Lecturas del Sábado 14 de abril. 2ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6,1-7


En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas.
Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:
«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.



Palabra de Dios



Sal 32,1-2.4-5.18-19


R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.



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Lectura del santo evangelio según san Juan 6,16-21


Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio adonde iban.

Palabra del Señor

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Los problemas cotidianos de la primera comunidad cristiana, obligan a tomar nuevas decisiones. Se trata de una murmuración, de un descontento,los apóstoles se lo toman en serio y lo resuelven. Hay un problema económico, probablemente son las viudas de los hombres de la diáspora, que han venido a pasar los últimos años de su vida en Jerusalén y se han quedado sin apoyo familiar. Se trata de una necesidad real y tiene que ser afrontada con sano realismo. También había un problema cultural, los helenistas hablan griego, leen la Biblia en la traducción griega de los setenta, tienen una sensibilidad diferente, hay que tener una estructura completa, donde hubiese asistencia espiritual y material.

Escogen siete personas, que son destinados al servicio de la Palabra como el de la mesa. Aparece una organización eclesiástica sectorial, como una especie de clero indígena, para aquellos que tienen una lengua, una cultura y una situación económica diferente a los judeocristianos de Palestina.

Si el milagro de los panes tiene la finalidad de revelar a Jesús como Mesías y el profetas escatológico, el signo del Señor caminando sobre las aguas, destinados sólo a los discípulos, tiene como finalidad hacerles comprender la divinidad de Jesús, prevenirles ante el escándalo de la muchedumbre e impedir su defección.

Los discípulos están en la barca, ya es de noche. Han remado fatigosamente y luchado contra las dificultades del momento, cuando ven a Jesús caminando sobre las aguas del lago de Tiberíades y les entra mucho miedo. La confrontación con el Maestro constituye para ellos un examen de conciencia y una llamada a superar sus cortas miras y a confiar en el misterio del hombre . Jesús. Con las palabras Yo Soy. No tengáis miedo. Jesús los tranquiliza y se hace reconocer revelándose como el Señor en quien reside la presencia poderosa y salvífica de Dios, se auto revela a sus discípulos no solo como Mesías que sacia el hambre, sino como persona divina que una vez más va al encuentro con amor. Cuando los discípulos acogen a Jesús y aceptan reconocer su identidad en un ámbito superior, llegan de inmediato a la orilla a la que se dirigían. Jesús es el lugar de la presencia Dios entre los hombres. Quien sabe leer en la persona de Jesús, la manifestación misma de un Dios que ama, se convierte en su discípulo y permanece unido al profeta de galilea.

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