Lecturas de Miércoles 2 de mayo. 5ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 15,1-6


En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia. Ellos, pues, enviados por la Iglesia provistos de lo necesario, atravesaron Fenicia y Samaría, contando cómo se convertían los gentiles, con lo que causaron gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos.
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron, diciendo:
«Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés».
Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.



Palabra de Dios



Sal 121,1-2.4-5


R/. Vamos alegres a la casa del Señor

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestro pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.

Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.



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Lectura del santo evangelio según san Juan 15,1-8


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

Palabra del Señor

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En el comienzo del fragmento aparece planteada la cuestión que tanto interesó y turbó a los primeros discípulos, la circuncisión como un medio para la salvación. Pablo y Bernabé responden a esta inquietud, después de consultar a los pilares de la iglesia .

Pablo y Bernabé  fueron a Jerusalén y cuentan sus éxitos apostólicos, suscitando una gran alegría a todos los hermanos, ellos fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y demás responsables y encuentran la misma oposición que hallaron en Antioquía por parte de los fariseos convertidos.

Pablo tiene que luchar durante mucho tiempo, sobre las tesis judaicas, se discutía si la Ley de Moisés era perenne y tenía que ser impuesta a los convertidos del paganismo. Se reúne con los apóstoles y demás responsables para tratar ese asunto. Esta fue la primera reunión oficial de la iglesia, o primer concilio el de Jerusalén, para resolver   una cuestión grave, de la que podía depender la difusión de la Palabra entre el mundo pagano.

Para estar unidos a Cristo y dar frutos de santidad y de paz es preciso morir y resucitar con Él, llegar a ser una criatura nueva, liberada del pecado. Para ser sarmientos puros, auténticos, que producen fruto, debemos aceptar la ley de la purificación, el sufrimiento y la poda realizada por el Padre. Jesús dice que el Padre con sus manos, poda la vid, corta lo superfluo de los sarmientos, no para disminuir su vitalidad, sino para aumentarla, para que den frutos abundantes. 

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