Lecturas del Sábado 23 de junio. 11ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura del segundo libro de las Crónicas 24,17-25
Cuando murió Yehoyadá, las autoridades de Judá fueron a rendir homenaje al rey, y éste siguió sus consejos; olvidando el templo del Señor, Dios de sus padres, dieron culto a las estelas y a los ídolos. Este pecado desencadenó la cólera de Dios contra Judá y Jerusalén. Les envió profetas para convertirlos, pero no hicieron caso de sus amonestaciones.
Entonces el espíritu de Dios se apoderó de Zacarías, hijo del sacerdote Yehoyadá, que se presentó ante el pueblo y le dijo: «Así dice Dios: ¿Por qué quebrantáis los preceptos del Señor? Vais a la ruina. Habéis abandonado al Señor, y él os abandona.»
Pero conspiraron contra él y lo lapidaron en el atrio del templo por orden del rey. El rey Joás, sin tener en cuenta los beneficios recibidos de Yehoyadá, mató a su hijo, que murió diciendo: «¡Que el Señor juzgue y sentencie!»
Al cabo de un año, un ejército de Siria se dirigió contra Joás, penetró en Judá, hasta Jerusalén, mató a todos los jefes del pueblo y envió todo el botín al rey de Damasco. El ejército de Siria era reducido, pero el Señor le entregó un ejército enorme, porque el pueblo había abandonado al Señor, Dios de sus padres. Así se vengaron de Joás. Al retirarse los sirios, dejándolo gravemente herido, sus cortesanos conspiraron contra él para vengar al hijo del sacerdote Yehoyadá. Lo asesinaron en la cama y murió. Lo enterraron en la Ciudad de David, pero no le dieron sepultura en las tumbas de los reyes.
Palabra de Dios
Sal 88,4-5.29-30.31-32.33-34
R/. Le mantendré eternamente mi favor
Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R/.
«Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo.» R/.
«Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos,
si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos.» R/.
«Castigaré con la vara sus pecados
y a latigazos sus culpas;
pero no les retiraré mi favor
ni desmentiré mi fidelidad.» R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6,24-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»
Palabra del Señor
Las vicisitudes de los dos reinos hasta la caída de Samaría, preludio de la caída de Jerusalén, son recuperadas y completadas en clave teológica. Muerto el sumo sacerdote Yoyadá, vengador del yahvismo, el rey Joás, consagrado por él, cede a las tendencias sincretistas de los jefes de Judá, de suerte que recae en la idolatría. La requisitoria del profeta Zacarías fue en vano y lo mataron para vengarse. Esto trajo consigo el castigo divino, siempre siguiendo el riguroso principio de la retribución, que se expresa en la invasión Siria y en la muerte del rey.
En el Evangelio, se presenta una alternativa que implica la elección de su propio amo, Dios o el dinero( el original cita la palabra aramea mammona). La palabra mammona incluye la idea de ganancia, dinero y por consiguiente, los bienes del hombre, aunque también la codicia, con la que el hombre los busca y los posee. Afanarse o andar preocupado por los bienes materiales es señal de poca fe, una denuncia que repite con frecuencia el evangelista Mateo, para indicar la escasa confianza en el poder y en la providencia Divina. Si las aves del cielo son alimentadas por la providencia de Dios, sin que deban preocuparse por ello, con mayor razón los hombres, a quienes ha sido prometida la eternidad, deben dejarse guiar por la voluntad de Dios.
La expresión Reino y su justicia, ambos términos están al servicio del cumplimiento de la voluntad divina, que constituye el fundamento del Reino. El buscad ante todo, parece sugerir el principio de la jerarquización de las necesidades y por consiguiente, de los bienes, en el primer puesto deben estar los espirituales, que dan sentido y su justo valor a los materiales. Estaos últimos nos serán dados por añadiduras. Esta promesa se cumple en la comunidad de los hermanos, que multiplica los bienes, puesto que todos renuncian a todo y no les falta nada; más aún, buscando ante todo el Reino y la justicia de Dios, se dan cuenta de que están puestos en una condición de vida que, por ser conforme a la voluntad del Padre, incluye también las promesas y todos juntos anticipan el tiempo en el que se extenderá el Reino de Dios sobre toda la tierra renovada y el hombre gozará de la paz sobre el monte Eterno.
Esa es la perspectiva, no ascética, sino supremamente humana, del Evangelio, con la que coexiste, como es natural, mientras dure el tiempo presente y la victoria del Reino solo sea virtual, la posibilidad de que quienes buscan apasionadamente el Reino y la justicia de Dios acaben siendo mártires por el Reino.
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