Lecturas del Domingo 22º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Lectura del libro del Deuteronomio (4,1-2.6-8):
El pasaje del libro del Deuteronomio se sitúa, después de la reevocación de las etapas del viaje por el desierto. La primera palabra: "Escucha", es una palabra clave en todo el Deuteronomio y en cierto sentido, en toda la piedad judía. "Escucha Israel", recita el comienzo de la profesión de fe repetida a diario por el israelita piadoso. Israel ha sido llamado, en virtud de la elección divina, a escuchar la ley que Yahvé le da y a ponerla en práctica, sin alterarla. Israel vivirá de la obediencia y tendrá fama entre los otros pueblos. Se distinguirá de ellos y eso será motivo de gloria, será reconocido como pueblo sabio y sensatos, cuyas leyes y normas son justas. Más todavía, la fidelidad a la alianza, manifestada en la observancia de la Ley, hará evidente la proximidad de Dios a su pueblo, una realidad impensable para el hombre, frente el estupor y de gratitud.
Este domingo se comienza a leer algunos pasajes de la carta de Santiago. El texto se compone de algunos versículos cuya controversia es la Palabra de la Verdad. Por medio de la Palabra, Dios engendró a los cristianos, no solo en el acto creador, sino, en el momento del renacimiento en el bautismo. Éste es por excelencia el don que nos ha otorgado el Padre, el cual no cambia, ni en sí mismo ni en su libre obrar. Él ha hecho a todas las criaturas que experimentan ya esa vida nueva, que rebosará cuando se consume la bienaventuranza eterna.
Santiago sabe que la Palabra de Dios, que revela la verdad sobre Dios y sobre el hombre, tiene una fuerza intrínseca, pero solo da fruto en plenitud con la colaboración del creyente. Es menester que la Palabra encuentre sitio en el corazón del hombre, un corazón que esté disponible para escucharla y ponerla en practica, exento de espíritu de polémica, entonces se convierte en portadora de salvación. La Palabra escuchada pero no acogida, se alimenta en el hombre una falsa relación con Dios que crea la ilusión de lo contrario.
Santiago afirma que la auténtica manifestación de la fe, es cuidar de todos los que están desamparados, indefensos, oprimidos, en no seguir la mentalidad mundana ni sus seudovalores. Contra la tentación, que acecha al creyente de todos los tiempos, de separar el culto y el estilo de vida.
Es el corazón el que engendra tanto los pensamientos buenos como los que no lo son. También parecen proceder del corazón, los pensamientos, que son sembrados en el alma por los demonios, los hacemos nuestros cuando nos complacemos en ellos voluntariamente. Eso es lo que el Señor censura.
La gracia esconde su presencia en los bautizados, mientras espera que el alma una a ella su propósito. Es voluntad de Dios que nuestro libre albedrío no esté ligado por completo al vínculo de la gracia, ya sea porque el pecado no ha sido derrotado nunca, sino después de luchar, ya sea porque el hombre debe progresar siempre en la experiencia espiritual.
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada; así cumpliréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente." Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy?»
Palabra de Dios
Sal 14,2-3a.3bc-4ab.5
R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R/.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R/.
El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R/.
Lectura de la carta del apóstol Santiago 1,17-18.21b-22.27
Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas. Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Marcos 7,1-8.14-15.21-23
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.)
Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?»
Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.»
Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»
Palabra del Señor
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Este domingo se comienza a leer algunos pasajes de la carta de Santiago. El texto se compone de algunos versículos cuya controversia es la Palabra de la Verdad. Por medio de la Palabra, Dios engendró a los cristianos, no solo en el acto creador, sino, en el momento del renacimiento en el bautismo. Éste es por excelencia el don que nos ha otorgado el Padre, el cual no cambia, ni en sí mismo ni en su libre obrar. Él ha hecho a todas las criaturas que experimentan ya esa vida nueva, que rebosará cuando se consume la bienaventuranza eterna.
Santiago sabe que la Palabra de Dios, que revela la verdad sobre Dios y sobre el hombre, tiene una fuerza intrínseca, pero solo da fruto en plenitud con la colaboración del creyente. Es menester que la Palabra encuentre sitio en el corazón del hombre, un corazón que esté disponible para escucharla y ponerla en practica, exento de espíritu de polémica, entonces se convierte en portadora de salvación. La Palabra escuchada pero no acogida, se alimenta en el hombre una falsa relación con Dios que crea la ilusión de lo contrario.
Santiago afirma que la auténtica manifestación de la fe, es cuidar de todos los que están desamparados, indefensos, oprimidos, en no seguir la mentalidad mundana ni sus seudovalores. Contra la tentación, que acecha al creyente de todos los tiempos, de separar el culto y el estilo de vida.
Es el corazón el que engendra tanto los pensamientos buenos como los que no lo son. También parecen proceder del corazón, los pensamientos, que son sembrados en el alma por los demonios, los hacemos nuestros cuando nos complacemos en ellos voluntariamente. Eso es lo que el Señor censura.
La gracia esconde su presencia en los bautizados, mientras espera que el alma una a ella su propósito. Es voluntad de Dios que nuestro libre albedrío no esté ligado por completo al vínculo de la gracia, ya sea porque el pecado no ha sido derrotado nunca, sino después de luchar, ya sea porque el hombre debe progresar siempre en la experiencia espiritual.
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