Lecturas del Miércoles 3 de octubre. 26ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura del libro de Job 9,1-12.14-16
En el libro de Job, la respuesta que da el patriarca a las palabras de consuelo del tercer amigo. Este había dicho que desproporción entre Dios y el hombre es tan grande que no es posible ninguna discusión entre ellos. Dios tiene siempre la razón. Job rebate su discurso con un elogio de la sabiduría y de la omnipotencia de Dios tal como aparece en su creación. Si Dios es tan grande e inaccesible en su creación, piensa Job, tanto más será en el orden sobrenatural y moral. Job se lamenta de la manera arbitraria y prepotente que tiene Dios de comportarse. De manera irónica da a entender Job que es inútil discutir con Dios, debido a que nadie puede resistir ante Él, puesto que siempre tiene la razón en todo. Frente a Dios no hay nada que hacer.
Las palabras de Job son las de un hombre que sufre y protesta porque no consigue saber que es justo y que no.
El Evangelio presenta tres diálogos, que nos hace ver, que además de los Doce apóstoles, habían otras personas que querían seguir a Jesús, aunque no siempre sabían con claridad lo que significaba este seguimiento. Los tres personajes del Evangelio se echan atrás intimidados por la desnudez que quiere Jesús para que lo sigan. El primero se presenta ante Jesús por su propia iniciativa, pero Jesús le muestra el vacío que significa seguirle: "El Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza". El segundo es un discípulo del Señor, este le pide permiso para enterrar a sus muertos. Para el Señor está muerto todo aquel no es de Dios. El tercero ha preparado un programa y se lo muestra a Jesús: " Te seguiré, Señor, pero déjame despedirme primero de mi familia. Sin embargo, le responde el Señor de este modo: "El que pone la mano en el arado y mira hacía atrás, no es apto para el Reino de Dios.
Respondió Job a sus amigos: «Sé muy bien que es así: que el hombre no es justo frente a Dios. Si Dios se digna pleitear con él, él no podrá rebatirle de mil razones una. ¿Quién, fuerte o sabio, le resiste y queda ileso? Él desplaza las montañas sin que se advierta y las vuelca con su cólera; estremece la tierra en sus cimientos, y sus columnas retiemblan; manda al sol que no brille y guarda bajo sello las estrellas; él solo despliega los cielos y camina sobre la espalda del mar; creó la Osa y Orión, las Pléyades y las Cámaras del Sur; hace prodigios insondables, maravillas sin cuento. Si cruza junto a mí, no puedo verlo, pasa rozándome, y no lo siento; si coge una presa, ¿quién se la quitará?; ¿quién le reclamará: "Qué estás haciendo"? Cuánto menos podré yo replicarle o escoger argumentos contra él. Aunque tuviera razón, no recibiría respuesta, tendría que suplicar a mi adversario; aunque lo citara y me respondiera, no creo que me hiciera caso.»
Palabra de Dios
Sal 87
R/. Llegue hasta ti mi súplica, Señor
Llegue hasta ti mi súplica, Señor.
Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias? R/.
¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla,
o tu justicia en el país del olvido? R/.
Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro? R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,57-62
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»
Palabra del Señor
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Las palabras de Job son las de un hombre que sufre y protesta porque no consigue saber que es justo y que no.
El Evangelio presenta tres diálogos, que nos hace ver, que además de los Doce apóstoles, habían otras personas que querían seguir a Jesús, aunque no siempre sabían con claridad lo que significaba este seguimiento. Los tres personajes del Evangelio se echan atrás intimidados por la desnudez que quiere Jesús para que lo sigan. El primero se presenta ante Jesús por su propia iniciativa, pero Jesús le muestra el vacío que significa seguirle: "El Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza". El segundo es un discípulo del Señor, este le pide permiso para enterrar a sus muertos. Para el Señor está muerto todo aquel no es de Dios. El tercero ha preparado un programa y se lo muestra a Jesús: " Te seguiré, Señor, pero déjame despedirme primero de mi familia. Sin embargo, le responde el Señor de este modo: "El que pone la mano en el arado y mira hacía atrás, no es apto para el Reino de Dios.
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