Lecturas del Martes 9 de enero. 1ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura del primer libro de Samuel 1,9-20
Ana reza para que el Señor le conceda el don de los hijos. Su oración es personal. No la hace en voz alta, pues Dios está en lo más íntimo del hombre y le escucha, conoce sus sentimientos más secretos, más escondidos. Elí se equivoca al juzgar a la mujer. Ve que mueve los labios, pero no oye su voz.
Piensa que está borracha, pero Ana reza con intensidad y su oración manifiesta una oración del corazón. Ana vive en esta oración una auténtica relación con Dios; no ve a Elí, todo se vuelve extraño, habla al Señor, sólo se abre a Él. La oración verdadera es la oración en la que el hombre se encuentra con Dios en la intimidad de su corazón. Así fue la oración de Ana. Esto nos dice que en la oración el corazón del hombre debe unirse al corazón de Dios. Elí parece no comprender la oración de Ana; ahora bien, en su oración silenciosa, esta mujer habla con Dios, está en comunión con Él y Dios la escucha.
Ana tras el augurio del sacerdote, cambia de rostro, antes estaba triste, amargada, lloraba y ahora se serena al acoger el deseo de Elí como una promesa de Dios. Para Ana, la palabra del sacerdote es eficaz, como si Dios hubiera escuchado su oración. Ana ya está segura, aún no se ha unido con su esposo, pero le ha bastado a ella la palabra de Elí, para estar segura de que Dios ha escuchado ya su oración.
Dios prepara los acontecimientos más importante de la historia de salvación con medios muy pobres, escondido y con humildad. Cuando Dios calla, es señal de que actúa en lo más hondo, pero el hombre no se da cuenta, en realidad, lo que Dios ha preparado se realiza la salvación del hombre.
En el Evangelio encontramos dos temas entrelazados: la enseñanza de Jesús, repleta de autoridad y su poder de expulsar los demonios. El Evangelio quiere mostrar que la enseñanza de Jesús tiene una eficacia extraordinaria. Su autoridad consiste en realizar lo que dice, en hacerse obedecer y liberar del mal. Jesús no enseña como los maestros de la Ley, sino como alguien que está revestido con el poder del Espíritu Santo. La Palabra de Jesús nos pone frente a frente con el poder mismo de Dios.
En aquellos dias, después de la comida en Siló, mientras el sacerdote Elí estaba sentado en su silla junto a la puerta del templo, Ana se levantó y, con el alma llena de amargura, se puso a rezar al Señor, llorando a todo llorar.
Y añadió esta promesa: «Señor de los ejércitos, si te fijas en la humillación de tu sierva y te acuerdas de mí, si no te olvidas de tu sierva y le das a tu sierva un hijo varón, se lo entrego al Señor de por vida, y no pasará la navaja por su cabeza.»
Mientras ella rezaba y rezaba al Señor, Elí observaba sus labios. Y, como Ana hablaba para sí, y no se oía su voz aunque movía los labios, Elí la creyó borracha y le dijo: «¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? A ver si se te pasa el efecto del vino.»
Ana respondió: «No es así, Señor. Soy una mujer que sufre. No he bebido vino ni licor, estaba desahogándome ante el Señor. No creas que esta sierva tuya es una descarada; si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción.»
Entonces Elí le dijo: «Vete en paz. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.»
Ana respondió: «Que puedas favorecer siempre a esta sierva tuya.»
Luego se fue por su camino, comió, y no parecía la de antes. A la mañana siguiente madrugaron, adoraron al Señor y se volvieron. Llegados a su casa de Ramá, Elcaná se unió a su mujer Ana, y el Señor se acordó de ella.
Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso de nombre Samuel, diciendo: «Al Señor se lo pedí.»
Palabra de Dios
1S 2,1.4-5.6-7.8abcd
R/. Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador
Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R/.
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R/.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.R/.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,21-28
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Palabra del Señor
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Piensa que está borracha, pero Ana reza con intensidad y su oración manifiesta una oración del corazón. Ana vive en esta oración una auténtica relación con Dios; no ve a Elí, todo se vuelve extraño, habla al Señor, sólo se abre a Él. La oración verdadera es la oración en la que el hombre se encuentra con Dios en la intimidad de su corazón. Así fue la oración de Ana. Esto nos dice que en la oración el corazón del hombre debe unirse al corazón de Dios. Elí parece no comprender la oración de Ana; ahora bien, en su oración silenciosa, esta mujer habla con Dios, está en comunión con Él y Dios la escucha.
Ana tras el augurio del sacerdote, cambia de rostro, antes estaba triste, amargada, lloraba y ahora se serena al acoger el deseo de Elí como una promesa de Dios. Para Ana, la palabra del sacerdote es eficaz, como si Dios hubiera escuchado su oración. Ana ya está segura, aún no se ha unido con su esposo, pero le ha bastado a ella la palabra de Elí, para estar segura de que Dios ha escuchado ya su oración.
Dios prepara los acontecimientos más importante de la historia de salvación con medios muy pobres, escondido y con humildad. Cuando Dios calla, es señal de que actúa en lo más hondo, pero el hombre no se da cuenta, en realidad, lo que Dios ha preparado se realiza la salvación del hombre.
En el Evangelio encontramos dos temas entrelazados: la enseñanza de Jesús, repleta de autoridad y su poder de expulsar los demonios. El Evangelio quiere mostrar que la enseñanza de Jesús tiene una eficacia extraordinaria. Su autoridad consiste en realizar lo que dice, en hacerse obedecer y liberar del mal. Jesús no enseña como los maestros de la Ley, sino como alguien que está revestido con el poder del Espíritu Santo. La Palabra de Jesús nos pone frente a frente con el poder mismo de Dios.
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