Lecturas del Viernes 12 de enero. 1ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de Samuel 8,4-7.10-22a


En aquellos dias, los ancianos de Israel se reunieron y fueron a entrevistarse con Samuel en Ramá. 
Le dijeron: «Mira, tú eres ya viejo, y tus hijos no se comportan como tú. Nómbranos un rey que nos gobierne, como se hace en todas las naciones.»
A Samuel le disgustó que le pidieran ser gobernados por un rey, y se puso a orar al Señor.
El Señor le respondió: «Haz caso al pueblo en todo lo que te pidan. No te rechazan a ti, sino a mí; no me quieren por rey.»
Samuel comunicó la palabra del Señor a la gente que le pedía un rey: «Éstos son los derechos del rey que os regirá: a vuestros hijos los llevará para enrolarlos en sus destacamentos de carros y caballería, y para que vayan delante de su carroza; los empleará como jefes y oficiales en su ejército, como aradores de sus campos y segadores de su cosecha, como fabricantes de armamento y de pertrechos para sus carros. A vuestras hijas se las llevará como perfumistas, cocineras y reposteras. Vuestros campos, viñas y los mejores olivares os los quitará para dárselos a sus ministros. De vuestro grano y vuestras viñas os exigirá diezmos, para dárselos a sus funcionarios y ministros. A vuestros criados y criadas, vuestros mejores burros y bueyes, se los llevará para usarlos en su hacienda. De vuestros rebaños os exigirá diezmos. Y vosotros mismos seréis sus esclavos. Entonces gritaréis contra el rey que os elegisteis, pero Dios no os responderá.»
El pueblo no quiso hacer caso a Samuel, e insistió: «No importa. ¡Queremos un rey! Así seremos nosotros como los demás pueblos. Que nuestro rey nos gobierne y salga al frente de nosotros a luchar en la guerra.»
Samuel oyó lo que pedía el pueblo y se lo comunicó al Señor.
El Señor le respondió: «Hazles caso y nómbrales un rey.»



Palabra de Dios



Sal 88,16-17.18-19


R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo
y el Santo de Israel nuestro rey. R/.



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Lectura del santo evangelio según san Marcos 2,1-12


Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados.»
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...»
Entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual.»

Palabra del Señor

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Samuel envejeció y no podía cumplir con los deberes que le imponía su condición de juez de Israel. Para sustituirle nombró a sus dos hijos Joel y Abia, que se establecieron en Berseba. Causa extrañeza que sus dos hijos  fijaran en Berseba sus actividades judiciales.

La corriente monárquica comenzaba a cristalizar desde el momento en que Samuel instituía a sus sucesores en el gobierno civil y militar a sus dos hijos. La conducta de los mismo hizo que el pueblo se inclinara en favor de un rey que lo gobernase y que fuera representativo de la nación.  Los hijos de Samuel con su proceder, donde trasgredían la Ley del Deuteronomio 16,18 -19(hacían acepción de personas. eran injustos, aceptaban sobornos). Como a Elí, también a Samuel   le faltó energía para corregirlos, pero esta debilidad es causa de su vejez.

Los pretextos invocados por los ancianos se fundan en que Samuel está viejo y sus hijos no seguían sus caminos, pero la razón primordial, era que querían ser semejante a los otros pueblos, al frente de los cuales había un personaje que reunía en sus manos todos los poderes. Quieren terminar con el desmembramiento de Israel, desean que halla un rey, que el momento de peligro agrupe al pueblo en torno suyo y lo conduzca a la victoria contra los enemigos. Quieren una autoridad estable, no de circunstancias, como sucedía en tiempo de los jueces.

La propuesta de los ancianos no le agradó a Samuel, porque con ella los ancianos calificaban de ineficiente su administración, imponiéndose casi un ultimátum, además, samuel interpretó aquel acto como un atentado contra las Leyes de Dios. Sin embargo, Dios manda al profeta que acceda a la petición, porque el cambio en sí se ha hecho necesario para que Israel, organizado políticamente de un modo permanente, pueda ser frente a los enemigos externos. El monarca elegido seguirá siendo representante de Dios.

Al pueblo de Israel le falta fe. el hombre no es capaz de abandonarse por completo a Dios, el pueblo quiere un rey como las otras naciones, porque quiere tener seguridad, tener una garantía humana, más clara y continua. El pueblo insiste que un rey podría llevar a cabo la unidad de las tribus.

Hasta Samuel, israel no era una nación, de vez en cuando se reunían en el santuario, pero la unión entre las tribu era pobre. Tener un rey es tener conciencia que Israel es una nación.

Con el Evangelio de hoy inicia una serie de  controversias sobre la Ley, esto conduce a Jesús desde el inicio de su actividad, a tener choque con el poder religioso y civil. La controversia ocurre cuando Jesús hace un milagro, cuando Él expresa "Hijo tus pecados están perdonados". El milagro mismo es una demostración de este poder de reconciliación con Dios que reivindica Jesús. La atención se traslada de un mal físico a un mal más profundo, el del pecado, que mantiene al hombre paralizado en sí mismo, que es incapaz de caminar y avanzar según el plan de Dios.

Para los maestros de la Ley Jesús es un blasfemo, porque Él no es Dios para perdonar los pecados, pero Jesús responde aumentando la dosis sin equívocos: "  Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados..."
Entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.». El milagro, es signo de poder de reconciliación con Dios y eso implica la superación de la Ley que separa al hombre de Dios. Quien acoge y tiene fe en esta blasfemia, puede levantarse, como el paralítico y ponerse a caminar.

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