Lecturas del Jueves 14 de diciembre. 2ª semana de Adviento
Lectura del libro de Isaías 41,13-20
El Señor rescata a Israel porque se ha vinculado a el con una familiaridad o solidaridad de parentesco fundada en la creación y más aún en el acontecimiento del éxodo. Por eso el profeta recuerda al pueblo que puede y debe contar con el Señor, que puede y quiere salvarlo de los enemigos y desea colmarlo de gozo y de favores. El pueblo debe reconocerse entre los míseros sedientos, que buscan en vano agua para calmar la sed y hacía los cuales se dirige la iniciativa amorosa del Señor. Por su pueblo va a ejecutar un nuevo éxodo teniendo como escenario un desierto cubierto de abundante vegetación y regado con ríos como el Edén. En este jardín encantador, el pueblo de Israel encontrará de nuevo a su Dios, verá, sabrá, reflexionará y finalmente comprenderá la obra del Señor.
Con tan abundante recurso al tema de la creación, el profeta Isaías recuerda a los oyentes que, si la acción salvífica de Dios a favor de su pueblo se sitúa en el grandioso escenario de su actividad creadora, la salvación obrada por él no está reservada exclusivamente al pueblo elegido, sino abierta a todos y a todo.
En el Evangelio Jesús formula el mayor elogio a Juan el Bautista, exaltando su firmeza de fe y su grandeza moral hasta el punto de definirlo como el más grande entre los mortales, el culmen de toda la historia de fe de Israel. Sin embargo el que se pone a seguir a Jesús entra en un orden nuevo de salvación, en la economía del reino donde el más pequeño goza de la incomparable dignidad de hijo de Dios, dignidad que sobrepasa incluso la enorme estatura moral de Juan y su altísimo papel de precursor. Su misión no se agota con anunciar al Mesías, prevé también una anticipación, en su persona, del destino doloroso del Mesías. De hecho, lo que sucederá a Juan demostrará lo agresiva que son las tentativas de los enemigos del reino para que éste no cale en la vida humana.
Jesús invita a una comprensión profunda del papel y persona del Bautista a la luz de la Ley y los profetas, es decir, del plan de Dios testimoniando en las Escrituras. Una lectura atenta y dispuesta a un serio discernimiento de fe nos hará comprender que el Bautista es como la bisagra entre las dos economías, la de la expectativa y la del cumplimiento y que en él se realiza esa espera de la tradición bíblico - judaica del retorno de Elías, como precursor inmediato del Mesías.
Yo, el Señor, tu Dios,
te tomo por la diestra y te digo:
«No temas, yo mismo te auxilio».
No temas, gusanillo de Jacob,
oruga de Israel,
yo mismo te auxilio
-oráculo del Señor-,
tu libertador es el Santo de Israel.
Mira, te convierto en trillo nuevo,
aguzado, de doble filo:
trillarás los montes hasta molerlos;
reducirás a paja las colinas;
los aventarás y el viento se los llevará,
el vendaval los dispersará.
Pero tú te alegrarás en el Señor,
te gloriarás en el Santo de Israel.
Los pobres y los indigentes
buscan agua, y no la encuentran;
su lengua está reseca por la sed.
Yo, el Señor, les responderé;
yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
Haré brotar ríos en cumbres desoladas,
en medio de los valles, manantiales;
transformaré el desierto en marisma
y el yermo en fuentes de agua.
Pondré en el desierto cedros,
acacias, mirtos, y olivares;
plantaré en la estepa cipreses,
junto con olmos y alerces,
para que vean y sepan,
reflexionen y aprendan de una vez,
que la mano del Señor lo ha hecho,
que el Santo de Israel lo ha creado.
Palabra de Dios
Sal 144,1.9.10-11.12-13ab
R/. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
El Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,11-15
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los Profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.
El que tenga oídos, que oiga».
Palabra del Señor
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Con tan abundante recurso al tema de la creación, el profeta Isaías recuerda a los oyentes que, si la acción salvífica de Dios a favor de su pueblo se sitúa en el grandioso escenario de su actividad creadora, la salvación obrada por él no está reservada exclusivamente al pueblo elegido, sino abierta a todos y a todo.
En el Evangelio Jesús formula el mayor elogio a Juan el Bautista, exaltando su firmeza de fe y su grandeza moral hasta el punto de definirlo como el más grande entre los mortales, el culmen de toda la historia de fe de Israel. Sin embargo el que se pone a seguir a Jesús entra en un orden nuevo de salvación, en la economía del reino donde el más pequeño goza de la incomparable dignidad de hijo de Dios, dignidad que sobrepasa incluso la enorme estatura moral de Juan y su altísimo papel de precursor. Su misión no se agota con anunciar al Mesías, prevé también una anticipación, en su persona, del destino doloroso del Mesías. De hecho, lo que sucederá a Juan demostrará lo agresiva que son las tentativas de los enemigos del reino para que éste no cale en la vida humana.
Jesús invita a una comprensión profunda del papel y persona del Bautista a la luz de la Ley y los profetas, es decir, del plan de Dios testimoniando en las Escrituras. Una lectura atenta y dispuesta a un serio discernimiento de fe nos hará comprender que el Bautista es como la bisagra entre las dos economías, la de la expectativa y la del cumplimiento y que en él se realiza esa espera de la tradición bíblico - judaica del retorno de Elías, como precursor inmediato del Mesías.
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