Lecturas del Miércoles 17 de enero. 2ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura del primer libro de Samuel 17,32-33.37.40-51
La Palabra de Dios nos habla de victoria; la victoria de David sobre el filisteo y la de Jesús sobre la parálisis del hombre y sobre la interpretación opresiva de la Ley por parte de los fariseos. La victoria es el desenlace positivo de una lucha, que muchas veces nos ha tocado enfrentarlas en nuestra vida cotidiana.
En algunas ocasiones nos hemos encontrados en algunas situaciones que las hemos sentido superiores a nosotros, a nuestras fuerzas y nos parecen imposible solucionarlas, nos frustramos considerando que los medios utilizados para la posible solución son ineficaces. También nos hemos sentido bloqueados, incapaces de actuar, condenados a la impotencia, reducidos a nuestra fragilidad, porque queremos solucionarlos con nuestros medios y no pedimo la asistencia divina, para que nos ilumina y nos muestra la solución adecuada y eficaz a la dificultad presentada.
La Palabra del señor nos interpela en situaciones de este tipo y nos llama a que nos atrevamos a dar un salto de fe y en el nombre del Señor enfrentar y solucionar lo que para nosotros en imposible, porque si contamos con su fuerza, con la capacidad que nos comunica el poder del Espíritu Santo, saldremos victoriosos. Es preciso ser humildes y mostrarnos tal como somos, con escasos medios, con limitaciones, con nuestras parálisis que nos incapacitan fisica y espiritualmente y es preciso que entremos hacer parte de la solución sin esperar ser idóneo para hacerlo.
Cuando luchamos y enfrentamos con los poderosos gigantes ( problemas, dificultades, enemigos), esta lucha se convierte en victoria, una victoria que nos libera de las esclavitudes interiores o espirituales. Si quieres obtener la victoria y desterrar a los filisteos espirituales que nos paralizan, es necesario ser perseverante en la oración, confesarse asiduamente y comulgar constantemente, para sumergirnos en las profundidades del corazón y localizar a los poderosos gigantes del demonio a saber: el olvido, el descuido y la ignorancia, que son fortaleza de los filisteos espirituales, para derrotarlos con la piedra angular , que es Cristo Jesús.
En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo: «Majestad, no os desaniméis. Este servidor tuyo irá a luchar con ese filisteo.»
Pero Saúl le contestó: «No podrás acercarte a ese filisteo para luchar con él, porque eres un muchacho, y él es un guerrero desde mozo.»
David le replicó: «El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me librará de las manos de ese filisteo.»
Entonces Saúl le dijo: «Anda con Dios.»
Agarró el cayado, escogió cinco cantos del arroyo, se los echó al zurrón, empuñó la honda y se acercó al filisteo. Éste, precedido de su escudero, iba avanzando, acercándose a David; lo miró de arriba abajo y lo despreció, porque era un muchacho de buen color y guapo, y le gritó: «¿Soy yo un perro, para que vengas a mi con un palo?»
Luego maldijo a David, invocando a sus dioses, y le dijo: «Ven acá, y echaré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.»
Pero David le contestó: «Tú vienes hacia mí armado de espada, lanza y jabalina; yo voy hacia ti en nombre del Señor de los ejércitos, Dios de las huestes de Israel, a las que has desafiado. Hoy te entregará el Señor en mis manos, te venceré, te arrancaré la cabeza de los hombros y echaré tu cadáver y los del campamento filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra; y todo el mundo reconocerá que hay un Dios en Israel; y todos los aquí reunidos reconocerán que el Señor da la victoria sin necesidad de espadas ni lanzas, porque ésta es una guerra del Señor, y él os entregará en nuestro poder.»
Cuando el filisteo se puso en marcha y se acercaba en dirección de David, éste salió de la formación y corrió velozmente en dirección del filisteo; echó mano al zurrón, sacó una piedra, disparó la honda y le pegó al filisteo en la frente: la piedra se le clavó en la frente, y cayó de bruces en tierra. Así venció David al filisteo, con la honda y una piedra; lo mató de un golpe, sin empuñar espada. David corrió y se paró junto al filisteo, le agarró la espada, la desenvainó y lo remató, cortándole la cabeza. Los filisteos, al ver que había muerto su campeón, huyeron.
Palabra de Dios
Sal 143,1.2.9-10
R/. Bendito el Señor, mi Roca
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R/.
Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R/.
Dios mio, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3,1-6
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio.»
Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»
Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»
Lo extendió y quedó restablecido.
En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.
Palabra del Señor
COMENTARIOS
En algunas ocasiones nos hemos encontrados en algunas situaciones que las hemos sentido superiores a nosotros, a nuestras fuerzas y nos parecen imposible solucionarlas, nos frustramos considerando que los medios utilizados para la posible solución son ineficaces. También nos hemos sentido bloqueados, incapaces de actuar, condenados a la impotencia, reducidos a nuestra fragilidad, porque queremos solucionarlos con nuestros medios y no pedimo la asistencia divina, para que nos ilumina y nos muestra la solución adecuada y eficaz a la dificultad presentada.
La Palabra del señor nos interpela en situaciones de este tipo y nos llama a que nos atrevamos a dar un salto de fe y en el nombre del Señor enfrentar y solucionar lo que para nosotros en imposible, porque si contamos con su fuerza, con la capacidad que nos comunica el poder del Espíritu Santo, saldremos victoriosos. Es preciso ser humildes y mostrarnos tal como somos, con escasos medios, con limitaciones, con nuestras parálisis que nos incapacitan fisica y espiritualmente y es preciso que entremos hacer parte de la solución sin esperar ser idóneo para hacerlo.
Cuando luchamos y enfrentamos con los poderosos gigantes ( problemas, dificultades, enemigos), esta lucha se convierte en victoria, una victoria que nos libera de las esclavitudes interiores o espirituales. Si quieres obtener la victoria y desterrar a los filisteos espirituales que nos paralizan, es necesario ser perseverante en la oración, confesarse asiduamente y comulgar constantemente, para sumergirnos en las profundidades del corazón y localizar a los poderosos gigantes del demonio a saber: el olvido, el descuido y la ignorancia, que son fortaleza de los filisteos espirituales, para derrotarlos con la piedra angular , que es Cristo Jesús.
Comentarios
Publicar un comentario