Lecturas del Martes 28 de noviembre. 34ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura de la profecía de Daniel 2,31-45
Daniel, consejero del rey e intérprete de sueños, se ofrece para explicar al rey un sueño en el que habían fracasado todos los adivinos del reino: Daniel sabe que la revelación del misterio vendrá de Dios, Nabucodonosor pone a prueba a los sabios pidiéndoles que adivinen su sueño ante de explicarlo; ninguno lo consigue, salvo Daniel. Es la visión de una estatua construida con materiales diversos, oro, plata, bronce, hierro y arcilla. Se desprende una piedra desde un monte y se precipita contra los pies de la estatua, pulverizándola. La enorme estatua se hunde y se hace añicos, mientras que la piedra se convierte en un monte que llena la tierra.
Sigue la explicación del sueño, o sea, la sucesión de cuatro reinos después de Nabucodonosor, cada uno de ellos suplantará al anterior, en una progresiva decadencia hasta el último, debilitado por la amalgama imperfecta de hierro y arcilla. Surgirá por obra de Dios, un reino eterno que aniquilará a los otro, un reino simbolizado por la piedra.
El Evangelio es el comienzo del discurso escatológico, Jesús se encuentra en el templo, donde enseña públicamente y ha tenido algunas disputas con los maestros de la Ley y con los saduceos. Su discurso se apoya en la admiración que le produce la belleza del templo. La predicación es drástica y fulminante: " vendrá un día", hasta el punto de provocar en sus oyentes la inmediata petición de signos premonitorio. La respuesta de Jesús pone primero en guardia contra los falsos signos que pueden inducir al engaño a los discípulos y predice la persecución como signo inequívoco.
"Estad atentos, para que no os engañen", se trata de un verbo apocalíptico. Son mucho lo que hablan en nombre de Jesús, pero lo harán en falso, por eso las guerras y revoluciones no deberán asustar a los discípulos. Todo esto deberá suceder antes del fin, de ahí que sea necesario reforzar la paciencia y la esperanza y tranquilizar respecto al cumplimiento del futuro. La descripción de los acontecimientos que precederán al fin, pero el fin no vendrá inmediatamente, esto para dar entender la posibilidad de un tiempo intermedio muy largo, en el que la comunidad deberá perseverar y dar testimonio.
En aquellos días, dijo Daniel a Nabucodonosor: «Tú, rey, viste una visión: una estatua majestuosa, una estatua gigantesca y de un brillo extraordinario; su aspecto era impresionante. Tenla la cabeza de oro fino, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. En tu visión, una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y la hizo pedazos. Del golpe, se hicieron pedazos el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano, que el viento arrebata y desaparece sin dejar rastro. Y la piedra que deshizo la estatua creció hasta convertirse en una montaña enorme que ocupaba toda la tierra. Éste era el sueño; ahora explicaremos al rey su sentido: Tú, majestad, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha concedido el reino y el poder, el dominio y la gloria, a quien ha dado poder sobre los hombres, dondequiera que vivan, sobre las bestias del campo y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro. Te sucederá un reino de plata, menos poderoso. Después un tercer reino, de bronce, que dominará todo el orbe. Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro. Como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos. Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido; conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. Los dedos de los pies, de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse, lo mismo que no se puede alear el hierro con el barro. Durante ese reinado, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido ni su dominio pasará a otro, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, pero él durará por siempre; eso significa la piedra que viste desprendida del monte sin intervención humana y que destrozó el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro. Éste es el destino que el Dios poderoso comunica a su majestad. El sueño tiene sentido, la interpretación es cierta.»
Palabra de Dios
Dn 3,57.58.59.60.61
R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos
Criaturas todas del Señor,
bendecid al Señor. R/.
Ángeles del Señor,
bendecid al Señor. R/.
Cielos, bendecid al Señor. R/.
Aguas del espacio,
bendecid al Señor. R/.
Ejércitos del Señor,
bendecid al Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,5-11
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos.
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»
Palabra del Señor
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Sigue la explicación del sueño, o sea, la sucesión de cuatro reinos después de Nabucodonosor, cada uno de ellos suplantará al anterior, en una progresiva decadencia hasta el último, debilitado por la amalgama imperfecta de hierro y arcilla. Surgirá por obra de Dios, un reino eterno que aniquilará a los otro, un reino simbolizado por la piedra.
El Evangelio es el comienzo del discurso escatológico, Jesús se encuentra en el templo, donde enseña públicamente y ha tenido algunas disputas con los maestros de la Ley y con los saduceos. Su discurso se apoya en la admiración que le produce la belleza del templo. La predicación es drástica y fulminante: " vendrá un día", hasta el punto de provocar en sus oyentes la inmediata petición de signos premonitorio. La respuesta de Jesús pone primero en guardia contra los falsos signos que pueden inducir al engaño a los discípulos y predice la persecución como signo inequívoco.
"Estad atentos, para que no os engañen", se trata de un verbo apocalíptico. Son mucho lo que hablan en nombre de Jesús, pero lo harán en falso, por eso las guerras y revoluciones no deberán asustar a los discípulos. Todo esto deberá suceder antes del fin, de ahí que sea necesario reforzar la paciencia y la esperanza y tranquilizar respecto al cumplimiento del futuro. La descripción de los acontecimientos que precederán al fin, pero el fin no vendrá inmediatamente, esto para dar entender la posibilidad de un tiempo intermedio muy largo, en el que la comunidad deberá perseverar y dar testimonio.
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