Lecturas de Jueves 14 de junio. 10ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura del primer libro de los Reyes 18,41-46
En aquellos días, Elías dijo a Ajab: «Vete a comer y a beber, que ya se oye el ruido de la lluvia.»
Ajab fue a comer y a beber, mientras Elías subía a la cima del Carmelo; allí se encorvó hacia tierra, con el rostro en las rodillas, y ordenó a su criado: «Sube a otear el mar.»
El criado subió, miró y dijo: «No se ve nada.»
Elías ordenó: «Vuelve otra vez.»
El criado volvió siete veces, y a la séptima dijo: «Sube del mar una nubecilla como la palma de una mano.»
Entonces Elías mandó: «Vete a decirle a Ajab que enganche y se vaya, no le coja la lluvia.»
En un instante se oscureció el cielo con nubes empujadas por el viento, y empezó a diluviar. Ajab montó en el carro y marchó a Yezrael. Y Elías, con la fuerza del Señor, se ciñó y fue corriendo delante de Ajab, hasta la entrada de Yezrael.
Palabra de Dios
Sal 64,10.11.12-13
R/. Oh Dios, tú mereces un himno en Sión
Tú cuidas de la tierra,
la riegas y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales. R/.
Riegas los surcos,
igualas los terrenos,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes. R/.
Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,20-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.»
Palabra del Señor
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Tras haber invitado a Ajab a poner fin al ayuno que había realizado para impetrar la lluvia, sube Elías al Carmelo y entra probablemente, en la cueva donde solía recogerse para orar. La posición que toma, atestiguada asimismo en las antiguas tradiciones egipcias y mesopotámicas, indica una profunda concentración, aunque también el despertar de energías interiores.
La lluvia, traída por el viento de poniente, tras una súplica insistente ( siete veces), no tardó en llegar, Jezrael, situada a una docena de kilómetros al norte de la actual Genin, era la segunda capital de los reyes de Israel.
En el Evangelio se inicia la serie de seis antítesis con la que Jesús pone al día la antigua Ley con la misma autoridad con la que fue promulgada por Dios. En realidad no son antítesis: Jesús no propone una ley diferente, sino que vino a darle cumplimiento a la ley de los profetas. La Ley no es nueva, sino antigua. Pero el modo de cumplirla es nuevo, ninguno nunca la ha propuesto ni observado de este modo, que es el del Hijo. En efecto, el principio de su justicia es el amor al Padre.
Jesús habla con una autoridad igual a la de aquel que dió las diez Palabras. La Ley debe entenderse no como un código de leyes bellísimas pero inhumanas divinamente imposibles, sino como una revelación y don de la misma vida de Dios para nosotros.
A la luz del reino del Padre, proclamado en la bienaventuranzas, se revisan ahora las relaciones con los otros y con el otro. Las dos tablas del Decálogo se revisan con el corazón nuevo del Hijo.
No matarás es la quinta Palabra de las diez. El fundamento mínimo de toda relación es dejar que el otro viva. El matar físicamente vine de un matar interior del otro, de la ira, del desprecio. del romper la fraternidad con él. La ira es el homicidio del corazón, movimiento interior contra el otro. El otro es el extraño, el enemigo, con respecto al cual me defiendo y ataco. Pero, al negar la fraternidad, mato mi identidad como hijo. Por eso la ira del hombre es la misma que tiene Dios, el cual no vaciló en dar la vida por él.
Renegado tiene una connotación religiosa y significa impío. El enemigo, además de ser despreciado, ha de ser satanizado, como si fuera el mal. Jesús habla del otro como hermano; negarle la fraternidad es perder la propia actitud filial.
Antes de dirigirte al Padre, debes no solo perdonar al hermano contra el cual tienes algo, sino reconciliarse con el hermano que tiene algo contra ti, aunque tú no tengas nada con tra él. No puedes celebrar la paternidad, si antes no tratas de restablecer la fraternidad.
Mientras vas por el camino. La vida es un camino de reconciliación con el otro, tiene como meta tu realidad como hijo en tu vida como hermano. Si no obra así, pierdes el tiempo y la vida, equivoca la vida de tu existencia.
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