Lecturas del Miércoles 14 de noviembre. 32ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito 3,1-7
Por medio de Tito, Pablo hace llegar su enseñanza a todos los miembros de la comunidad cristiana. Su intención es colaborar con el responsable de aquella comunidad en la construcción de una iglesia que sea verdaderamente digna de este nombre y capaz de dar testimonio del Evangelio
En primer lugar, explicita la dimensión pública del ser cristiano. Pretende hacer comprender que la fe en Cristo no puede ser reducida a una experiencia privada, doméstica: al contrario, ésta tiende a manifestarse en público y a penetrar en las redes de nuestras relaciones sociales..
En segundo lugar, el apóstol describe el paso decisivo desde un pasado envuelto de maldad y de odio a un presente iluminado ahora por la gracia de Dios: "También nosotros fuimos en otro tiempo insensatos, rebeldes, descarriados, esclavos... Pero ahora ha aparecido la bondad de Dios, nuestro salvador...". Este paso marca para Pablo y también para nosotros la gran novedad de Jesús, encarnación personal del amor misericordioso del Padre
Jesús emprende un largo recorrido hacía Jerusalén, meta de su peregrinación por los caminos de Palestina, hasta llegar a la ciudad en la que también él, como los profetas, está llamado a entregar su vida.
Jesús entra a un pueblo samaritano y se deja interpelar por diez extraños, que además, son leprosos, por consiguiente, gente que vuelve impuro a quienes se les acerca. Jesús es verdaderamente el salvador de todos, el hermano universal, Él no muestra preferencia entre las personas, no califica, ni descalifica a nadie, porque pertenezca a un pueblo, o a una raza y mucho menos aún por su estado de salud. Este milagro de Jesús está realizado también con la mayor discreción y con una apertura total a los más pobres, aquellos que tienen más necesidad de su poder sanador.
Todos quedan curados, pero solo uno siente la necesidad de volver a Jesús para agradecerle. Se le echa a los pies para darle a entender que de ahora en adelante, se considera no solo beneficiario de un milagro, sino un discípulo. Solo él recibe de Jesús la curación completa, la del cuerpo y la del alma. Por desgracia, no a todos se le da la gracia de consumar el camino de la salvación, que va desde el beneficio recibido a la gratitud expresada y a la alabanza. No es suficiente encontrar o haber encontrado a Jesús, también es necesario escuchar su Palabra, ceder a la misteriosa atracción de la gracia y seguirle donde vaya.
Recuérdales que se sometan al gobierno y a las autoridades, que los obedezcan, que estén dispuestos a toda forma de obra buena, sin insultar ni buscar riñas; sean condescendientes y amables con todo el mundo. Porque antes también nosotros, con nuestra insensatez y obstinación, íbamos fuera de camino; éramos esclavos de pasiones y placeres de todo género, nos pasábamos la vida fastidiando y comidos de envidia, éramos insoportables y nos odiábamos unos a otros. Mas cuando ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino que según su propia misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador. Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna.
Palabra de Dios
Sal 22,1-3a.3b-4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,11-19
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»
Palabra del Señor
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En primer lugar, explicita la dimensión pública del ser cristiano. Pretende hacer comprender que la fe en Cristo no puede ser reducida a una experiencia privada, doméstica: al contrario, ésta tiende a manifestarse en público y a penetrar en las redes de nuestras relaciones sociales..
En segundo lugar, el apóstol describe el paso decisivo desde un pasado envuelto de maldad y de odio a un presente iluminado ahora por la gracia de Dios: "También nosotros fuimos en otro tiempo insensatos, rebeldes, descarriados, esclavos... Pero ahora ha aparecido la bondad de Dios, nuestro salvador...". Este paso marca para Pablo y también para nosotros la gran novedad de Jesús, encarnación personal del amor misericordioso del Padre
Jesús emprende un largo recorrido hacía Jerusalén, meta de su peregrinación por los caminos de Palestina, hasta llegar a la ciudad en la que también él, como los profetas, está llamado a entregar su vida.
Jesús entra a un pueblo samaritano y se deja interpelar por diez extraños, que además, son leprosos, por consiguiente, gente que vuelve impuro a quienes se les acerca. Jesús es verdaderamente el salvador de todos, el hermano universal, Él no muestra preferencia entre las personas, no califica, ni descalifica a nadie, porque pertenezca a un pueblo, o a una raza y mucho menos aún por su estado de salud. Este milagro de Jesús está realizado también con la mayor discreción y con una apertura total a los más pobres, aquellos que tienen más necesidad de su poder sanador.
Todos quedan curados, pero solo uno siente la necesidad de volver a Jesús para agradecerle. Se le echa a los pies para darle a entender que de ahora en adelante, se considera no solo beneficiario de un milagro, sino un discípulo. Solo él recibe de Jesús la curación completa, la del cuerpo y la del alma. Por desgracia, no a todos se le da la gracia de consumar el camino de la salvación, que va desde el beneficio recibido a la gratitud expresada y a la alabanza. No es suficiente encontrar o haber encontrado a Jesús, también es necesario escuchar su Palabra, ceder a la misteriosa atracción de la gracia y seguirle donde vaya.
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