Lecturas del Viernes 16 de marzo. 4ª semana de Cuaresma

Lectura del libro de la Sabiduría 2,1a.12-22


Se decían los impíos, razonando equivocadamente:
«Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso:
se opone a nuestro modo de actuar,
nos reprocha las faltas contra la ley
y nos reprende contra la educación recibida;
presume de conocer a Dios
y se llama a sí mismo hijo de Dios.
Es un reproche contra nuestros criterios,
su sola presencia nos resulta insoportable.
Lleva una vida distinta de todos los demás
y va por caminos diferentes.
Nos considera moneda falsa
y nos esquiva como a impuros.
Proclama dichoso el destino de los justos,
y presume de tener por padre a Dios.
Veamos si es verdad Jo que dice,
comprobando cómo es su muerte.
Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará
y lo librará de las manos de sus enemigos.
Lo someteremos a ultrajes y torturas,
para conocer su temple y comprobar su resistencia.
Lo condenaremos a muerte ignominiosa,
pues, según dice, Dios lo salvará».
Así discurren, pero se equivocan,
pues los ciega su maldad.
Desconocen los misterios de Dios,
no esperan el premio de la santidad,
ni creen en la recompensa de una vida intachable.



Palabra de Dios



Sal 33,17-18.19-20,21.23


R/. El Señor está cerca de los atribulados

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. R/.

Él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/



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Lectura del santo evangelio según san Juan 7,1-2.10.25-30


En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.
Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.
Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:
«¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».
Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:
«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado».
Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor

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Después de una exhortación para vivir de acuerdo con la justicia, el escritor sagrado deja la palabra impíos. Es un discurso articulado, exponen su filosofía, viven la vida como búsqueda desenfrenada del placer, eliminando incluso con violencia, cualquier obstáculo que se le ponga por delante.

Los impíos de los que se habla son probablemente los hebreos apóstatas de la comunidad de Jerusalén que, aliados con los paganos, persiguen a sus hermanos fieles al Dios de la alianza. Con su conducta estos justos constituyen una presencia insoportable. Cuatro imperativos muestran un creciente rencor oculto que se convierte en odio abierto; del tender acechanzas se pasa a insultos, para llegar finalmente al proyecto de condena a muerte, en un desafío blasfemo contra Dios.

El resto de Israel vive su pasión profetizando la del Mesías. Jesús es el único justo verdadero, el Hijo amado, el humilde puesto a prueba, escarnecido y condenado a una muerte infame. Pero, sobre todo, es Él quien, habiendo puesto toda su confianza en el Padre, surge del abismo en la luz de pascua como primogénito de los muertos. La esperanza del Antiguo Testamento adquiere una dimensión inesperada, que supera cualquier profecía posible, por los méritos de uno solo, todos son constituidos justos, si se abre el corazón para acoger el don de su gracia.

La persona de Jesús suscitó preguntas e inquietudes entre sus contemporáneos, mientras la aversión de los jefes judíos llega al paroxismo. Jesús no es un provocador ni un cobarde, espera la hora del Padre sin huir ni adelantar los acontecimientos. Por eso evita la Judea hostil y cuando por fin sube a Jerusalén a la fiesta más popular, la de las Tiendas, lo hace de incógnito, contrariamente al deseo de sus parientes, pero deseosos de disfrutar su fama.  En la ciudad santa, es reconocido en seguida. Como se dividen los ánimos, ahora se trata      de su mesianismo

Jesús proviene de Nazaret, es solo un impostor. Jesús no ignora las voces que van difundiendo y sobre ellas se eleva su propia voz, fuerte y clara, en el templo; literalmente grito, se trata de una proclamación solemne y con autoridad. Con sutil ironía, se muestra que su origen es efectivamente desconocido a los que piensan saber muchas cosas de Él, de hecho, no quieren reconocerlo como el enviado de Dios y por eso no conocen al Dios veraz, fiel que cumple en Él sus promesas. Las palabras de Jesús suenan a los oídos de sus adversarios como una ironía, un insulto y una blasfemia. Tratan de echarle mano, pero en vano, Él es el Señor del tiempo y las circunstancias, porque se ha sometido totalmente al designio del Padre y todavía no ha llegado la hora.


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