Lecturas del Lunes 16 de abril. 3ª semana de Pascua
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6,8-15
Esteban lleno del poder del Espíritu Santo, hace grandes signos y prodigios. Las palabras de Esteban están unidas a la sabiduría y al Espíritu. Esteban, como los apóstoles, está completamente inmerso en el plan de Dios, lo conoce, recibe la fuerza del Espíritu para atestiguarlo y anunciarlo. Posee una personalidad humana de gran relieve y de espesor espiritual. Su predicación provoca de inmediato un conflicto con los judíos más abiertos, es decir, los descendientes de aquellos que, llevados a Roma como esclavos por Pompeyo (63 a.C), habían sido liberados y se habían instalados en un barrio de la ciudad. En torno a ellos se reunían, probablemente, judíos de diferentes procedencia. La predicación de Esteban también era para ellos. Esteban ataca al templo y las tradiciones mosaicas. En consecuencia las acusaciones que se le dirigen no carecen de fundamento por completo.
Los ojos que se fijan en él con hostilidad están obligados a vislumbrar en ellos, no obstante, un esplendor particular, el de un ángel que expresa la presencia de Dios, algo semejante al rostro de Moisés cuando bajó resplandeciente del Sinaí, tras haber encontrado a Dios. Esteban es un testigo escogido por Dios para dar a conocer su voluntad.
Tras la multiplicación de los panes, la muchedumbre busca a Jesús, lo encuentran en Cafarnaún y le dirigen al Maestro una pregunta solo para satisfacer su propia curiosidad: " Maestro cuando has venido aquí?. Jesús no responde la pregunta, sino que revela las verdaderas intenciones que les ha impulsado a buscarlo y desenmascara la mentalidad material de las personas. Toda esa gente sigue a Jesús por el pan material y corruptible, buscan las ventajas materiales y pasajeras que las ocasiones de responder y amar.
Ante la ceguera espiritual, Jesús invita a a la gente a superar el estrecho horizonte en que vive y a pasar al de la fe y al del Espíritu, al que solo su persona les puede introducir. El posee el sello de Dios, que es el Espíritu y el dinamismo divino del amor.
Los interlocutores de Jesús le preguntan: «Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?», una nueva equivocación, la muchedumbre piensa que Dios exige la observación de nuevos preceptos y de otras obras. Pero lo que Jesús exige de ellos es una sola cosa: la adhesión al plan de Dios, a saber: Que creáis en aquel que Él ha enviado. Solo tiene que cumplir una cosa: dejarse implicar por Dios y adherirse con fe a la persona de Jesús. Es la apertura a la fe lo que ofrece un pan inagotable y lo que da vida para siempre al hombre que acepta ser liberados de las tinieblas.
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.
Entonces indujeron a unos que asegurasen:
«Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios».
Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y, viniendo de improviso, lo agarraron y lo condujeron al Sanedrín, presentando testigos falsos que decían:
«Este individuo no para de hablar contra el Lugar Santo y la Ley, pues le hemos oído decir que ese Jesús el Nazareno destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos dio Moisés».
Todos los que estaban sentados en el Sanedrín fijaron su mirada en él y su rostro les pareció el de un ángel.
Palabra de Dios
Sal 118,23-24.26-27.29-30
R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor
Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,
tu siervo medita tus decretos;
tus preceptos son mi delicia,
tus enseñanzas son mis consejeros. R/.
Te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus mandamientos;
instrúyeme en el camino de tus mandatos,
y meditaré tus maravillas. R/.
Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu ley;
escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan 6,22-29
Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.
Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
Respondió Jesús:
«La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
Palabra del Señor
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Los ojos que se fijan en él con hostilidad están obligados a vislumbrar en ellos, no obstante, un esplendor particular, el de un ángel que expresa la presencia de Dios, algo semejante al rostro de Moisés cuando bajó resplandeciente del Sinaí, tras haber encontrado a Dios. Esteban es un testigo escogido por Dios para dar a conocer su voluntad.
Tras la multiplicación de los panes, la muchedumbre busca a Jesús, lo encuentran en Cafarnaún y le dirigen al Maestro una pregunta solo para satisfacer su propia curiosidad: " Maestro cuando has venido aquí?. Jesús no responde la pregunta, sino que revela las verdaderas intenciones que les ha impulsado a buscarlo y desenmascara la mentalidad material de las personas. Toda esa gente sigue a Jesús por el pan material y corruptible, buscan las ventajas materiales y pasajeras que las ocasiones de responder y amar.
Ante la ceguera espiritual, Jesús invita a a la gente a superar el estrecho horizonte en que vive y a pasar al de la fe y al del Espíritu, al que solo su persona les puede introducir. El posee el sello de Dios, que es el Espíritu y el dinamismo divino del amor.
Los interlocutores de Jesús le preguntan: «Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?», una nueva equivocación, la muchedumbre piensa que Dios exige la observación de nuevos preceptos y de otras obras. Pero lo que Jesús exige de ellos es una sola cosa: la adhesión al plan de Dios, a saber: Que creáis en aquel que Él ha enviado. Solo tiene que cumplir una cosa: dejarse implicar por Dios y adherirse con fe a la persona de Jesús. Es la apertura a la fe lo que ofrece un pan inagotable y lo que da vida para siempre al hombre que acepta ser liberados de las tinieblas.
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