Lecturas del Martes 21 de agosto. 20ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura de la profecía de Ezequiel 28,1-10
Los pueblos paganos han mostrado sentimientos de orgullo frente a Dios y han representado una constante tentación para Israel, alejándolos de Yahvé, su Dios.
Los oráculos del profeta Ezequiel están relacionados con el príncipe de tiro y todo su Reino, que constituía una gran potencia marítima en aquel tiempo. El juicio está pronunciado con severidad e ironía. La culpa denunciada es el orgullo desmesurado que le llevan a usurpar prerrogativas divinas. El príncipe de Tiro pretende ser una divinidad, dominar no sólo sobre la isla, sino también sobre el extenso mar que la rodea. Se describe de manera perspicaz el proceso según el que ha llegado a este absurdo. Se ha exaltado, en primer lugar, en su inteligencia, prudencia y versatilidad en toda diplomacia, se vanagloria de su capacidad para procurarse ingentes riquezas. Su auto divinización, además de ser locura, constituye un grave atentado contra la gloria de Yahvé, único Dios, Creador y Señor del universo, el único digno de la máxima alabanza y adoración. Por eso la sentencia de castigo es grave, morirá y su reino será aniquilado.
El orgullo, la auto exaltación, la auto divinización, son en el fondo el pecado que acecha a la puerta desde el principio.
Después el joven se hubiera ido triste, también Jesús, entristecido por el hecho, lo comenta con tono grave. Nadie puede servir a Dios y al dinero. El Reino de los Cielos es de los pobres en el espíritu, por eso difícilmente entren en él los ricos, primero tienen que hacerse pobres. La elocuente imagen del camello contribuye a dar un mayor énfasis a esta afirmación.
Jesús con su mirada penetra el corazón y se da cuenta de la perplejidad de sus discípulos, que están perturbado, si no han comprendido ma, seguir a Jesús de una manera radical es difícil incluso imposible, cuando se cuenta solo con las fuerzas humanas, pero deben recordar que el sujeto de la obra no son ellos, sino Dios, para quien todo es posible.
Pedro con la franqueza y el carácter impulsivo que le caracterizan, descubre con sorpresa la diferencia de su situación con respecto al joven rico. Ellos han acogido el don divino, lo han abandonado todo para seguir a Jesús, ¿qué les espera?.
Jesús conoce la pequeñez del corazón humano, necesitado de seguridades y de alientos, nos asegura que la recompensa será grande tanto en el tiempo como en la eternidad.
Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, di al príncipe de Tiro: "Así dice el Señor: Se hinchó tu corazón, y dijiste: 'Soy Dios, entronizado en solio de dioses en el corazón del mar', tú que eres hombre y no dios; te creías listo como los dioses. ¡Si eres más sabio que Daniel!; ningún enigma se te resiste. Con tu talento, con tu habilidad, te hiciste una fortuna; acumulaste oro y plata en tus tesoros. Con agudo talento de mercader ibas acrecentando tu fortuna, y tu fortuna te llenó de presunción. Por eso, así dice el Señor: Por haberte creído sabio como los dioses, por eso traigo contra ti bárbaros pueblos feroces; desenvainarán la espada contra tu belleza y tu sabiduría, profanando tu esplendor. Te hundirán en la fosa, morirás con muerte ignominiosa en el corazón del mar. Tú, que eres hombre y no dios, ¿osarás decir: 'Soy Dios', delante de tus asesinos, en poder de los que te apuñalen? Morirás con muerte de incircunciso, a manos de bárbaros. Yo lo he dicho."» Oráculo del Señor.
Palabra de Dios
Dt 32,26-27ab.27cd-28.30.35cd-36ab
R/. Yo doy la muerte y la vida
Yo pensaba: «Voy a dispersarlos
y a borrar su memoria entre los hombres.»
Pero no; que temo la jactancia del enemigo
y la mala interpretación del adversario. R/.
Que diría: «Nuestra mano ha vencido,
no es el Señor quien lo ha hecho.»
Porque son una nación que ha perdido el juicio. R/.
¿Cómo es que uno persigue a mil,
y dos ponen en fuga a diez mil?
¿No es porque su Roca los ha vendido,
porque el Señor los ha entregado? R/.
El día de su perdición se acerca,
y su suerte se apresura.
Porque el Señor defenderá a su pueblo
y tendrá compasión de sus siervos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 19,23-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»
Palabra del Señor
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Los oráculos del profeta Ezequiel están relacionados con el príncipe de tiro y todo su Reino, que constituía una gran potencia marítima en aquel tiempo. El juicio está pronunciado con severidad e ironía. La culpa denunciada es el orgullo desmesurado que le llevan a usurpar prerrogativas divinas. El príncipe de Tiro pretende ser una divinidad, dominar no sólo sobre la isla, sino también sobre el extenso mar que la rodea. Se describe de manera perspicaz el proceso según el que ha llegado a este absurdo. Se ha exaltado, en primer lugar, en su inteligencia, prudencia y versatilidad en toda diplomacia, se vanagloria de su capacidad para procurarse ingentes riquezas. Su auto divinización, además de ser locura, constituye un grave atentado contra la gloria de Yahvé, único Dios, Creador y Señor del universo, el único digno de la máxima alabanza y adoración. Por eso la sentencia de castigo es grave, morirá y su reino será aniquilado.
El orgullo, la auto exaltación, la auto divinización, son en el fondo el pecado que acecha a la puerta desde el principio.
Después el joven se hubiera ido triste, también Jesús, entristecido por el hecho, lo comenta con tono grave. Nadie puede servir a Dios y al dinero. El Reino de los Cielos es de los pobres en el espíritu, por eso difícilmente entren en él los ricos, primero tienen que hacerse pobres. La elocuente imagen del camello contribuye a dar un mayor énfasis a esta afirmación.
Jesús con su mirada penetra el corazón y se da cuenta de la perplejidad de sus discípulos, que están perturbado, si no han comprendido ma, seguir a Jesús de una manera radical es difícil incluso imposible, cuando se cuenta solo con las fuerzas humanas, pero deben recordar que el sujeto de la obra no son ellos, sino Dios, para quien todo es posible.
Pedro con la franqueza y el carácter impulsivo que le caracterizan, descubre con sorpresa la diferencia de su situación con respecto al joven rico. Ellos han acogido el don divino, lo han abandonado todo para seguir a Jesús, ¿qué les espera?.
Jesús conoce la pequeñez del corazón humano, necesitado de seguridades y de alientos, nos asegura que la recompensa será grande tanto en el tiempo como en la eternidad.
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