o como los dolores de una mujer encinta, que e notan cuando la naturaleza ya ha dado vía libre al proceso del parto. Saber que todo esto ha de suceder y sucederá de manera imprevista, convierte a los cristianos en gente de luz, en personas que tienen los ojos bien abiertos, que conocen el sentido y el fin de este mundo. Los creyentes, al contrario de los que duermen, que andan a tientas en la oscuridad, tienen confianza en la salvación que Dios ha llevado a cabo por medio de Cristo Jesús. Por eso no temen aquello de lo que los otros hombres tienen miedo, es decir, la muerte, porque ésta no es más que un sueño, que no tiene poder para separarnos del Señor.
El Evangelio se inicia la misión en Cafarnaún y como Jesús utiliza el tiempo cuando le tocó vivir en esta tierra. Jesús inicia su primera actividad en la Sinagoga en medio de los creyentes, de sus hermanos en la fe. Aquí habla con autoridad, es decir, sus enseñanzas no se limitan en repetir las enseñanzas tradicionales, repetir las costumbres rabínicas. Jesús interpreta las escrituras siguiendo una nueva inspiración, revelando significados que eran desconocidos, en vez de volver a la tradición, opta por inaugurar un nuevo camino, rompiendo los esquemas de pensamientos de quienes los escuchaban, además de interpelar sus conciencias, quedando admirados por sus enseñanzas.
Los gestos de Jesús provocan asimismo la manifestación de la verdad, su manera de proceder frente al endemoniado, no se puede comparar con los exorcistas judíos, que recurrían a fórmulas y ritos predestinados para alejar al maligno. Aquí es el demonio mismo la voz del mal, que toma la iniciativa, porque se siente amenazado en su propio ser por la simple presencia de Jesús, que es presencia misma de la Santidad divina.
El bien y el mal, la vida y la muerte, se enfrentan ya en duelo desde el comienzo de su ministerio y frente a Él se descubren los secretos de los corazones desde este momento se inaugura la crisis, el juicio de Dios.
En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.
Porque Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; él murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él. Por eso, animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer, como ya lo hacéis.
Palabra de Dios
Sal 26,1.4.13-14
R/. Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 4,31-37
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad.
Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús le intimó: «¡Cierra la boca y sal!»
El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño.
Todos comentaban estupefactos: «¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.» Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.
Palabra del Señor
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Eso es lo que distingue a los hijos de la luz de los hijos de las tinieblas: la fe en el día del juicio, en su carácter ineludible. Es seguro que vendrá y lo hará como un ladrón, que actúa por sorpresa cuando la noche ya está avanzada, o como los dolores de una mujer encinta, que e notan cuando la naturaleza ya ha dado vía libre al proceso del parto. Saber que todo esto ha de suceder y sucederá de manera imprevista, convierte a los cristianos en gente de luz, en personas que tienen los ojos bien abiertos, que conocen el sentido y el fin de este mundo. Los creyentes, al contrario de los que duermen, que andan a tientas en la oscuridad, tienen confianza en la salvación que Dios ha llevado a cabo por medio de Cristo Jesús. Por eso no temen aquello de lo que los otros hombres tienen miedo, es decir, la muerte, porque ésta no es más que un sueño, que no tiene poder para separarnos del Señor.
El Evangelio se inicia la misión en Cafarnaún y como Jesús utiliza el tiempo cuando le tocó vivir en esta tierra. Jesús inicia su primera actividad en la Sinagoga en medio de los creyentes, de sus hermanos en la fe. Aquí habla con autoridad, es decir, sus enseñanzas no se limitan en repetir las enseñanzas tradicionales, repetir las costumbres rabínicas. Jesús interpreta las escrituras siguiendo una nueva inspiración, revelando significados que eran desconocidos, en vez de volver a la tradición, opta por inaugurar un nuevo camino, rompiendo los esquemas de pensamientos de quienes los escuchaban, además de interpelar sus conciencias, quedando admirados por sus enseñanzas.
Los gestos de Jesús provocan asimismo la manifestación de la verdad, su manera de proceder frente al endemoniado, no se puede comparar con los exorcistas judíos, que recurrían a fórmulas y ritos predestinados para alejar al maligno. Aquí es el demonio mismo la voz del mal, que toma la iniciativa, porque se siente amenazado en su propio ser por la simple presencia de Jesús, que es presencia misma de la Santidad divina.
El bien y el mal, la vida y la muerte, se enfrentan ya en duelo desde el comienzo de su ministerio y frente a Él se descubren los secretos de los corazones desde este momento se inaugura la crisis, el juicio de Dios.
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