Lecturas del Lunes 6 de noviembre. 31ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11,29-36
Dios quiere que todos los hombres se salven y sólo puede tener lugar a través de la obediencia de la fe, prestando oído a la palabra y cogiendo el Evangelio de Cristo. Es el Evangelio que libera la vida. Si todos los judíos y paganos, pasan por la experiencia de la rebeldía y de la desobediencia de la incredulidad, es para que brille la misericordia de Dios, que hace concurrir todo para el bien de los hombres. A sí por la desobediencia de los judíos, su rechazo al Evangelio, se ha dirigido a los paganos el anuncio de la salvación y estos últimos han conocido la misericordia divina. La misericordia usada con los paganos podrá servir de incitación a los judíos para que rivalicen con ello en la fe, acogiendo lo que desde el principio han rechazado, puesto que Dios se reserva tener misericordia con todos.
La experiencia de desobediencia por la que pasan todo los pueblos y cada hombre puede ser considerada un instrumento del plan de salvación de Dios, dado que, al fin al cabo, ayuda a la reconciliación de todos. Los dones y llamada de Dios constituyen un punto firme, lo mismo que su amor por Israel a causa de los padres, es algo que a Dios le importa y en lo que no dará marcha atrás. Nace así, de manera espontánea, el canto paulino que alaba la profundidad y el carácter inescrutable de la sabiduría de Dios, el amor gratuito y misericordioso por el que existen todas las cosas y llena de sentido la existencia.
Jesús ha sido invitado a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, se plantean interrogantes profundos a la vida, se trata de la selección de los invitados y la gratuidad.
Sabemos que Jesús está en contra de la hipocresía de los fariseos, de la presunción que manifiestan al considerarse justo y el desprecio que le tienen a otros, el apego a las riquezas. La actitud de los fariseos respecto a Jesús oscila entre la hostilidad y el deseo de escucharle, por tratarse de un personaje de relieve que entusiasma a la gente, se trata, a buen seguro, de un invitado especial.
Jesús reflexiona sobre los criterios que presiden la elección de los invitados a las comidas, exhorta a convidar a aquellos de lo que sea normal esperar que nos correspondan: tus amigos, hermanos, parientes o vecinos ricos. El amor gratuito es el amor que se entrega a cambio de nada, el que se da sin esperar nada a cambio. El primer paso del seguimiento incluso odiar, renunciar a cuanto estimamos, afectos y riquezas. Es preciso invitar a los pobres, los lisiados y a los ciegos. El secreto de las bienaventuranza, consiste en dar prioridad a los pobres, a los que sólo saben estar acurrucados para llorar o para gritar su nada. allí donde florece la gratuidad.
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos. ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.
Palabra de Dios
Sal 68,30-31.33-34.36-37
R/. Que me escuche, Señor, tu gran bondad
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.
El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»
Palabra del Señor
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La experiencia de desobediencia por la que pasan todo los pueblos y cada hombre puede ser considerada un instrumento del plan de salvación de Dios, dado que, al fin al cabo, ayuda a la reconciliación de todos. Los dones y llamada de Dios constituyen un punto firme, lo mismo que su amor por Israel a causa de los padres, es algo que a Dios le importa y en lo que no dará marcha atrás. Nace así, de manera espontánea, el canto paulino que alaba la profundidad y el carácter inescrutable de la sabiduría de Dios, el amor gratuito y misericordioso por el que existen todas las cosas y llena de sentido la existencia.
Jesús ha sido invitado a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, se plantean interrogantes profundos a la vida, se trata de la selección de los invitados y la gratuidad.
Sabemos que Jesús está en contra de la hipocresía de los fariseos, de la presunción que manifiestan al considerarse justo y el desprecio que le tienen a otros, el apego a las riquezas. La actitud de los fariseos respecto a Jesús oscila entre la hostilidad y el deseo de escucharle, por tratarse de un personaje de relieve que entusiasma a la gente, se trata, a buen seguro, de un invitado especial.
Jesús reflexiona sobre los criterios que presiden la elección de los invitados a las comidas, exhorta a convidar a aquellos de lo que sea normal esperar que nos correspondan: tus amigos, hermanos, parientes o vecinos ricos. El amor gratuito es el amor que se entrega a cambio de nada, el que se da sin esperar nada a cambio. El primer paso del seguimiento incluso odiar, renunciar a cuanto estimamos, afectos y riquezas. Es preciso invitar a los pobres, los lisiados y a los ciegos. El secreto de las bienaventuranza, consiste en dar prioridad a los pobres, a los que sólo saben estar acurrucados para llorar o para gritar su nada. allí donde florece la gratuidad.
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