Lecturas del Ascensión del Señor - Ciclo B
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 1,1-11
El breve prólogo que une el libro de los Hechos de los apóstoles al evangelio según san Lucas, como la segunda parte de un mismo escrito y ofrece una síntesis del misterio terreno de Jesús. Se trata de un resumen que contiene preciosas indicaciones, el texto quiere resaltar, que los apóstoles, elegidos en el Espíritu, son testigos de toda obra, enseñanza, pasión y resurrección de Jesús y depositarios de las instrucciones particulares dadas por el Resucitado antes de su ascensión al cielo. Su autoridad, ha sido querida por el Señor, que los ha puesto como fundamento de la iglesia de todos los tiempos. Jesús muestra un designio que escapa a los suyos. El Reino de Dios del que habla no coincide con el reino mesiánico de Israel; los tiempos o movimientos de su cumplimiento solo el Padre los conoce. Sus fronteras son los confines de la tierra.
Los apóstoles reciben una misión, pero no les corresponde a ellos programarla. Solo deben estar dispuestos y disponibles al Espíritu prometido por el Padre. Al igual que Abraham, los apóstoles también deben salir de su tierra, de sus seguridades y expectativas para llevar el Evangelio a tierras lejanas, sin tener miedo a las persecuciones, fatigas, rechazos. La encomienda de la misión concluye con la obra salvífica de Cristo en la tierra. Cumpliendo las profecías ligadas a la figura del Hijo del Hombre apocalíptico, se eleva a lo alto, al cielo, ante los ojos de los apóstoles, testigos de su glorificación, hasta que una nube lo quitó de su vista.
Lucas presenta el ministerio de Jesús como una ascensión desde Galilea a Jerusalén y desde Jerusalén al cielo y como un éxodo, que ahora llega a su cumplimiento definitivo, en la ascensión se realiza plenamente el paso (pascua) al Padre.
La carta de los efesios se abre con la magna bendición en la que contempla el maravilloso designio de Dios, que abarca a toda la humanidad desde la eternidad. Tras la explicación, la alabanza de Pablo,se vuelve acción de gracias e intercesión por los cristianos de efesos, a fin de que se les conceda un Espíritu Sabiduría y una revelación, para que reciban el don de comprender y gustar los misterios de Dios. En particular, pide para los fieles la luz espiritual, a fin de que vivan sabiendo lo que Dios ha dispuesto para ellos y va obrando con un poder extraordinario e infalible.
La resurrección, la ascensión, la soberanía de Cristo sobre todas las realidades creadas, manifiestan la gloria de Dios, que en Él, ha vencido a la muerte y a cualquier potencia espiritual que se oponga al designio de la salvación. El miedo ya no tiene razón de ser, Cristo, ascendido a la derecha del Padre, reina desde ahora. Él es la cabeza de toda creación y en particular, de la iglesia, con la que forma una unidad indisoluble.
En el Evangelio Jesús se aparece a los apóstoles ante de la conclusión de su camino terreno para exhortarlos a hacerse misionero del Evangelio por todo el mundo. Es preciso que la Buena Noticia de la resurrección de Cristo llegue a todos los hombres y puedan recibir la salvación adhiriéndose a Él libremente mediante la fe y el bautismo. Los creyentes experimentarán en sí mismos que Cristo está vivo y operante. En su nombre tendrán la misma autoridad, no sólo para vencer a las potencias del mal, sino para realizar curaciones.
Tras estas recomendaciones, el Resucitado entra definitivamente en la gloria de Dios, aunque no deja de estar con los suyos. El Señor acompaña por todas partes a la irradiación de la predicación, sosteniendo su eficacia y confirmándola con las señales que la acompañan. Su presencia viva y operante y salvífica continua en la iglesia de todos los tiempos. La ascensión no marca un final, sino un nuevo inicio. Implica una separación, pero a pesar de ella, proporciona una comunión más profunda con el Señor Jesús, una comunión que será plena al final de los tiempos.
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.»
Ellos lo rodearon preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»
Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»
Palabra de Dios
Sal 46,2-3.6-7.8-9
R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas
Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R/.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.
Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1,17-23
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Palabra de Dios
Conclusión del santo evangelio según san Marcos 16,15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en m¡ nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Palabra del Señor
COMENTARIOS
Los apóstoles reciben una misión, pero no les corresponde a ellos programarla. Solo deben estar dispuestos y disponibles al Espíritu prometido por el Padre. Al igual que Abraham, los apóstoles también deben salir de su tierra, de sus seguridades y expectativas para llevar el Evangelio a tierras lejanas, sin tener miedo a las persecuciones, fatigas, rechazos. La encomienda de la misión concluye con la obra salvífica de Cristo en la tierra. Cumpliendo las profecías ligadas a la figura del Hijo del Hombre apocalíptico, se eleva a lo alto, al cielo, ante los ojos de los apóstoles, testigos de su glorificación, hasta que una nube lo quitó de su vista.
Lucas presenta el ministerio de Jesús como una ascensión desde Galilea a Jerusalén y desde Jerusalén al cielo y como un éxodo, que ahora llega a su cumplimiento definitivo, en la ascensión se realiza plenamente el paso (pascua) al Padre.
La carta de los efesios se abre con la magna bendición en la que contempla el maravilloso designio de Dios, que abarca a toda la humanidad desde la eternidad. Tras la explicación, la alabanza de Pablo,se vuelve acción de gracias e intercesión por los cristianos de efesos, a fin de que se les conceda un Espíritu Sabiduría y una revelación, para que reciban el don de comprender y gustar los misterios de Dios. En particular, pide para los fieles la luz espiritual, a fin de que vivan sabiendo lo que Dios ha dispuesto para ellos y va obrando con un poder extraordinario e infalible.
La resurrección, la ascensión, la soberanía de Cristo sobre todas las realidades creadas, manifiestan la gloria de Dios, que en Él, ha vencido a la muerte y a cualquier potencia espiritual que se oponga al designio de la salvación. El miedo ya no tiene razón de ser, Cristo, ascendido a la derecha del Padre, reina desde ahora. Él es la cabeza de toda creación y en particular, de la iglesia, con la que forma una unidad indisoluble.
En el Evangelio Jesús se aparece a los apóstoles ante de la conclusión de su camino terreno para exhortarlos a hacerse misionero del Evangelio por todo el mundo. Es preciso que la Buena Noticia de la resurrección de Cristo llegue a todos los hombres y puedan recibir la salvación adhiriéndose a Él libremente mediante la fe y el bautismo. Los creyentes experimentarán en sí mismos que Cristo está vivo y operante. En su nombre tendrán la misma autoridad, no sólo para vencer a las potencias del mal, sino para realizar curaciones.
Tras estas recomendaciones, el Resucitado entra definitivamente en la gloria de Dios, aunque no deja de estar con los suyos. El Señor acompaña por todas partes a la irradiación de la predicación, sosteniendo su eficacia y confirmándola con las señales que la acompañan. Su presencia viva y operante y salvífica continua en la iglesia de todos los tiempos. La ascensión no marca un final, sino un nuevo inicio. Implica una separación, pero a pesar de ella, proporciona una comunión más profunda con el Señor Jesús, una comunión que será plena al final de los tiempos.
Comentarios
Publicar un comentario