Lecturas del Lunes 12 de febrero. 6ª semana del Tiempo Ordinario

Comienzo de la carta del apóstol Santiago 1,1-11


Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus dispersas. Hermanos míos, teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros, sin falta alguna. En caso de que alguno de vosotros se vea falto de sabiduría, que se la pida a Dios. Dios da generosamente y sin echar en cara, y él se la dará. Pero tiene que pedir con fe, sin titubear lo más mínimo, porque quien titubea se parece al oleaje del mar sacudido y agitado por el viento. Un individuo así no se piense que va a recibir nada del Señor; no sabe lo que quiere y no sigue rumbo fijo. El hermano de condición humilde esté orgulloso de su alta dignidad, y el rico, de su pobre condición, pues pasará como la flor del campo: sale el sol y con su ardor seca la hierba, cae la flor, y su bello aspecto perece; así se marchitará también el rico en sus empresas.



Palabra de Dios



Sal 118,67.68.71.72.75.76


R/. Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor

Antes de sufrir, yo andaba extraviado,
pero ahora me ajusto a tu promesa. R/.

Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes. R/.

Me estuvo bien el sufrir,
así aprendí tus mandamientos. R/.

Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.

Reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos,
que con razón me hiciste sufrir. R/.

Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo. R.



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Lectura del santo evangelio según san Marcos 8,11-13


En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo. 
Jesús dio un profundo suspiro y dijo: «¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación.»
Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

Palabra del Señor

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La carta del apóstol Santiago es un conjunto de exhortaciones dominadas por dos preocupaciones principales; por una parte, revelar a los pobres el valor de la prueba que tiene la angustia por la que están pasando y de modo paralelo, revelar a los acomodados el sentido del peligro que se encuentra en sus riquezas y por otra parte, poner en guardia a todos contra una fe que no se traduzca en obras prácticas de misericordia.

El clima de sabiduría veterotestamentaria y las perspectivas  judías están iluminados, aunque no de un modo demasiado directo, por la luz proyectada por Cristo. La Carta de Santiago se comprende mejor como una homilía de estilo sinagogal típica de las asambleas judeocristianas del siglo I.

El pasaje de hoy recoge el encabezamiento y el comienzo de la exhortación introductoria, que será retomada de distintos modos en el cuerpo de la carta. Los temas señalados son el carácter providencial de la prueba, la necesidad de la oración para alcanzar la sabiduría y para saber moverse en medio de las dificultades de la vida, así como el carácter ilusorio de la riqueza.

En el Evangelio la petición de una señal en el contexto de la sección de los panes y en el marco de la reacción a la revelación cristológica de todo el conjunto por parte de los fariseos y los discípulos, tiene un significado provocador, por no reconocer el valor del milagro del maná renovado por el profeta de Nazaret. La intención de los fariseos es tenderle una trampa a Jesús, esto permite comprender la respuesta categórica de Jesús, con la que se niega a conceder señal alguna.

Esta generación, por lo general, el término dynamis ( Prodigio) para designar el milagro, aquí emplea el término sémeión (señal). Por eso podemos situar la petición de una señal. Por eso se puede situar la petición de una señal en el contexto más amplio de los de los portentos prodigiosos de Marcos, que llevan a percibir el poder y la capacidad de compartir de Jesús de nazaret y a invadir la problemática de los criterios de credibilidad, nunca suficientes para quienes  no quieren creer.

esta generación es una expresión que va acompañada, a veces, por adjetivos como adúltera y pecadora o, bien, infiel y perversa y designa en la literatura profética al pueblo de Israel infiel a la alianza, que pone continuamente a prueba a Dios y reclama siempre nuevas manifestaciones de su poder, Jesús no sólo se dirige a los fariseos con los que habla, sino también a todos aquellos que nunca encuentran suficientes signos de credibilidad.

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