Lecturas del Martes 16 de octubre. 28ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5,1-6
Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. Mirad lo que os digo yo, Pablo: si os circuncidáis, Cristo no os servirá de nada. Lo afirmo de nuevo: el que se circuncida tiene el deber de observar la ley entera. Los que buscáis la justificación por la ley habéis roto con Cristo, habéis caído fuera del ámbito de la gracia. Para nosotros, la esperanza de la justificación que aguardamos es obra del Espíritu, por medio de la fe, pues, en Cristo Jesús, da lo mismo estar circuncidado o no estarlo; lo único que cuenta es una fe activa en la práctica del amor.
Palabra de Dios
Sal 118,41.43.44.45.47.48
R/. Señor, que me alcance tu favor
Señor, que me alcance tu favor,
tu salvación según tu promesa. R/.
No quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos. R/.
Cumpliré sin cesar tu voluntad,
por siempre jamás. R/.
Andaré por un camino ancho,
buscando tus decretos. R/.
Serán mi delicia tus mandatos,
que tanto amo. R/.
Levantaré mis manos hacia ti
recitando tus mandatos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,37-41
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa.
Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: «Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo.»
Palabra del Señor
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La verdadera libertad consiste en seguir al Espíritu de Cristo y a través de él, abrirse a una vida nueva, no sometida a los ritos judíos, a una vida fundamentada en la fe que actúa en medio del amor. Cristo nos ha liberado y solo la fe nos permite permanecer firmes y perseverar en la gracia y de su amor. El peligro es buscar vanas seguridades, confiarnos en las practicas exteriores que nos alejan de la gracia de Dios.
Jesús se comporta en la casa del fariseo que lo invito a comer, con una extrema libertad y parece provocar adrede al fariseo. El Maestro, sin esperar su crítica por haber dejado de observar un precepto y sin justificarse de ello, la emprende contra el formalismo y la vanidad de quien se considera justo porque cumple los ritos puntualmente.
La observancia sobre la limpieza de la vajilla pasa Jesús directamente al corazón del hombre. La regla de la higiene evangélica, exige la exclusión de la avidez y del egoísmo, que engendran la rapiña y la maldad. La actitud contraria, la que califica la pureza del corazón, es la caridad, que se demuestra con la generosidad.
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