Lecturas del Jueves 23 de agosto. 20ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura de la profecía de Ezequiel 36,23-28
Dios liberará a Israel del yugo de sus enemigos, por amor a su pueblo y también por amor a su nombre, para manifestar su poder y su fidelidad ante todos los pueblos. Dios hace saber el modo como llevará a cabo su proyecto. Hará regresar al pueblo del exilio, purificandolos de manera radical, suprimiendo todo lo que hay de impuro en él, pero sobre todo, transformará al hombre por dentro, convirtiéndole en una criatura nueva. Esta transformación íntima está representada por el corazón nuevo. El corazón es la sede del pensamiento, de la voluntad, del sentimiento, de la vida moral, de la decisión radical; el corazón es el yo profundo. Dios reemplazará en cada uno el corazón de piedra, duro, insensible, pesado, por un corazón de carne, esto es, por un corazón capaz de amar y de ser amado, dócil, acogedor, vivo, en sintonía con su corazón.
El corazón nuevo puede envejecer aún y el corazón de carne también puede endurecerse; para garantizar la novedad perenne y la transformación continua, Dios infundirá dentro de cada hombre un espíritu nuevo. Israel animado por el Espíritu, será capaz de vivir las exigencias de la alianza del Sinaí.
El Evangelio está compuesto por dos fragmentos y tiene como tema central el banquete nupcial y se detiene en el tema del traje de fiesta. El Reino de Dios es alegre y gozos, es semejante a un banquete de boda. Este banquete ha sido preparado por el rey, porque es la boda de su hijo. Todo parece tener un desarrollo feliz, sin embargo, surgen imprevistos, los invitados se niegan a participar del banquete.
El banquete que ha siso preparado, queda cancelado por el repetido rechazo de los primeros invitados, sino que se abre a otras personas, a todos. Los nuevos comensale constituyen el nuevo Israel.
Así dice el Señor: «Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los gentiles que yo soy el Señor –oráculo del Señor–, cuando les haga ver mi santidad al castigaros. Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.»
Palabra de Dios
Sal 50,12-13.14-15.18-19
R/. Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará de todas vuestras inmundicias
Oh Dios, crea en mi un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R/.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22,1-14
En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»
Palabra del Señor
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El corazón nuevo puede envejecer aún y el corazón de carne también puede endurecerse; para garantizar la novedad perenne y la transformación continua, Dios infundirá dentro de cada hombre un espíritu nuevo. Israel animado por el Espíritu, será capaz de vivir las exigencias de la alianza del Sinaí.
El Evangelio está compuesto por dos fragmentos y tiene como tema central el banquete nupcial y se detiene en el tema del traje de fiesta. El Reino de Dios es alegre y gozos, es semejante a un banquete de boda. Este banquete ha sido preparado por el rey, porque es la boda de su hijo. Todo parece tener un desarrollo feliz, sin embargo, surgen imprevistos, los invitados se niegan a participar del banquete.
El banquete que ha siso preparado, queda cancelado por el repetido rechazo de los primeros invitados, sino que se abre a otras personas, a todos. Los nuevos comensale constituyen el nuevo Israel.
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