Lecturas de Lunes 24 de septiembre. 25ª semana del Tiempo Ordinario


Lectura del libro de los Proverbios 3,27-34


Hijo mío, no niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano hacérselo. Si tienes, no digas al prójimo: «Anda, vete; mañana te lo daré.» No trames daños contra tu prójimo, mientras él vive confiado contigo; no pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño; no envidies al violento, ni sigas su camino; porque el Señor aborrece al perverso, pero se confía a los hombres rectos; el Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del honrado; se burla de los burlones y concede su favor a los humildes; otorga honores a los sensatos y reserva baldón para los necios.



Palabra de Dios



Sal 14,2-3ab.3cd-4ab.5


R/. El justo habitará en tu monte santo, Señor

El que procede honradamente 
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales 
y no calumnia con su lengua. R/.

El que no hace mal a su prójimo 
ni difama al vecino, 
el que considera despreciable al impío 
y honra a los que temen al Señor. R/.

El que no presta dinero a usura 
ni acepta soborno contra el inocente. 
El que así obra nunca fallará. R/.



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Lectura del santo evangelio según san Lucas 8,16-18


En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.»

Palabra del Señor

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El libro de los proverbios, es un libro humilde, aunque sólo en apariencia. La convicción de la que es toda la sabiduría presente en el mundo, tanto en las cosas como en el hombre, es una huella de la sabiduría divina. Hasta la sabiduría que se expresa en las formas humildes y cotidianas, que son la sabiduría del sentido común, de la razón, de la experiencia, viene de Dios. Seguirla es obedecer a Dios. Bajo esta luz, profundamente religiosa, es como se debe comprender todas las máximas del libro de los proverbios, reconociendo un valor moral, no solo a la Palabra de los profetas y a la Ley, sino también al significado de las cosas y a la fuerza de la experiencia.

Este  pasaje insiste en las relaciones con el prójimo, donde no hay que negar un favor, no se debe decir: "Vuelve otro día, mañana te daré", no hay que maquinar engaños, ni pleitear, ni envidiar, ni imitar la conducta del malvado. En el interior de estos mandatos y casi de improviso, hace su aparición una afirmación muy bella: "Y da a los rectos su confianza". Así queda ya perfilada la figura del sabio en sus coordenadas fundamentales, la corrección y la benevolencia en las relaciones con el prójimo, la convicción de que la confianza en Dios vale más que cualquier otra cosa.

Los dichos de Jesús en el Evangelio probablemente diseminados en su origen, han sido recogido por Lucas y tiene por tema la Palabra de Dios.

El primero de ellos parece tener el riesgo del anonimato, no se pone una luz debajo de una cama. La advertencia está dirigida a los cristianos, que por miedo o por consideran inútil hacerlo, no se exponen en público. La Palabra es pública y visible, esconderla es un modo de hacerla morir.

El segundo dicho parece tener más bien el riesgo del secreto. La advertencia va dirigida a los grupos cristianos que se cierran en sí mismo y anuncian la Palabra en secreto, solo a los iniciados. Porque la Palabra, en virtud de su naturaleza misionera, es para todos.

El tercer dicho es más difícil. A buen seguro, llama la atención sobre la importancia de la escucha, sobre los modos como se escucha: prestad atención a como escucháis. Hay quien no escucha, pero hay también quien escucha mal, es importante escuchar bien, porque enriquece, quien no escucha o escucha mal se empobrece. No solo no crece, sino que pierde lo que considera tener. La escucha de la Palabra es el camino necesario para el crecimiento en la fe. si falta desaparece la fe.  

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