Lecturas del Martes 29 de mayo. 8ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1,10-16


La salvación fue el tema que investigaron y escrutaron los profetas, los que predecían la gracia destinada a vosotros. El Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, les declaraba por anticipado los sufrimientos de Cristo y la gloria que seguiría; ellos indagaron para cuándo y para qué circunstancia lo indicaba el Espíritu. Se les reveló que aquello de que trataban no era para su tiempo, sino para el vuestro. Y ahora se os anuncia por medio de predicadores que os han traído el Evangelio con la fuerza del Espíritu enviado del cielo. Son cosas que los ángeles ansían penetrar. Por eso, estad interiormente preparados para la acción, controlándoos bien, a la expectativa del don que os va a traer la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis más a los deseos que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia. El que os llamó es santo; como él, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta, porque dice la Escritura: «Seréis santos, porque yo soy santo.»



Palabra de Dios



Sal 97,1.2-3ab.3c-4


R/. El Señor da a conocer su victoria

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.



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Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,28-31


En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mi y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones–, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»

Palabra del Señor

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El Espíritu es el origen único del anuncio que proclama la salvación que nis ha sido entregado en la resurrección de Cristo. Actuaba ya en los profetas,les impulsaba a conocer y profetizar el misterio de Cristo, los sufrimientos que debía padecer y la gloria que de ellos se seguiría. Ahora, enviado desde el cielo después de la resurrección, obra en aquellos que predican el Evangelio, en todos los que anuncian que Cristo actúa en la historia para conducir a su pleno cumplimiento, entre la persecución y la confianza, la obra de regeneración de la humanidad llevada a cabo en la resurrección.

Este anuncio encierra tal belleza que constituye la alegría y la admiración de las criaturas angélicas y tiene  el poder innato de hacer que los fieles vivan en un clima pascual, ceñido el espinazo de nuestra propia mente y vigilen de tal modo que centren toda su esperanza en la gracia que será entregada en la revelación de Jesús cuando el se manifieste en la gloria. Como ya han pasado de la ignorancia al  conocimiento de Dios, ya no pueden amoldarse a deseos vanos, sino que, como hijos obedientes al Padre, que los ha regenerados    en Jesús, deben comportarse   como Él, santos en su conducta.

Pedro que se hace eco del asombrosos de  los discípulos ante las reflexiones del Maestro sobre la dificultad del camino hacía el reino, quiere saber que va a ser de los que ya están siguiendo al nazareno. Jesús, respondiendo a la pregunta de Pedro, confirma que Dios no se deja vencer en generosidad. No solo acoge en su bienaventuranza eterna a los que ahora ya, en este tiempo, los admite a gozar de la riqueza de sus dones y de su protección aunque sean perseguido.

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