Lecturas del Sábado 13 de octubre. 27ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 3,22-29
En su argumentación en favor de la economía del amor gratuito de Dios, al que se accede mediante la fe, Pablo intenta aclarar ulteriormente la función de la Ley. Ésta sirve, en el plan de Dios, para sumergir al hombre en la plena conciencia de la imposibilidad en que encuentra para practicarla por sí solo, de ahí el carácter inevitable del pecado.
La Ley ha realizado la función de pedagogo, como aquel que se encargaba de la custodia de los niños en la sociedad grecorromana. Era alguien duro y severo, que desarrollaba su tarea a golpe de vara y reprimendas, sin el menor atisbo de amor. Si comprendemos la imagen del pedagogo, comprenderemos la fuerza liberadora de la fe. Pablo hace distinción entre la vieja y la nueva economía. Si llegamos a la fe ya no necesitamos de un pedagogo, sino que seremos hijos de Hijos por la fe en Cristo.
La belleza de lo nuevo, mediante la irrupción de Dios a través de Cristo, que nos ha liberado en virtud del amor, está expresada con dos conceptos vigorosos:
El primero tiene que ver con el salto cualitativo de nuestro ser en el momento del bautismo, que es, de participar en la vida de Cristo.
El segundo concepto tiene que ver con la novedad del ser en Cristo, que suprime toda discriminación, ser uno en Cristo Jesús significa, no solo que los creyentes forman una sola persona en Cristo, sino que al formar uno solo con Cristo, no se realiza en la exterioridad de la Ley, sino en el mismo Cristo, en la fe en Él, si es auténtica cambia la vida.
En el Evangelio una mujer eleva la voz entre la multitud, es una dicha o bienaventuranza ser la madre de un hijo como Jesús, dotado de la fuerza de una palabra que sorprende y te introduce en el misterio de las realidades espirituales. En cambio, según Jesús, la dicha consiste en la disponibilidad para escuchar la Palabra de Dios y ponerla en practica.
La Escritura presenta al mundo entero prisionero del pecado, para que lo prometido se dé por la fe en Jesucristo a todo el que cree. Antes de que llegara la fe estábamos prisioneros, custodiados por la ley, esperando que la fe se revelase. Así, la ley fue nuestro pedagogo hasta que llegara Cristo y Dios nos justificara por la fe. Una vez que la fe ha llegado, ya no estarnos sometidos al pedagogo, porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis vestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús. Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.
Palabra de Dios
Sal 104,2-3.4-5.6-7
R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas;
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor. R/.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. R/.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.»
Pero él repuso: «Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»
Palabra del Señor
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La Ley ha realizado la función de pedagogo, como aquel que se encargaba de la custodia de los niños en la sociedad grecorromana. Era alguien duro y severo, que desarrollaba su tarea a golpe de vara y reprimendas, sin el menor atisbo de amor. Si comprendemos la imagen del pedagogo, comprenderemos la fuerza liberadora de la fe. Pablo hace distinción entre la vieja y la nueva economía. Si llegamos a la fe ya no necesitamos de un pedagogo, sino que seremos hijos de Hijos por la fe en Cristo.
La belleza de lo nuevo, mediante la irrupción de Dios a través de Cristo, que nos ha liberado en virtud del amor, está expresada con dos conceptos vigorosos:
El primero tiene que ver con el salto cualitativo de nuestro ser en el momento del bautismo, que es, de participar en la vida de Cristo.
El segundo concepto tiene que ver con la novedad del ser en Cristo, que suprime toda discriminación, ser uno en Cristo Jesús significa, no solo que los creyentes forman una sola persona en Cristo, sino que al formar uno solo con Cristo, no se realiza en la exterioridad de la Ley, sino en el mismo Cristo, en la fe en Él, si es auténtica cambia la vida.
En el Evangelio una mujer eleva la voz entre la multitud, es una dicha o bienaventuranza ser la madre de un hijo como Jesús, dotado de la fuerza de una palabra que sorprende y te introduce en el misterio de las realidades espirituales. En cambio, según Jesús, la dicha consiste en la disponibilidad para escuchar la Palabra de Dios y ponerla en practica.
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