Lecturas del Miércoles 14 de marzo. 4ª semana de Cuaresma
Lectura del libro de Isaías 49,8-15
Esto dice el Señor:
«En tiempo de gracia te he respondido,
en día propicio te he auxiliado;
te he defendido y constituido alianza del pueblo,
para restaurar el país,
para repartir heredades desoladas,
para decir a los cautivos: “Salid”,
a los que están en tinieblas: “Venid a la luz”.
Aun por los caminos pastarán,
tendrán praderas en todas las dunas;
no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño el bochorno ni el sol;
porque los conduce el compasivo
y los guía a manantiales de agua.
Convertiré mis montes en caminos,
y mis senderos se nivelarán.
Miradlos venir de lejos;
miradlos, del Norte y del Poniente,
y los otros de la tierra de Sin.
Exulta, cielo; alégrate, tierra;
romped a cantar, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece de los desamparados».
Sion decía: «Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado».
¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta,
no tener compasión del hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.
Palabra de Dios
Sal 144,8-9.13cd-14.17-18
R/. El Señor es clemente y misericordioso
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan 5,17-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».
Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la palabra y les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.
Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».
Palabra del Señor
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El siervo de Yahvé experimenta el desaliento y el fracaso, pero Dios le infunde nuevos ánimos y dilata hasta el extremo de la tierra los confines de su misión salvífica. Implica en primer lugar la liberación de los israelitas del destierro, porque ha llegado el tiempo de la misericordia, el día de la salvación. Dios tiene sus tiempos y sus días, en lo que ofrece su gracia y realiza su promesa. Penetra en el curso de la historia humana para transformarla. En el designio de Dios, el siervo es como Moisés, mediador de la alianza. Como Josué, restaurará y repartirá la tierra. Será el heraldo del nuevo éxodo que el Señor mismo, guiará como buen pastor y facilitará superando todo lo esperado. Es un mensaje de vida dirigido a los desterrados descorazonados.
El profeta contempla desde Jerusalén la entrada en la patria del pueblo, que confluye en la ciudad santa no sólo desde Babilonia, sino desde todos los puntos donde habían sido dispersados. El Señor ha tenido misericordia con su pueblo, su amor es una ternura profunda, visceral. Le caracteriza su entrega y fidelidad perennes. Dios está unido con sus criaturas, no es un Dios lejano ni apacible, ni un Dios juez implacable, sino un Dios cercano y solícito con la suerte de todos sus hijos.
Jesús es perseguido por los judíos a causa de las curaciones que realiza en sábado. Para fundamentar sus obras, Jesús revela su propia identidad de Hijo de Dios, poniéndose encima de la Ley. El descanso sabático de Dios se refiere a su obra creadora, no a la continua actividad de Dios, que incesantemente da la vida y juzga.
La total unidad entre la acción del Padre y el Hijo es fruto de la completa obediencia del Hijo que ama el querer del Padre y comparte su amor desmesurado,por los pecadores. Por eso el Padre da al Hijo lo que a él solo pertenece: el poder sobre la vida y la autoridad del juicio. La íntima relación entre el padre y el hijo puede extenderse a los hombres por medio de la escucha obediente de la palabra de Jesús, que hace entrar en el dinamismo de la vida eterna superando la condición existencial de muerte que caracteriza la vida presente.
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El siervo de Yahvé experimenta el desaliento y el fracaso, pero Dios le infunde nuevos ánimos y dilata hasta el extremo de la tierra los confines de su misión salvífica. Implica en primer lugar la liberación de los israelitas del destierro, porque ha llegado el tiempo de la misericordia, el día de la salvación. Dios tiene sus tiempos y sus días, en lo que ofrece su gracia y realiza su promesa. Penetra en el curso de la historia humana para transformarla. En el designio de Dios, el siervo es como Moisés, mediador de la alianza. Como Josué, restaurará y repartirá la tierra. Será el heraldo del nuevo éxodo que el Señor mismo, guiará como buen pastor y facilitará superando todo lo esperado. Es un mensaje de vida dirigido a los desterrados descorazonados.
El profeta contempla desde Jerusalén la entrada en la patria del pueblo, que confluye en la ciudad santa no sólo desde Babilonia, sino desde todos los puntos donde habían sido dispersados. El Señor ha tenido misericordia con su pueblo, su amor es una ternura profunda, visceral. Le caracteriza su entrega y fidelidad perennes. Dios está unido con sus criaturas, no es un Dios lejano ni apacible, ni un Dios juez implacable, sino un Dios cercano y solícito con la suerte de todos sus hijos.
Jesús es perseguido por los judíos a causa de las curaciones que realiza en sábado. Para fundamentar sus obras, Jesús revela su propia identidad de Hijo de Dios, poniéndose encima de la Ley. El descanso sabático de Dios se refiere a su obra creadora, no a la continua actividad de Dios, que incesantemente da la vida y juzga.
La total unidad entre la acción del Padre y el Hijo es fruto de la completa obediencia del Hijo que ama el querer del Padre y comparte su amor desmesurado,por los pecadores. Por eso el Padre da al Hijo lo que a él solo pertenece: el poder sobre la vida y la autoridad del juicio. La íntima relación entre el padre y el hijo puede extenderse a los hombres por medio de la escucha obediente de la palabra de Jesús, que hace entrar en el dinamismo de la vida eterna superando la condición existencial de muerte que caracteriza la vida presente.
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