Lecturas del Sábado 24 de febrero. 1ª semana de Cuaresma
Lectura del libro del Deuteronomio 26,16-19
Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Hoy el Señor, tu Dios, te manda que cumplas estos mandatos y decretos. Acátalos y cúmplelos con todo tu corazón y con toda tu alma.
Hoy has elegido al Señor para que él sea tu Dios y tú vayas por sus caminos, observes sus mandatos, preceptos y decretos, y escuches su voz. Y el Señor te ha elegido para que seas su propio pueblo, como te prometió, y observes todos sus preceptos.
Él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y serás el pueblo santo del Señor, tu Dios, como prometió».
Palabra de Dios
Sal 118,1-2.4-5.7-8
R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor
Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la ley del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R/.
Tú promulgas tus mandatos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus decretos. R/.
Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus decretos exactamente,
tú no me abandones. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Palabra del Señor
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El fragmento nos propone un tipo de pacto, no se trata de un pacto entre dos hombres, sino entre Dios y un pueblo, entre el Dios fiel e Israel. Es un pacto teológico en el que los contrayentes están en diferentes planos.
Dios no es un ser absoluto, lejano, inaccesible; Dios es comunión, es voluntad de salvación para el pueblo que Él ha elegido. El es quien toma la iniciativa de la elección por puro amor gratuito con el pueblo. Es Él quien da a Israel leyes y mandatos que constituyen un camino de vida y un modelo de sabiduría para los individuos. Acoger la gracia y corresponder por medio de la obediencia a la voz del Señor es la respuesta fiel que Dios pide a Israel.
En el Evangelio nos encontramos con la última antítesis en la que Jesús, con su enseñanza de la Ley, indica su cumplimiento. Jesús pide caridad sin restricción una oración que abarque a todos, también a los que nos hacen sufrir. El amor gratuito es el fundamento e incondicional que recibimos de Dios que es Padre y nos quiere hijos semejantes a Él en el obrar el bien y procurar el gozo a los demás.
Todos los demás; no se trata de una universalidad ideal, sino muy concreta, propone amar a aquel que no nos ama, saludar al que nos niega el saludo. Es lo que distingue al discípulo de Cristo de los paganos y pecadores y superando la tendencia humana natural y limitada, nos hace tender a la perfección con la misma medida inconmensurable del Padre, que es amor.
Carece de sentido pedir a Dios una recompensa, cuando se observan las normas de justicia; la gratuidad del amor se convierte en ley reguladora de las relaciones con Dios y con los hombres. En esto consiste la justicia superior que Jesús pone como condición para entrar en el Reino de loa Cielos.
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