Lecturas de Martes 22 de mayo. 7ª semana del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol Santiago 4,1-10
Tras haber considerado os aspectos negativos que nos llevan a dividirnos, penetra Santiago de modo más profundo en el corazón de aquellos que se erigen en maestros de la comunidad. La incitadas por las pasiones de la codicia y de la posesión, que matan moralmente y suscitan envidia. ¿ Cómo es posible pensar que se va obtener lo que se pide si hasta la más pequeña petición está hecha con estos sentimientos?. A esos sólo le corresponde el título de gente infiel, esto es, los que aman y son amigos de las cosas del mundo, mientras que odian y se hacen enemigos de Dios.
Para dar razón de lo que dice, cita el apóstol la Escritura y afirma que Dios quien nos otorga el amor en su plenitud y totalidad. De este amor, justamente definido como celoso, parte la llamada a la conversión. No más confusión, doblez de corazón, compromisos entre el mundo y Dios, sino transparencia y humildad, a fin de ser reconocidos ante los hombres por lo único que vale ante Dios. Este solo exalta a quien se le somete.
Servir, en sentido bíblico, es servir a Dios y por tanto también al prójimo y tiene como consecuencia la liberación del pecado que domina cada corazón.
Dice Jesús que quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos. En la predicción de su pasión, ofrece Jesús a sus discípulos una lectura, que no comprenden , de humillación y entrega de sí mismo por los otros a través del sufrimiento y el dolor, pero, sobre todo, a través del amor oblativo y desinteresado. En consecuencia, el seguimiento del discípulo ha de tener estas características. El que cree ser el primero y no hace fructificar sus talentos, sino que solo los presume, el último y el siervo saben, que todo les ha sido dado por Dios, por eso se ponen en actitud de acogida .
La acogida de un niño, es símbolo de sencillez, humildad y pobreza, de alguien que se confía del todo a la ayuda de Dios, de quien responde cuando le llaman y no hace razonamiento de grandeza porque no sabe hacerlo. Eso no equivale a callar por temor a pedir, sino al abandono confiado a quien se preocupa por él y a la certeza de que existe siempre alguien que ve en su justa medida aquello delo que tenemos necesidad.
¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que amar el mundo es odiar a Dios? El que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No en vano dice la Escritura: «El espíritu que Dios nos infundió está inclinado al mal.» Pero mayor es la gracia que Dios nos da. Por eso dice la Escritura: «Dios se enfrenta con los soberbios y da su gracia a los humildes.» Someteos, pues, a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; hombres indecisos, purificaos el corazón, lamentad vuestra miseria, llorad y haced duelo; que vuestra risa se convierta en llanto y vuestra alegría en tristeza. Humillaos ante el Señor, que él os levantará.
Palabra de Dios
Sal 54,7-8.9-10a.10b-11.23
R/. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará
Pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto.» R/.
«Me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.» R/.
Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre sus murallas. R/.
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»
Palabra del Señor
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Para dar razón de lo que dice, cita el apóstol la Escritura y afirma que Dios quien nos otorga el amor en su plenitud y totalidad. De este amor, justamente definido como celoso, parte la llamada a la conversión. No más confusión, doblez de corazón, compromisos entre el mundo y Dios, sino transparencia y humildad, a fin de ser reconocidos ante los hombres por lo único que vale ante Dios. Este solo exalta a quien se le somete.
Servir, en sentido bíblico, es servir a Dios y por tanto también al prójimo y tiene como consecuencia la liberación del pecado que domina cada corazón.
Dice Jesús que quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos. En la predicción de su pasión, ofrece Jesús a sus discípulos una lectura, que no comprenden , de humillación y entrega de sí mismo por los otros a través del sufrimiento y el dolor, pero, sobre todo, a través del amor oblativo y desinteresado. En consecuencia, el seguimiento del discípulo ha de tener estas características. El que cree ser el primero y no hace fructificar sus talentos, sino que solo los presume, el último y el siervo saben, que todo les ha sido dado por Dios, por eso se ponen en actitud de acogida .
La acogida de un niño, es símbolo de sencillez, humildad y pobreza, de alguien que se confía del todo a la ayuda de Dios, de quien responde cuando le llaman y no hace razonamiento de grandeza porque no sabe hacerlo. Eso no equivale a callar por temor a pedir, sino al abandono confiado a quien se preocupa por él y a la certeza de que existe siempre alguien que ve en su justa medida aquello delo que tenemos necesidad.
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