Lecturas del Jueves 8 de marzo. 3ª semana de Cuaresma

Lectura del libro de Jeremías 7,23-28


Esto dice el Señor:
«Esta fue la orden que di a mi pueblo:
“Escuchad mi voz, Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Seguid el camino que os señalo, y todo os irá bien”.
Pero no escucharon ni hicieron caso. Al contrario, caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado corazón. Me dieron la espalda y no la cara.
Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy, os envié a mis siervos, los profetas, un día tras otro; pero no me escucharon ni me hicieron caso. Al contrario, endurecieron la cerviz y fueron peores que sus padres.
Ya puedes repetirles este discurso, seguro que no te escucharán; ya puedes gritarles, seguro que no te responderán. Aun así les dirás:
“Esta es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. Ha desaparecido la sinceridad, se la han arrancado de la boca”».



Palabra de Dios



Sal 94,1-2.6-7.8-9


R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: 
«No endurezcáis vuestro corazón» 

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R/.



Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,14-23


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En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.
Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron:
«Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo:
«Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.
El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».

Palabra del Señor


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Dentro de la dura condena del culto convertido en formulismo vacío, el profeta denuncia sobre la sordera de Israel a la voz de Dios, escuchada de modo extraordinario en el Sinaí, en el momento de la alianza. Solamente en la escucha obediente, el primer mandamiento comienza con "Escucha Israel", el pueblo elegido podrá conocer a su Dios, diferente de otra divinidad o ídolo. Los verdaderos profetas no cesan de exhortar, pero junto a su predicación está la más fácil y cómoda de los falsos profetas. La elección es radical, se juega uno la vida o la muerte. El fragmento está dividido en tres partes; las dos primeras presentan una idéntica estructura, al mandamiento de Dios y su urgente solicitud corresponden los claros rechazos, "pero no escucharon". No aparece ni sombra de arrepentimiento, ningún deseo de conversión.

Solo queda una conclusión, que es la tercera parte, mientras el pueblo vuelve a caer obstinadamente en la idolatría y espiritualmente vuelve a ser esclavo de Egipto, lejos de Dios; el profeta no deja de ser fiel a su vocación, enviado a desenmascarar esta situación enojosa, comparte con Dios el sufrimiento de ser rechazado, incluso de ser tachado de impostor por los que prefieren la mentira a la verdad.

Jesús acaba de enseñar a los suyos el Padre nuestro, les ha regalado la oración por excelencia, que abre el corazón a la venida del Espíritu Santo. El Reino de los Cielos ya está en la tierra. Tiene lugar una curación, el pueblo sencillo se admira, intuye que algo extraordinario esta pasando y se dispone a acoger la salvación. Pero no todos piensan lo mismo.

En el texto surge un duro contraste entre los fariseos y Jesús, a quien se le acusa de blasfemia y de aliarse con satanás. Es el destino de todo profeta. Jesús responde con un discurso apologético. La imagen fuerte de la catástrofe lleva al oyente a excluir que Satanás pueda luchar contra sí mismo. La conclusión se impone: está actuando el poder de Dios, expresión que recuerda los prodigios ejecutados por medio de Moisés en el tiempo del Éxodo. Lo mismo que después de le enseñanza sobre la oración, aparece la afirmación esencial: "El Reino de Dios ha llegado a vosotros", Jesús expulsando a los demonios, abre una nueva época, época de libertad de la esclavitud, a condición de acoger libremente la Buena Noticia que anuncia.
  

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